Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Libro: La
costa fatídica
-
La epopeya de la fundación de Australia - 
Editorial: Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores
Edición: Primera edición 2012
Traducción: Ángela Pérez y José Manuel Álvarez
Finales
del siglo XVIII, Inglaterra ha sentado los cimientos de su Imperio
Británico merced a su poderío naval y ser la cuna de la Revolución
Industrial donde los trabajadores del campo se trasladan a las
ciudades industriales, además, las leyes inglesas que castigan
severamente el hurto y con penas más severas aún basadas en el
látigo como pieza fundamental de castigo y la cárcel como destino,
han saturado la población reclusa que se hacina en viejos barcos de
guerra convertidos en prisión. Se hace necesario buscar un lugar
donde hacinarlos y que sufran el castigo lejos de Inglaterra y tras
buscar en los mapas de sus colonias se deciden por una remota
posesión que al menos según los informes reúne las características
buscadas: cárcel por su lejanía que impedirá fugas, tener una base
naval en aquellas latitudes y materia prima y recursos para que la
futura colonia se valga por sí misma económicamente y se integre
como pieza valiosa generadora de recursos económicos en el tablero
imperial británico: Australia.

Robert
Hughes nació en Australia en 1938 en el seno de una familia de
abogados y políticos notables. En los años setenta se instaló en
Nueva York donde ha sido crítico de arte en la prestigiosa revista
Time. Ha
publicado monografías sobre Lucian Freud y Frank Auerbach y entre
otros libros un
estudio del arte y la arquitectura de una de sus ciudades favoritas
como es Barcelona...
Datos
como siempre de la contraportada y referidos a 2012 así que mejor
buscáis en Internet si queréis saber más y yo dejo la verborrea
para dejaros unas breves pinceladas que os inciten a su lectura...
Una
nueva tierra...
Nace
una colonia penal...

Vida
colonial...
“La
vida en el Derwent era dura al principio para todos los colonos,
fuesen presos o libres. El aislamiento, la apatía y el hambre del
primer periodo de Sidney se repitieron en la Tierra de Van Diemen.
Treinta años después, una mujer de Hobart contaba sus
experiencias
de niña al principio de la colonia, cómo había desembarcado, cómo
había dormido bajo una manta húmeda, luego en el tronco hueco de un
árbol; cómo habían `tratado amablemente´ aborígenes curiosos,
aún no perseguidos, a cuyo cuidado dejaban sus padres a veces a los
niños blancos; cómo vivía de `verduras de Bahía Botánica´
(algas hervidas, que se arrancaban de las rocas), e incluso de la
`basura´ (los residuos cenicientos) de la grasa de ballena que
paleaban por la borda los balleneros norteamericanos de Bahía Storm,
y que el mar arrastraba hasta las playas. Estos mismos restos
aceitosos se utilizaban para alimentar a los valiosos cerdos y
contaminaban el sabor de la carne.”
Mujeres
de la colonia penal...

Política
penitenciaria para los jóvenes reclusos...
“Había
que educarlos, enseñarles un oficio, instruirles en las verdades de
la fe cristiana y castigarles. `No olvide que estos muchachos han
sido muy malvados´, escribía Arthur a Booth en 1834. No quería que
se perdiese demasiado tiempo `enseñando a los chicos a leer y
escribir´. Necesitaban enseñanzas prácticas, que les convirtiesen
en trabajadores asignados útiles. Y estas enseñanzas podrían
adquirirlas a base de un trabajo diario
constante y monótono. Se
levantaban a las cinco de la mañana, plegaban las hamacas, se
reunían todos, se hacía una lectura de la Biblia y se rezaba; el
desayuno era a las siete, luego había una inspección higiénica,
luego se pasaba lista y luego había clases de formación
profesional, de ebanistería o zapatería, etc., desde las ocho a las
doce. A medio día, abluciones y otra inspección; a las doce y
media, el almuerzo; de la una y media a las cinco más trabajo de
aprendizaje; luego se lavaban y había otra inspección; la cena era
a las cinco y media; luego se pasaba lista para la escuela a las seis
y cuarto; luego recibían lecciones en la escuela durante una hora, a
las que seguían las oraciones vespertinas y otra lectura de la
Biblia y a las siete y media se acostaban. Más tarde se amplió el
trabajo escolar a última hora del día a dos horas; pero sirvió de
muy poco porque la mayoría de los muchachos estaban entonces
demasiado fatigados para que pudiesen aprender algo."
Motín
en la isla de Norfolk...

Oro
en Australia...
“La
fiebre del oro se apoderó de Australia. En abril de 1851, Hargraves
bautizó su distrito con el nombre bíblico de Ofir, y en mayo, los
periódicos proclamaban que era `un vasto campo aurífero´. El 24 de
mayo, un millar de buscadores cavaban y maldecían
jubilosos en las
riberas del Summerhill Creek, y la carretera que cruzaba las Montañas
Azules ocupada por una serpeante y lenta columna de hombres:
oficinistas y mozos de establo, dependientes de tiendas y marineros,
abogados y desertores del ejército, vendedores de ostras y jueces,
funcionarios y pastores ex presidiarios, arrastrándose bajo el peso
de tiendas de campaña, mantas, palancas, picos, palas, bateas y
cazos precipitadamente comprados a precios desorbitados, que se
encaminaban hacia la riqueza inaudita con las botas llenas de barro
bajo las lluvias torrenciales del otoño australiano. Era como si se
hubiera tirado del tapón y la población masculina de Nueva Gales
del Sur se hubiera vaciado igual que una cisterna, lanzándose todos
a buscar oro. Los periódicos de Sidney y Bathurst decían que los
negocios se hallaban `totalmente paralizados […] paree haberse
apoderado de casi todos los miembros de la comunidad una completa
locura mental´ “.
Libro en suma apasionante que se lee de un tirón y
recomendable tanto para horas a la luz de la mesita como en turnos de
curro tranquilo y estancias hospitalarias. La excusa ideal para
aprender algo sobre ese país que a todos no cae simpático, tal vez
porque está en el otro lado del planeta con lo que se eliminan los
prejuicios de vecindad, y una mirada de homenaje a quienes forjaron
con su privación de libertad, los castigos con látigo y mil
calamidades el carácter de una nación.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/

Ideal para regalar a la
suegra que cuando vea el tocho pondrá cara de haba, simulará que le
gusta y de paso le mandamos el aviso de que cualquier día se la
manda a las Antípodas con los canguros si sigue reprochándonos que
subsistimos gracias la sopa boba de su pensión...
Que lo sepa.The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/

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