Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Autor: Herbert Lottman
Editorial: Tusquets Editores, S. A.
Traducción: Mauro Armiño
Edición: Julio 1998
Si hay dos tópicos sobre la II Guerra Mundial
incrustados en el hipotálamo de la ciudadanía nacida después de
1945 en que finalizó, uno es que ningún alemán era afiliado al
partido nazi y que la ciudadanía francesa eran todos de la
resistencia...
Corre el año 1943 y el gobierno francés reconocido por
los aliados comienza a organizar y reglamentar el proceso que
comenzará inmediatamente después del desembarco de los aliados y la
progresiva liberación del estado francés: la depuración.
Durante cuatro años los nazis ocuparon parte de Francia
y la otra mitad era un gobierno colaboracionista. Hubo por lo tanto
una parte de la ciudadanía que a veces queriendo y a veces no, unas
parte convencida y la otra no, colaboraron y se lucraron de la
colaboración con los ocupantes...
Libro apasionante para conocer una etapa de la historia
de Francia poco mostrada. Es también interesante, ahora que anda el
cotarro revuelto, para reconocer una de las virtudes de la Transición
española y que seguramente la ciudadanía de España deberá poner
en práctica con antiguos proetarras y actuales secesionistas
catalanes que amenazan con la violencia si no se vulnera la legalidad
para dar legalidad a su ilegalidad: la depuración o limpieza de
colaboradores de la dictadura de orientación fascista del general
Franco que él no dudó en aplicar tras su rebeldía contra el
régimen legalmente constituido y ganar la Guerra Civil española...
Herbert
Lottman nació en Nueva York en 1927. Vive en París (datos de 1998)
desde 1956, donde trabaja como corresponsal de importantes medios
periodísticos y culturales de Estados Unidos. Para La
depuración Lottman tuvo
que consultar archivos y fuentes de documentación que por distintas
razones permanecían hasta entonces fuera del alcance de los
investigadores.
Datos sacados como siempre de la contraportada y como
siempre dejo mi verborrea para mostraros unos breves pasajes que os
abran el apetito de su lectura:
La justicia de la Resistencia...
“Hay
además otros relatos de ejecuciones llevadas a cabo por la
Resistencia, pero casi siempre fueron redactadas con el objetivo de
condenar tales actos. Así, el debate Desgranges evocó un incidente
al que había asistido durante la ocupación. Un consejo de guerra
secreto, presidido por `un oficial de alto valor moral´, había
condenado a muerte a un hombre que había denunciado a refractarios
al trabajo obligatorio en Alemania, así como a sospechosos buscados
por la Gestapo; por cada persona arrestada por los alemanes, recibía
mil francos. Desgranges se hallaba en la calle, justo enfrente del
lugar elegido para la ejecución, cuando una metralleta segó la vida
de un joven en la sombra de una puerta cochera. Se dieron cuenta
entonces de que la persona abatida por los resistentes no era el
culpable, sino su hermano; Desgranges veía en este caso un ejemplo
de la `ligereza´de los justicieros, por no decir otra cosa peor.”
Las mujeres rapadas...
“Parece
que fue en todas partes el primer acto de depuración. El rapado
acompañaba a los arrestos, a las ejecuciones, a veces los
reemplazaba. Cuando llega a Montélimar pisando los talones de los
liberadores de la Resistencia, Elsa Triolet, esposa de Louis Aragon,
encuentra una multitud reunida delante del palacio de justicia;
dentro descubre a un grupo de prisioneros que esperan ser
interrogados. Todos los hombres tienen cabezas de delincuentes y
asesinos; las mujeres de prostitutas. Les rapan la cabeza; los
guardianes lo hacen con repugnancia, `pero también con cierto
sentido del deber´. Elsa Triolet escribe que, de los doscientos
sospechosos, once son detenidos para ser juzgados, mientras los otros
son entregados a auxiliares de la Resistencia, la Milicia Patriótica;
veintitrés de estos individuos son enviados a la cárcel y sesenta
condenados a residencia vigilada; del centenar restante, se rapa a
veinte mujeres. La multitud las espera a su salida del palacio de
justicia para silbarlas y abuchearlas. Elsa Triolet se cruza con
algunas de estas mujeres que ocultan el rapado de su cabeza con
pañuelos multicolores.”
