The Adversiter Chronicle

martes, 31 de julio de 2018

REFLEXIONES EN VOZ ALTA de Skizo´s Blues


Hay cosas que nunca dejan de sorprenderte pero hay otras que siempre te sorprenden. Nacido en la sociedad del bienestar, desconozco carencias básicas como un hogar, una familia, desamparo…
Tampoco soy garganta de salmos y pituitaria de olor a sacristía e incienso, así que desconozco la caridad cristiana, que por otra parte me parece falsa y falsaria por parte de los sacerdotes y gerifaltes religiosos de la religión de turno. Sí conozco la solidaridad, la generosidad con el prójimo porque tod@s somos iguales como especie y como humanidad.
Hoy paseaba por la calle perplejo porque no me percaté de que era festivo, así que saqué todo decidido el jodido ticket de la jodida O.R.A, todo un descarado robo a mano armada ya que si uno es habitual, que no residente, de una zona de la ciudad deberían establecer un mecanismo para tarifar según categorías de usuario del estacionamiento, y lo coloqué en el salpicadero decidido a tomar un café. Fue al pasear por las aceras de la ciudad que me percaté de algo raro, extraño y entonces mis neuronas de procesamiento cayeron de la burra para percatarse esta vez de que algo había oído que las fiestas se corrían, se ve que también les gusta el arte de la jodienda, al lunes si coincidían en domingo.
El caso es que al cruzar la calle vi a un tipo pidiendo limosna. Insensibilizado ante la visión constante de pedigüeñ@s de todo tipo de pelaje, desde la mujer con criatura amamantando, al tipo que siempre te encuentras en los bares gastando en tragaperras pasando por “los sin techo” y residuos varios del Sistema, no presté más atención que la debida: observancia y olvidar su presencia cuando me cruzara con él, hacerlo invisible a mi campo de visión, de ética, de moral y de ser humano. Ignorarle en suma, como hacemos, como hago, siempre…

Tenía aspecto aseado y de vestiduras en buen uso, sin ese mal gusto inherente a la ropa de la caridad y sus estamentos para repartirla. Un cartel que, creo recordar, decía: por circunstancias temporales necesito una limosna.
Estaba sentado en el bordillo de un escaparate, con el cartel apoyado en sus piernas y en el regazo una bolsa mochila con un cuenco para recibir las monedas y un libro. Estaba leyendo un puto libro.
Al llegar a este punto podría deciros que me acerqué a él, que le ofrecí un cigarro y que traté de darle calor humano porque sé que a veces hay que sacrificar la dignidad junto a la vergüenza del decoro y el amor propio cuando las circunstancias te obligan a sacrificarte o simplemente luchar por sobrevivir. Que estuvimos hablando porque me sorprendió ver a un limosnero leyendo mientras pide, lejos de esas absurdas pantomimas de descendientes del Lazarillo de Tormes que van desde caritas de pena a malos modos sazonados de carteles que narran telegráficamente sus tragedias. Que me contó que la crisis le ha golpeado fuerte e inesperadamente, que pide por necesidad y que lee un libro porque así no piensa en su circunstancia y verse obligado a mendigar. Que le di 10 aurelios para ir a comer o al menos tomar algo caliente. Que nos despedimos con un apretón de manos y que espero haberle reconfortado alejándome de él…
Pero estaría mintiendo.
Simplemente pasé a su lado sorprendido de la dignidad hecha mendigante y me pregunté dónde están esos creyentes que dejan al prójimo mendigar cuando a lo mejor en circunstancias normales…
Me alejé de su lado pensando que igual era otro truco de pedigüeño pero no pude evitar un amargo remordimiento porque yo también me refugio en un libro cuando debo pedirle al destino que me ampare con una limosna.
No estamos en Navidad y es un día de la semana, festivo, pero igual que el resto de días del año…


The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton  Jr. IV

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