Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Libro: Iván
el Terrible
Autor:
Benson BobrickEditorial: Ediciones Martínez Roca, S. A.
Traducción: Jordi Fibla
A veces, buscando un título que trate sobre un tema, lo
escoges pero algo te da mala espina. Me ha ocurrido con el libro que
os propongo hoy donde además de saciar la curiosidad por un
personaje histórico me temía que sólo quedara en una crónica de
atrocidades y crueldad, pero me encontré con una deliciosa obra que
se devora y se lee casi de un tirón ya que trata de la fragua donde
se forjó el carácter de Rusia como nación: una crónica de
Moscovia y del monarca que creó el alma rusa.
Porque Rusia siempre ha desconcertado y fascinado al observador
extranjero desde el siglo XVI hasta hoy en día donde damos por hecho
que las formas y maneras de gobernar son herencias de la URSS, pero
en realidad todo data de Iván IV, con el sobrenombre del Terrible.
Pero como zar supo aunar la corte bizantina y la mogola en su boato,
el protocolo de la corte aunando religión y nacionalismo, forjando
leyendas que se convirtieron en mitos, que daban forma a la tercera
Roma tras Bizancio. Un destino para crear Rusia con eternos problemas
fronterizos y de relación con otras naciones. Una historia de la
Europa del este que siempre se ve como ajena en el lado occidental,
como si Rusia fuera europea pero en la lejanía y con grandes
diferencias en la forma de gobierno...
Benson
Bobrick, poeta y erudito de origen ruso, se doctoró en literatura en
la Universidad de Columbia. Es autor de numerosos libros de historia,
entre los que destaca Iván
el Terrible, que mereció
el honor de ser seleccionado como `libro más importante´ por el
History Book Club de Estados Unidos.
Datos sacados de la contraportada y actualizados al año
de edición, y sin más verborrea, unas breves reseñas que os
inciten a su apasionante lectura...
Moscú...
“En
su origen, la ciudad de Moscú era un villorrio en un recodo del río
Moscova. Nunca se ha sabido el origen de ese nombre, aunque para el
moscovita del siglo XVI, para quien la historia bíblica y la rusa
estaban entrelazadas, estaba relacionado con `nuestro antepasado
Mosoc, hijo de Jafet, nieto de Noé´. Las excavaciones arqueológicas
revelan que en ese lugar existió algún tipo de asentamiento ya en
el neolítico, pero el nombre de Moscú no aparece en las crónicas
hasta 1447, época en la que es una población fronteriza entre
Súzdal y Ryazán. En 1156, el príncipe se Súzdal, Yuri Dolgoruki,
sedujo a una princesa que, aunque casada, le correspondió
apasionadamente porque `lo hacía todo conforme a sus deseos´.
Cuando el marido protestó, Yuri lo mató y confiscó sus posesiones.
Al año siguiente rodeó la propiedad con una empalizada.”
Creciendo entre boyardos...
“Iván
vivía entre extraños en un mundo dividido. Oficialmente, como gran
príncipe, `jugaba un papel principal en el esplendor de la corte y
las ceremonias eclesiásticas, se sentaba con solemnidad en el trono
cuando recibía a los embajadores extranjeros y aparentemente era
respetado y adulado´. Pero cuando no estaba a la vista del público,
como él mismo diría más adelante, no cuidaban de él, le vestían
y alimentaban de un modo inadecuado, le sometían a otras muchas
vejaciones y a veces le trataban `como a un mendigo´. Jamás
olvidaría las humillaciones que sufrió, que dramatizaba
repetidamente en sus cartas y sus oraciones, y cuanto más exageraba
la idea de su propia realeza, más ultrajantes le parecían,
retrospectivamente, aquellas transgresiones. No sólo `no estaba en
posesión de mi voluntad -escribió-, sino que todo lo que
experimentaba era impropio de mis tiernos años´.”
Primer juicio político en Rusia...
“En
mayo juzgaron a Máximo y le condenaron por los errores gramaticales
en sus traducciones litúrgicas, basándose en que eran
adulteraciones heréticas del texto. También le condenaron por el
mero hecho de haber intentado la traducción -la misión para la que
le habían reclutado-, porque ello implicaba que la traducción
original era defectuosa, aun cuando `nuestros santos oraron de
acuerdo con esos libros y se salvaron´. También le denunciaron de
manera similar porque `nuestros mártires santificados no se
opusieron a ella´. Máximo, incapaz de rechazar tales acusaciones,
fue sentenciado a cadena perpetua en el monasterio de Volokolamsk,
donde le torturaron cruelmente, le encadenaron, le negaron libros y
material de escritura y le hicieron compartir su celda con un
informador del gobierno.”
