The Adversiter Chronicle

jueves, 7 de mayo de 2020

DIARIO DE LA GUERRA DEL CORONAVIRUS por A. Nónimo

La nueva normalidad

Jueves 30 de abril

Hay un ambiente general de ligera esperanza y cierto temor al desencanto. La nueva normalidad sólo son permisos de patio de cárcel, tramos horarios según donde te hayan clasificado. Lo cierto es que sólo pienso en poder ir al peluquero, mi rutina de cortar el pelo, pero es una incógnita saber cómo se hará. Si se atiende a lo que dicen y publican es evidente que falta el material sanitario, pero ya no me importa mucho, sólo quiero cortar el pelo de una puta vez...
Las muertes han bajado de trescientas, anuncian subida de temperaturas y que eso es malo para el bicho, un eufemismo de supuesto gracejo para llamar al coronavirus, pero siguen siendo muchas muertes pero mejor a que sean más de ochocientas. Alegría por menos sacrificados y ya entumecidos para alegrarnos y ver con alivio que son sólo menos de trescientos muertos, el mejor guarismo desde marzo que queda tan lejos como lejos queda ya abril en unas horas...
Un médico que pasó el contagio y la gripe, ha vuelto a recaer. Aumentan los casos de gente que ya había pasado el proceso vírico y vuelven a contraerlo, algo me dice que eso complicará hallar la vacuna en un corto plazo de tiempo. Nos agarramos a que serán ocho semanas, olvidamos que sólo si todo se desarrolla de forma favorable...
Permisos para afrontar un otoño preocupante y un invierno de incógnita. Me pregunto si celebraremos la Navidad en la nueva normalidad lo que convertirá las fiestas en las más anormales en siglos...
He ido a la compra semanal. He comprado cervezas y un vino. Sé que no es bueno para el encierro, pero estamos de permiso, podemos salir unas horas, pero aislados unos de otros y sólo logra que aumente mi rabia. Así que haré lo que han hecho las tropas de permiso en tiempos de guerra, beber, divertirme, olvidar por un momento sabiendo que cada segundo que pasa es un segundo menos de permiso...
Al principio todo es igual que ayer, pero ya pasan casi tres horas de un nuevo mes, de un día festivo con paz social porque estamos en confinamiento domiciliario, el coronavirus se propaga libre y la especie dominante en el planeta que ha llegado incluso a enviar máquinas más allá del Sistema Solar, esa especie está confinada, aterrorizada...
Pienso que es hora de apagar la luz pero me quedo dormido antes de acabar de pensarlo.


Viernes 1 de mayo

Hoy han celebrado que el hospital instalado en el IFEMA ha sido cerrado. La presidenta de la Comunidad de Madrid es acusada de populismo y propiciar que se rompiera el distanciamiento social al motivar el jolgorio que se montó, pero no era tal. Siempre a lo largo de la historia los soldados han celebrado la victoria en las batallas. Una explosión de alegría, de triunfo sobre la muerte, de alzarse sobre la podredumbre de la guerra en primera línea, donde hay que asistir a moribundos, apartar a los muertos. Ya hay por supuesto los y las tribuletes de analítica política diciendo cretineces, esas cretineces de los cretinos que siempre ven los toros desde la barrera y lo mismo protestan por los astados afeitados que aplauden en homenaje al torero que se desangra, cretinos, que sólo son cretinos. Si quienes están en línea de frente no pueden celebrar sus pequeñas victorias, quiénes somos los demás para salir a una terraza, a la peluquería, al paseo, a correr si nuestras valientes tropas de choque son criticadas por celebrar la victoria. Un día acabará esta guerra, ya no habrá confinamiento, ni nueva normalidad ni siquiera el peligro al virus, ese día de la victoria total todos y todas celebraremos la victoria como hoy la han celebrado en el IFEMA y mañana en algún otro punto de la nación...
Sin darme cuenta hoy me puse en modo policíaco de balconada cuando, al observar el exterior, veo que hay una niña pequeña sentada en el bordillo de un jardín, como si la prohibición de sentarse y bancos precintados no entrara en la mollera del adulto a su cargo. Dos parejas con crío pequeño cada uno, ellas paseando delante y parloteando, sin mascarilla; ellos detrás también tertuliando y los dos críos jugando juntos los últimos. Me parece que aún no captamos la magnitud de la nueva normalidad...
El sueño se disipa entre pensamientos encontrados. Me alegra que haya tramos horarios de salida, pero si no cumplimos nuestra parte en retaguardia, es salida para hoy con nuevo confinamiento en dos semanas, catorce días, el periodo de incubación...
Ha pasado un primero de mayo atípico, tal vez sea la nueva normalidad de las fechas de festejos variopintos sin celebración, recordando un tiempo pasado que es reciente pero siempre fue mejor que el confinamiento...
Un día de nueva normalidad, otra noche de insomnio anormal.