La opinión pública...
“Existen
documentos que indican que, a medida que el Gobierno Provisional
instauraba su autoridad en las provincias más remotas, De Gaulle
temía cada vez más el aumento de abusos de autoridad, y no tenía
intención alguna de tolerarlos. Disponemos, por ejemplo, del
testimonio que aporta el diario del secretario particular del
general, Claude Mauriac, hijo del escritor. Según ese diario, tras
el proceso de un grupo de colaboradores en Maubeuge en el que las FFI
habían tratado de influir en la decisión de De Gaulle para impedir
una eventual conmutación de penas capitales, el general reaccionó a
las presiones declarándose a favor de la conmutación. Y cuando dos
de los tres culpables que acababan de escapar a la pena de muerte
fueron víctimas, a pesar de todo, de ejecuciones sumarias, De Gaulle
decidió -como medida de represalia, declara su secretario
particular- disolver las Milicias patrióticas, es decir las fuerzas
de policía auxiliares de la Resistencia.”
El caso Renault...
“Nadie
se sorprenderá al saber que Louis Renault se negó a adaptarse o a
adaptar sus fábricas a la segunda guerra mundial cuando estalló; el
gobierno se vio obligado a intervenir para aumentar la producción y,
según la opinión general, el patriarca no estuvo del todo a la
altura de su tarea. (Entonces sólo tenía sesenta y dos años, pero
estaba muy envejecido.) Un biógrafo ha tratado de demostrar que, en
los inicios de la ocupación, Renault y su sobrino, François
Lehideux, hicieron cuanto pudieron para evitar poner su capacidad de
producción al servicio del enemigo; sin embargo, en lugar de
permanecer a salvo en el sur de Francia, lo más lejos posible de su
fábrica de Billancourt, Louis Renault regresó de forma inopinada a
la capital, estando disponible cuando los alemanes se presentaron
para reclamar y conseguir- concesiones; la única preocupación del
industrial parece haber sido preservar sus fábricas y sus obreros
para la posguerra.”
El olvido...
“A
principios de los años ochenta, algunos colaboradores estaban
todavía en prisión. Por ejemplo, un hombre que durante veinte años
había conseguido escapar a la justicia
-había sido condenado por
contumacia en 1945 por haber entregado resistentes a los alemanes-,
fue juzgado finalmente en presencia suya por el Tribunal de Seguridad
del Estado en 1966; no fue liberado hasta 1982. Otro detenido, un
francés miembro de la Gestapo, que había arrestado y torturado a
resistentes, consiguió permanecer escondido hasta 1962 y fue
condenado a muerte tres años más tarde por el Tribunal de Seguridad
del Estado; fue juzgado de nuevo en 1966, tras un recurso de
apelación. Su condena a muerte fue conmutada por De Gaulle a pena
perpetua y rebajada luego a veinte años de reclusión por Georges
Pompidou; finalmente, el prisionero fue liberado en 1983. Otro agente
francés de la Gestapo fue detenido en 1962. Acusado de ser
responsable de 430 arrestos, 310 depuraciones y 210 muertes, fue
condenado a muerte en 1966. De Gaulle conmutó su pena por la de
cadena perpetua, que una vez más Pompidou redujo a veinte años;
también este hombre fue liberado en 1983. Estos tres individuos
eran, al parecer, los últimos colaboradores que seguían detenidos
en las cárceles francesas."
Libro que engancha a su lectura desde el primer momento
en un estilo ágil y nada farragoso, recomendable para guardias
tranquilas, convalecencias reposadas, amantes de la histeria de la
historia y oportunidad de conocer la historia reciente de Francia. No
lo recomendamos para la suegra porque igual recuerda viejos tiempos y
nos da la turra...
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
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