Suplemento
cinematográfico cutre de The
Adversiter Chronicle
THE INFILTRATOR (2016)
El
subgénero de cine policíaco y de acción donde el protagonista es
un policía infiltrado con los delincuentes siempre ha tenido
aceptación por el público, desde El
enemigo público de
1931 hasta Sérpico,
por
citar dos títulos que siempre queda como muy fino y erudito. La
dirección de Brad Furman maneja con oficio los resortes del género
y logra dar a la película un aíre de credibilidad, sin violencia
efectista ni sangre gratuita donde la violencia sucede muy rápida,
de forma inesperada aunque se respire un ambiente cargado de
agresividad. Por otra parte los actores y actrices están soberbios
pese a que vemos tópicos de otros títulos pero con la diferencia de
que la hechura parece casi europea, deteniéndose más de lo normal
en profundizar en la psique de los personajes, mostrando que los
grandes narcos también creen en valores que en teoría quedan para
el resto de la sociedad que paga y mantiene las fuerzas de la ley por
combatir a los traficantes...
Un
honrado y honesto policía trabaja en operaciones como infiltrado. Le
gusta su trabajo y lo prepara cuidadosamente en cada caso de
infiltración porque quiere terminar la jornada o la investigación y
regresar al hogar con una mujer que le ama y dos hijos que crecen
felices e ignorantes del peligro que pasa su padre en el trabajo. Le
designan para una infiltración que pretende llegar a la cúpula
financiera y traficante que vela por los intereses de Pablo Escobar.
Tendrá que trabajar con dos nuevos compañeros, un policía que se
desenvuelve en los ambientes de narcos sudamericanos y que choca con
el carácter del protagonista así como una novata en infiltrarse que
se hará pasar por su prometida. Por el camino, vemos y escuchamos
cómo la política de guerra a las drogas del presidente Reagan era
una hipocresía porque el sistema necesita del dinero que genera la
demanda de droga en los Estados Unidos.
Brian
Cranston, al igual que el resto del reparto, brilla porque es una
película para actores porque interpretan personajes que en la vida
real interpretan un papel que ocultan como son en realidad, desde los
policías a los narcos. No es fácil encontrar protagonistas humanos
en el cine actual donde priman los efectos digitales. Cranston
recuerda a Alfredo Landa en Los
santos inocentes por
la riqueza de matices que aporta su rostro, esas miradas a su esposa
donde reina el silencio y sin embargo la cara muestra multitud de
cosas que se quedan sin decir y se dicen con la mirada. Parece hasta
casi grotesco en algunas escenas como la de la santería donde vemos
un ser humano y no un poco menos que un súper héroe que aguanta
todas las torturas, aquí no; aquí vemos un hombre que siente el
miedo pero que mantiene el autocontrol para no delatarse aunque no
logra controlar la angustia, ese miedo que todos sentiríamos y que
logra transmitir en su interpretación...
Destacar
en el elenco, numeroso en machos alfas, la teutona belleza y
solvencia interpretativa de una Diane Kruger en un papel que logra su
lucimiento como actriz. Se echa de menos y en falta que no se
profundizara más en el personaje de la esposa del protagonista, tal
vez por ello el duelo de ambas cuando la Kruger va a casa de la
esposa por el traje de boda de su supuesto prometido, se hace breve,
escaso cuando de haber durado el metraje veinte o treinta minutos más
hubiera dado una dimensión más profunda a la historia. Pero la
Kruger está que krujer,
ilumina
la pantalla y alegra la vista...
Destacar
también a un actor que nos encanta, lastrado quizás para papeles de hispano
cabrón por su careto. Sin embargo, al igual que otros del elenco de
secundarios, siempre que interpreta es solvente. Nos referimos a John
Leguizamo, que nos hace dudar de si su estado cebón es adrede para
el papel o es que se ha puesto así de verdad. Actor solvente y cuyo
físico le hace acorde para ese tipo de papeles de hispano, ya sea un
hispano fuera de le ley o dentro de ella aunque nos hicimos unas
risas al término del film de que vaya colmo de actor hispano en que
para una vez que hace de bueno es fingiendo por sus pintas que es
malo...
Citar
la entrañable presencia de Simón Andreu, ese magnífico actor que
siempre sorprende apareciendo en un personaje en la película que
menos te esperas. Es cierto que si el bueno del Andreu aparece pronto
en pantalla puede parecernos que estamos ante una chusca producción
o coproducción, pero no es así, se ha ganado un puesto en los
probables dentro de una elección de reparto y aquí es aún más
entrañable haciendo de oficial narcotraficante que se pilla unas
torrijas de miedo que le hacen acabar irremediablemente tirado en la
cama...
Pero
algo falla, a mitad del metraje la cosa se vuelve previsible y
conocida. Mucha culpa la tiene el papel de los narcos intermedios que
nos suenan poco realistas tras una primera mitad de mostrar
profundidades de los personajes casi al estilo europeo, de forma
rápida pero sin el frenesí de otros títulos. Lo más logrado es
esa tensión que se palpa a medida que se va infiltrando en la
estructura de los narcos. Se ve de un tirón porque no tiene tirones
salvo ese suave y constante tirón hacia lo ya visto, sin duda era
para dar acción pero nos suenan, reiteramos, a típicos malos con
tópicos confortables a la retina y a la taquilla pero poco realistas
por exagerados. Es una buena película que nos deja la impresión de
que le falta algo para ser un taquillazo y seguramente a medida que
pase el tiempo irá ganando enteros y sitio propio en el panteón del
subgénero...
Hay
que verla.The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
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