The Adversiter Chronicle

martes, 6 de octubre de 2020

"Memorias de La Transición" , por Antón Rendueles

 Unas memorias de Antón Rendueles en exclusiva para The Adversiter Chronicle

Sobre la monarquía

Leo en la prensa las declaraciones de la señora Corina, cortesana a la antigua usanza que destapa secretos de alcoba de Juan Carlos I aderezado de otras sabrosas declaraciones que, aunque suenen a amante despechada, retratan un perfil de la persona que ha supuesto un duro golpe para los monárquicos y para la propia institución que saldrá fortalecida de todo este huracán de alfombras levantadas sobre la persona de Juan Carlos I porque no me creo los gritos y algarabías pidiendo la corona y el fin de la monarquía constitucional en España...

Es indudable que las generaciones nacidas en la década de los noventa en adelante tienen una imagen ahora mismo distorsionada de la figura real del rey emérito y sin duda una fuerza electoral que ya tratan algunos de teledirigir en sentido de forzar un cambió de régimen. Pero en aquellos días la figura del Rey Juan Carlos I era natural para la infancia, ajenos a los terribles vientos que sacudía a la nación camino de la democracia. Recuerdo un par de leyendas urbanas que se transmitían en los corrillos del patio del colegio, sin duda escuchados furtivamente a los adultos cuando los adultos pensamos que la infancia no nos escucha...

La más comentada era que el Rey se escapaba de palacio a lomos de su moto y oculto tras un casco y no faltaba que la reina estaba enrollada con uno de la Guardia Real. Recuerdo que tenía la sombra de la duda y me costaba pensar que la reina Sofía tuviera rollo con alguien que no fuera su esposo, cábalas dentro del universo de la infancia donde cualquier cambio podía alterar el mundo en que vivía. Recuerdo también que dentro de la vorágine política que lo empapaba todo, siempre la figura del Rey se elevaba por encima de los demás y en los entierros por las víctimas del terrorismo asesino indiscriminado de ETA, en las recepciones reales, en sus discursos, imágenes que se sucedían en noticiarios televisivos, su figura era algo que transmitía tranquilidad, no porque fuera un precoz simpatizante de la causa monárquica, era un niño donde el orden de las cosas me resultaba ajeno, pero algo instintivo me decía que el Rey formaba parte de aquel orden que me permitía una infancia feliz. Verle la noche del 23 -F terminó de fusionar en mi mente, sin saberlo en aquellos momentos, que la monarquía era garante de algo que no sabía qué...

Ahora, ya lo sé. Puedo entender que se defienda la tesis de un régimen republicano, aunque me cueste creer que se respetara la figura del presidente o presidenta de turno en una nación sujeta a las peripecias de un territorialismo histórico que ahora se tiñe de nacionalismo en lo peor de sus manifestaciones en forma de daño a la sociedad, tanto de cada uno de los territorios como del conjunto del Estado.

Felipe VI, al igual que antes su padre, se ha ganado mi respeto y mi apoyo tras su discurso por la intentona secesionista del prófugo Puigdemont y sus secuaces que apostaron todo a dos cartas: engañar a la sociedad catalana y a sus propios votantes y vender la secesión a nivel internacional. Han fracasado esta vez, pero sólo la Corona es garante del orden constitucional en último término. El cambio de régimen que pregonan como la nueva panacea a los problemas que nos acosan sólo distrae recursos y tiempo a una recuperación a todos los niveles que hay que afrontar cuando se logre neutralizar la pandemia mundial del coronavirus y no creo en los repúblicos que anuncian la nueva república porque no son leales a España y su Constitución y tampoco lo serán a la república si llegara el momento.

Estoy profundamente decepcionado por la figura humana de Juan Carlos I, pero Felipe VI tiene mi lealtad y un defensor de la Constitución. Como demócrata puedo comprender que se ansíe un régimen republicano pero no voy a consentir como ciudadano que se imponga una minoría por decreto lo que no consigue en las urnas.

Antón Rendueles


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