Sábado 2 de mayo

Día animado en la calle comparado con el de ayer, nueva comparecencia del presidente anunciando que pedirá otra prórroga del estado de alarma...
La verdad es que no por esperado suena más tranquilizador. Los presidentes autonómicos quieren gestionar la nueva normalidad, el Gobierno se resiste a ceder la centralización de la alarma y nosotros salimos en los tramos horarios asignados, seguimos las instrucciones pero los dos principales partidos políticos no son capaces de sentarse a planificar un futuro, a ser locomotoras para que el resto de formaciones sepan que sus chantajes emocionales son baladís y hay que planificar la que será una dura y fatigosa reconstrucción...
Es noche de sábado sin tráfico, sin salir de copas, salir de marcha, salir enamorados. Hemos comenzado a salir pero sin contacto cercano, salida de permiso para reponer fuerzas y tomar aire...
Las ciudades van a cambiar a modelos de tráfico de motor reducido y amplias avenidas para ciclistas, patinetes y similares. He visto a mi ciudad adaptarse al tráfico durante décadas y ahora hay que desmantelar para volver al patinete. Supongo que los munícipes aprovechan la coyuntura para cumplir sus promesas electorales que nunca se cumplen en lo relativo al medio ambiente urbano...
Sigue la polémica por la celebración en el IFEMA. Si van a sancionar a las tropas de choque por celebrar la euforia de una batalla victoriosa, algún político debería ser fusilado dos veces por traición...
Pongo la radio pero no logro ponerme en modo sueño y además he engordado otro kilo. Extraña guerra que no hace padecer hambruna y sí de aumento de peso. El tabaco curaba o aliviaba el miedo y la ansiedad de la retaguardia. Ahora son los guisos, la repostería de confinamiento, las birras sedentarias...
Me río para mis adentros antes de dormir, pensando en que este coronavirus cumple la máxima del refranero español que afirma que lo que no mata, engorda.



Domingo 3 de mayo

La cifra de muertes diarios ha descendido, la gente pasea animada por las calles y la televisión no deja de propagar que dentro de una semana, en la fase 1, las cosa será más liviana. Un algo ruso de la sanidad afirma que en junio se acabará la pandemia pero otro de otra parte en otra parte afirma que habrá repuntes. La economía y la recuperación siguen preocupando en esta nueva normalidad tan anormal si se compara con la normalidad normal...
Tengo curiosidad por ver qué pasa con el tema de las peluquerías y si puedo ir a cortarme el pelo, todo indica que sí pero habrá que andar vivo para el tema de coger la vez. De todas formas algo me dice que será más prudente esperar otra semana para hacer las nuevas salidas permitidas. Lo de tomar el cafelito mañanero pidiendo vez, sin poder tener cercanía, disimulando normalidad en la nueva normalidad. No sé, tengo sentimientos encontrados y aunque ansío ver y abrazar a los míos presiento que esto sólo es un respiro en la oscuridad y no la sombra de una nueva normalidad, de un nuevo día sin nuevas normas...
He encontrado viejas fotos. Qué dirían los ausentes si vivieran estos días extraños, me pregunto mientras las guardo, supongo que para sacarlas de nuevo en otro momento de esos en que sin quererlo te encuentras con viejas fotos...
Ha sido una jornada soleada, como si fuera el heraldo de un largo y cálido verano que nos espera en la nueva normalidad. Trato de mentalizarme para adaptarme a un verano anómalo como esta anómala primavera, sin verbenas ni festejos como siempre, como antaño. Mi mente me dice que el verano aún está a distancia y saldremos de la primavera sin estado de alarma y sin estar alarmados, pero no me animo...
Me duermo prometiendo a las ovejas del cuento de contar que tengo el firme propósito de ponerme en marcha y perder las lorzas que he ganado durante el confinamiento domiciliario, pero me asalta a la mente una noticia que he leído antes de acostarme donde el gerifalte de prensa de un gerifalte del gobierno catalán ha dejado en las redes sociales, luego borró el mensaje, que la vía armada podía ser una solución, pobre cretino y pobres de sus votantes. Pasa en otras partes del mundo donde el populismo nacionalista se ve impotente cuando hay que ser estadistas. Ya había que tener cuidado con los números, ahora además hay que plantear un escenario de lucha armada como opción...
-¡Estos romanos están locos!- recuerdo que me decía siempre un viejo kameraden mientras trato de conciliar el sueño.


