Al miedo a la pandemia, recuperado tras el falso espejismo de un extraño verano en la neonormalidad, que hace surgir otros miedos como el laboral, económico y hasta de salud donde una cita en atención primaria se cotiza a precio de azafrán. El miedo político también se ha instalado rápidamente desde marzo donde unos quieren sumar el miedo que ya había, los otros que el miedo no reste sumandos y algunos alertando de que la cosa va en serio pero a los que ya nadie escucha...
El miedo puede provocar reacciones un tanto extrañas en la masa social, así, donde antes se aplaudía en sentido homenaje palmero a los héroes de trinchera de esta guerra, ahora son insultados por los mismos que daban palmas. Pero hasta el gremio sanitario sufre ya niveles de agotamiento y tratan de alertarnos de lo que nos viene y ya está encima...
El acantilado daba miedo al principio con esa altura que da tiempo a freír un huevo antes de tocar suelo si me caigo, las jodidas gaviotas graznando y cagando, ya sé que lo de las cagadas de gaviota empieza a sonar a freudiano pero es una cruz este tema de las cagadas de gaviota. Mas vencí el miedo por varias razones y motivos donde destacaría no tener otro sitio donde aposentar mis posaderas y que de momento nadie cobra tributos por vivir en un acantilado fundido con la naturaleza a lo que hay que sumar cierta rapidez felina cuando alguna autoridad se deja caer por estos andurriales y me escabullo antes de que me fichen...
Pero el viento aúlla y las gaviotas cagan que da miedo.
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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