Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
-De cómo el duque de Windsor traicionó a los aliados-
Autor:
Martin AllenEditorial: Tusquets Editores S. A.
Traducción: Mª Luz García de la Hoz
Edición: Mayo 2001
Ha
pasado a la historia, y se ha vendido a las generaciones posteriores
a la II Guerra Mundial, como imagen del romanticismo, el monarca que
renunció a su corona por amor. El duque de Windsor que hubiera
pasado a la historia como Eduardo VIII pero que puesto a elegir entre
ocupar el trono y renunciar al amor eligió lo segundo se nos
descubre en esta obra como un simpatizante de los totalitarismos de
derecha como solución a los totalitarismos de izquierda que no dudó
en trabajar para la creación de un Estado fascista en Gran Bretaña
del cual sería máxima autoridad...
Desmontando
el cliché romántico, descubrimos un hombre destinado a ser rey que
ve con horror la revolución en Rusia y el sistema soviético que le
siguió a la vez que encuentra en el fascismo italiano y el régimen
nazi en Alemania unos valores cuyos logros económicos y sociales
considera el único contrapunto a la revolución comunista. Una época
de entre guerras aún desconocida para el gran público y donde
descubrimos que la maquinaria nazi no se reduce a Hitler ni éste
resulta un fanático, que también, pero capaz de jugar en el Gran
Juego y que vio en el duque de Windsor la solución a la guerra
contra Gran Bretaña para poder concentrarse en la invasión de la
URSS. Una nueva perspectiva para comprender el éxito de la ofensiva
nazi sobre Francia desbaratando los planes aliados y el
incomprensible error de permitir la retirada por Dunkerque...
Martin
Allen nació en 1958 en Caerphilly (sur de Gales). Estudió en el
King´s College de Cardiff. Tras ejercer varias actividades
relacionadas con el arte y la arquitectura, volvió a aquella en la
que le había iniciado su padre: la investigación histórica, en la
que se ha convertido finalmente en un experto.
Datos
de la contraportada y actualizados al año de edición pero sin más,
unas breves reseñas que os animen a su apasionante lectura:
Nacido
para reinar...
“Hay
que recordar que si Eduardo VIII no hubiera abdicado en 1936 habría
seguido siendo jefe del Estado británico hasta bien entrados los
años setenta; y lo más probable es que el mundo y la historia
británica posterior a 1937 hubieran sido muy diferentes si hubiera
permanecido en el trono. Las razones son muchas y complejas y, a
pesar de las fotografías modernas y de la aspiración de Eduardo a
ser un `hombre moderno´, hay que comprender que por nacimiento era
un victoriano de fines del siglo XIX. Vivió la experiencia del ocaso
del viejo mundo de prerrogativas imperiales y reales, y fue testigo
del surgimiento del nuevo y moderno mundo de los teléfonos, los
cines, los transatlánticos, los coches y los aviones. Desde que
nació llevaba grabado en su espíritu que era único y digno de
respeto. Él mismo estaba convencido de que había nacido para ser
rey. La historia de lo que sucedió realmente en 1939-1940 tiene que
empezar por tanto desde el principio de todo, ya que los actos de
Eduardo no fueron impulsivos ni improvisados, sino que se basaron en
cuarenta y seis años de experiencia y en un cúmulo de
circunstancias.”
La
boda con Wallis Simpson...
“El
día de la boda, el jueves 3 de junio de 1937, lució un sol
esplendoroso, pero fue en conjunto mucho más tranquilo de lo que
había esperado Eduardo, muy distinto del acontecimiento real que
había planeado. No asistió ningún miembro de su familia. Este
desaire público ofendió mucho a Eduardo. Wallis escribiría
después: `La orden tácita se había dado, el palacio de Buckingham
haría como si nuestra boda no existiera. No iba a haber
reconciliación, ninguna muestra de reconocimiento oficial´.