Livonia...
“Sin
embargo, la realidad entre bastidores era distinta. Para empezar, las
intrigas livonias de Iván no daban resultado. En el otoño de 1563,
estableció contacto con cierto conde Artz, que controlaba los
castillos que Segismundo había pignorado a Johan en su préstamo.
Tanto Erik como Segismundo los reclamaban, pero Artz ofreció su
venta al zar y el 8 de noviembre de 1563, confirmó el trato. Los
polacos, que no estaban dispuestos a tolerar su pérdida, capturaron
a Artz, le llevaron a Riga y le descuartizaron en público con
ganchos de hierro. Ninguno de los castillos cayó en manos de Iván,
quien, decepcionado, planeó su venganza. En enero de 1564, una vez
concluidas las negociaciones con los polacos y, según la tradición,
con un intercambio de insultos y exigencias imposibles, tropas rusas
procedentes de Polotsk y Smolesnsk convergieron por el sur en Minsk,
pero un regimiento sufrió una emboscada cerca de Vitebsk y, empujado
al sur, hacia Chasniki, fue exterminado a orillas del río Ula. Las
unidades que marchaban a su encuentro fueron aniquiladas cerca de
Orsha.”
El saqueo de Novgorod…
“Al
emprender su infame venganza, Iván se preocupó ante todo de ocultar
perfectamente sus intenciones. En Moscú nadie sabía dónde estaba.
Ni siquiera el jefe de la tropa que le precedía conocía sus
intenciones: cada mañana, Iván le daba un mapa en el que señalaba
el lugar de acampada del día siguiente, con la advertencia de
mantenerla en secreto y no elegir otro lugar bajo ninguna
circunstancia. La expedición se acercó a la capital dando un amplio
rodeo y, usando unos métodos que pronto emplearía para hacer
cumplir la cuarentena en tiempos de epidemia, los soldados mataban de
inmediato a todo caminante con el que tropezaban, para evitar que se
anunciara su avance.”
Eliminando a su hijo y heredero...
“Un
zar hacía lo que tenía que hacer. `ten presente el recuerdo de
Constantino...´. El zarevich tenía, pues, tres factores mortales en
su contra: su esposa, su popularidad entre el pueblo y su evidente
competencia para reinar y su carácter rebelde. Es de suponer que en
sus exabruptos Iván decía a su hijo que no comprendía en absoluto
cuáles eran los intereses estratégicos de Rusia, o que ni siquiera
sabía elegir una consorte adecuada. El 14 de noviembre, cuando
tropezó con Elena `sentada en un banco, en una cálida habitación´,
ataviada sin recato (cosa impropia de una zarina) con una simple
camisa, le dijo que no sabía vestirse y la golpeó violentamente. El
zarevich intervino; Iván alzó su bastón con contera de hierro y le
clavó la punta en un costado de la cabeza. Algunos dicen que Boris
Gudonov estaba presente y que, al intentar frenar a Iván, éste le
arrojó brutalmente a un lado.”
El fin del zar de Rusia...
“Hacia
enero de 1584, empezó a mostrar signos de putrefacción interna, una
`dolorosa hinchazón del escroto -según Horsey-, con el que había
causado las más horribles ofensas, pues se jactaba de haber
desflorado a mil vírgenes´. Cada día le llevaban de un lado a otro
en una silla de manos y a menudo permanecía en la cámara de su
tesoro fabuloso, atormentado porque tendría que dejar atrás todo
aquello. Apresuradamente, se dispuso el envío a Moscú de sesenta
brujas de Laponia y cada día Bogdan Belski les consultaba y
transmitía sus predicciones al zar. Belski no se atrevía a
decírselo todo al zar, pues las brujas acordaron unánimemente que
`los signos de las constelaciones y los planetas más fuertes del
cielo estaban contra el emperador´ y predijeron de forma categórica
la muerte de éste para el 18 de marzo. Belski les advirtió que
sería mejor para ellas que no se equivocaran.”
Fascinante crónica para conocer la desconocida historia
rusa y un zar que dejó una impronta indeleble, para bien y para mal,
que perdura en la historia moderna y del siglo XX, como si Rusia
estuviera condenada a sufrir con sus gobernantes, obsesionada con la
seguridad de sus fronteras y aplicar a la política tácticas que
abarcan desde el asesinato a la crueldad en los métodos. Es
inevitable pensar qué hubiera hecho Iván el terrible de disponer de
material radiactivo o de una cadena televisiva con difusión
planetaria...
Posiblemente lo mismo que Putin, quién sabe.The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
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