Lunes 4 de mayo

Nada más levantarme he llamado al peluquero. Tengo cita para el viernes de la semana que viene. Es una pijada, lo sé; es una cosa de rollo psíquico, lo sé; pero saber que podré ir a cortarme el pelo ya me estaba taladrando las neuronas...
Han estado emitiendo todo el día en distintos programas y canales la nueva normalidad para ir a tomar el cafelito mañanero y aparte que será un coñazo, tiene toda la pinta de inviable por el riesgo de contagio aunque supongo que iremos de todas formas...
El Gobierno pierde apoyos en principio para prorrogar el estado de alarma este miércoles. Yo no entiendo y escuchando a diestras y siniestras dan vergüenza ajena. Los propósitos de enmienda desaparecen como cuando se acaba la navidad y vuelven al viejo estilo de ataques mirando citas electorales. Tal vez haya que llegar a los treinta mil compatriotas muertos, tal vez haya que volver a tener pandemia descontrolada para que terminemos de ver la realidad...
He intentado hacer ejercicio, pero ni es mi rollo ni tengo costumbre mientras me acostumbro a los kilos de más aunque supongo que este verano de playa nada y tomar el sol se limitará a estar en la ventana y darse un chapuzón limitado a la ducha, cosas de la nueva normalidad donde no se cansan de repetir que durará hasta que se tenga una vacuna. Pero espero con ansia la semana que viene y la fase uno...
Me he desvelado otra vez y tomo una pastilla para dormir aunque me duermo entre remordimientos y miedo a engancharme a ella...
Pero necesito dormir a pierna suelta.


Martes 5 de mayo

Al ir a levantar la persiana esta mañana he sentido un agudo dolor en el pulgar derecho. No puedo ni sujetar un bolígrafo y todo por culpa de tratar de entretenerme con el ordenador. Era un juego trepidante pero debía usar las flechas de dirección y confieso que hubo un momento de paroxismo donde tecleaba frenéticamente. Por lo visto me pasé de rosca y hoy tengo el pulgar dolorido y duele más si intento hacer cualquier movimiento con él. En consecuencia he de retrasar mi plan de actividad física para hoy...
Parece que finalmente el Gobierno logrará aprobar su propuesta de prorrogar el estado de alarma. La cosa está caliente con presidentes autonómicos de peso, y pesado alguno, el líder de la oposición y el líder del Gobierno pensando en clave electoral cuando hacen manifestaciones públicas. La cosa debió de estar chunga porque los anuncios de caos en la circulación entre territorios, caos en los subsidios y caos en la economía si mañana no se aprobara la prórroga, son constantes. Es dantesco pero cómo no olvidar que seguimos en guerra cuando nuestros representantes ya actúan en la nueva normalidad como en la normalidad normal. Normal que nos relajemos en la distancia social, normal que nos contagiemos de propaganda electoral y normal que quienes pregonan su superioridad moral sigan embaucando a sus electores, todo es jodidamente normal salvo para el resto de la masa que seguimos en la nueva normalidad...
Estoy cabreado y crispado, no si del puto confinamiento o de la puta realidad que parece querer que vivamos en una irrealidad. Siguen muriendo por centenares pese a lo bueno de los datos en la estadística, pero ya volvemos a ser como si los muertos ya no fueran nuestros muertos si no por causas normales, los que mueren cada día en un día normal...
Me quedo un buen rato viendo un programa de viajes de un simpático inglés que viaja en tren, pero de repente me di cuenta de que no puedo viajar en tren, no puedo viajar a ninguna parte...
Casi ni puedo viajar al sueño reconfortante.


Miércoles 6 de mayo

Me sigue doliendo el pulgar...
Finalmente se amplía otros catorce días el estado de alarma. Es lo mejor, entre que estamos olvidando que estamos en guerra y la clase politica en clave electoralista, levantar el estado de alarma era una temeridad. Nos estamos relajando mientras que nuestras tropas de choque, los sanitarios, caen contagiados y extenuados pidiendo menos aplausos y más conciencia, pero es inútil. Nos relajamos y, entre líneas, está claro que están preparados y nos preparan para un repunte, incluso en Alemania hablan de un tercero. Todo es posible en la nueva normalidad...
He visto una foto de un paciente en la UCI. Había escuchado testimonios de recuperados y sanitarios, pero ver un cuerpo adulto, con sólo un pañal, tumbado boca abajo, entubado, entubada, ha sido brutal. He tomado conciencia de que mientras dure el estado de alarma seguiré en confinamiento salvo salir lo imprescindible. Pedir cita o esperar cola para tomar un café o una cervecita no es ir a tomar algo, al bar, a la calle, es otra cosa, un sucedáneo. No voy a engañarme pensando que recupero algo de la normalidad. La nueva normalidad es como un apisonadora, avanza lenta mientras nos vestimos rápidos para salir pero te alcanza y lo aplana todo. Las ilusiones, los sueños, la fingida normalidad...
En la nueva normalidad se tarda en dormir, pero es miércoles, día del cava resto de navidades pasadas y a tenor de la calidad, alguna ya añeja. Si en la ISS permiten veinticuatro horas de asueto a la semana a las y los astronautas, cómo no dedicar un día a la relajación etílica. Sé que me engaño, pero al menos controlo las ansias de pillar unas cervezas. Una cosa es en casa y otra ir de copas, de vinos o de birras. Es peligroso beber en casa en esta nueva normalidad...
Intento conciliar el sueño, pero me viene a la mente la foto de la UCI. Enciendo la radio, sintonizo al azar, moviendo despacio el dial hasta que encuentro un viejo blues y me abandono a las sensaciones...
Al menos lo intento, una noche más o una noche menos, quién sabe.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton  Jr. IV

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