Repudiado por su familia, Eduardo advirtió que muchos amigos suyos
se distanciaban de él para no disgustar a la Casa Real. Incluso hubo
problemas para encontrar un cura dispuesto a celebrar la boda, ya que
la iglesia anglicana no permitía que una divorciada se casase. Al
final aceptó casarlos un sacerdote llamado Jardine, que por aquel
hecho cayó en desgracia ante las autoridades eclesiásticas. Los
invitados que asistieron fueron vergonzosamente escasos, incluso para
las costumbres modernas, y al final sólo dieciséis amigos íntimos
en el comedor de Candé, que es donde se celebró la ceremonia.”
Planes
del duque para lograr la paz con Hitler...
“Era
muy poco lo que podía hacerse en 1939 para mejorar las relaciones
entre Alemania y Gran Bretaña, aparte de que Hitler ordenase
retirarse de Polonia (la única solución aceptable para los
políticos británicos); la otra solución era introducir cambios en
el gobierno de Londres y en la jefatura del Estado. Hay indicios que
señalan que se estaba preparando la segunda solución, pues se
recordará que Eduardo se consideraba cabecilla del llamado
Movimiento por la Paz, el colectivo para el que librar otra guerra en
los campos de Francia y Bélgica equivalía a repetir la sangrienta
pesadilla de la primera guerra mundial. Hay que recordar igualmente
que, a pesar de haber abdicado, Eduardo seguía creyéndose el
legítimo jefe de Estado británico, y si alguna vez vacilaban sus
convicciones, allí estaba Wallis para reforzárselas.”
En
España...
“El
país estaba regido por un gobierno militar fascista presidido por el
general Franco, que estaba en deuda con Hitler y Mussolini por el
apoyo que le habían prestado durante la contienda civil. España era
pues una nación que comulgaba con la filosofía nazi sobre el futuro
de Europa y el mismo Franco se diferenciaba poco de Mussolini en su
forma de gobernar. Hitler abrigaba esperanzas de que España se
uniera a las potencias del Eje y contribuyera a crear el nuevo orden
mundial, pero con deudas y todo, el astuto Franco mantuvo a su país
alejado del conflicto bélico. Pese a ello, dejó que España fuera
durante años tierra de paso de ciertos productos clave que
necesitaba Alemania, como hierro, mercurio, carbón y, por increíble
que parezca, petróleo estadounidense, que llegaba por las islas
Canarias, cruzaba España y la Francia ocupada y se vaciaba en el
corazón del Reich. El otro quebradero de cabeza del gobierno
británico era que el duque de Windsor tenía amigos y parientes
entre la aristocracia española, en particular el infante don
Alfonso, hijo segundo del rey Alfonso XIII, general del ejército del
aire y hombre adepto a la ideología del generalísimo Franco.”
Propuesta
nazi...
“El
informe de Schellenberg del 28 de julio dice que las conversaciones
fueron entre Hess y el duque, mientras Heydrich estaba con Winzer, es
decir, que dos negociadores estaban juntos mientras los dos policías
veteranos se encargaban de los asuntos de seguridad. Al final de la
reunión, el duque solicitó un plazo de cuarenta y ocho horas para
meditar lo que le habían propuesto. Tuvo que ser una proposición de
envergadura suficiente para impedirle tomar una decisión inmediata y
sabemos que los alemanes estaban deseosos de que Gran Bretaña se
retirase de la guerra. ¿Se refería a esto la propuesta? `Viktor´
no vuelve a mencionarse en los cablegramas, lo que significa que se
fue inmediatamente después de hablar con el duque, dejando a
Heydrich y a Schellenberg para recoger la respuesta.”
Libro
sin concesiones a la duda respecto a la conducta traidora de un rey
así como los sucesivos intentos de borrar todo rastro de traición
hasta dejar grabada en la memoria colectiva la historia superficial,
edulcorada y alocada del duque de Windsor. Ideal para amantes de la
lectura sobre entresijos de la historia en lecturas nocturnas de
curro y mesita de noche, convalecencias y puentes festivos. A la
suegra es ideal para regalo ya que aunque no leerá ni una página,
al ver a los duques se emocionará y dejará por un día sus
reproches de vivir a costa de su sopa boba...
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
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