The Adversiter Chronicle

jueves, 29 de noviembre de 2018

"Ni a pata ni alpargata y menos a La Alcarria", suplemento viajero cutre


Suplemento viajero cutre de The Adversiter Chronicle

Viaje al peluquero

El viajero tiene viajes ineludibles al cabo del mes e ir al peluquero es uno de ellos, siempre más gratificante para el viajero que viajar al médico u visitar al banquero, al primero porque se entra sano y se sale enfermo y al segundo porque, una vez que te estrechan la mano, hay que contarse los dedos, que cantaba el poeta...
Le gusta al viajero ir al peluquero, es inevitable si no quiere andar con greñas, pero siempre por el camino recuerda el viajero cuando era niño y le acompañaba su abuelo. Era un peluquero viejo, el viajero recuerda nítidamente aquel peluquero y su peluquería, mayor de mandilón blanco, poco más alto que su sillón de peluquero, canoso y de bigote y que no paraba quieto. El niño que era el viajero le miraba con esa mirada de susto cuando un niño ve el mundo de los adultos, el olor flotando en el ambiente...
Camina el viajero al peluquero en una mañana fría, de cielo gris con cleros azules que alumbran la esperanza de que se imponga el sol pero que se oculta en cambio tras asomar fugazmente. Su peluquero es profesional de la vieja escuela: dos sillones, una pequeña estancia que sirve de salita de espera con una mesa bien surtida de caramelos y revistas con la prensa diaria...
Pero sigue la mente del viajero recordando aquel viejo peluquero al que le llevaba su abuelo. Pese al tiempo transcurrido, siempre vuelve a aquella mañana en que fue con su abuelo. El viajero recuerda mientras sigue caminando que había dos clientes, tres con él, esperando a que finalizase al que estaba delante. Recuerda perfectamente el olor a colonia y que había cháchara entre los clientes en espera y el peluquero que hablaba a la vez que hacía su faena...
El peluquero actual del viajero sabe de su oficio, habla pero si el cliente no es de hablar, respeta el silencio mientras hace su trabajo con afán y si tercia conversación, nunca entra en polémica, claro que el viajero es parco en conversación porque su mente suele estar en otra parte, en realidad el viajero encuentra tedioso el proceso de corte de pelo y se abstrae con el resultado de que reina el silencio por lo general cuando se corta el pelo...
Otra vez, como cada vez que el viajero viaja al peluquero vuelve aquella mañana con su abuelo, conversación animada pero sucede entonces lo que al viajero le parece su primer trauma de la infancia. Miraba el niño que era el viajero como cortaba el pelo aquel viejo peluquero, puede vivir de nuevo como mira con fascinación y temor al viejo peluquero afilar la navaja de rasurar, como, sin parar de hablar, inclina la cabeza del cliente para rasurar la patilla y, como si lo estuviera viviendo de nuevo, el chorro de sangre salir, la cara de susto del cliente, la cara de pasmo mientras ruega disculpas...
El viajero cree recordar que volvió a casa y pidió a su madre no volver a ese viejo peluquero con su abuelo. Pero es sólo una invención porque no recuerda el viajero si volvió y más bien presupone que dejó de ir porque se murió, aunque el recuerdo del recorte con sangre sigue vivo...
Llega el viajero a su peluquero y antes de entrar se despide del recuerdo de su infancia, de su difunto abuelo, de la sangre que era más oscura de lo que aquel niño creía porque nunca había visto sangre de verdad. Le saluda el peluquero que apura su trabajo final con el cliente en el sillón y el viajero, de esa forma casi furtiva inevitable mezcla de pudor y falsa vergüenza, coge un caramelo, se sienta y espera su turno.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton  Jr. IV

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