Con la
colaboración de El Bis en
exclusiva para The Adversiter Chronicle
AQUELLAS CASSETES DE
CHISTES
Hoy
voy a tratar de un fenómeno que duró más de una década y murió
con la desaparición de las cintas de cassete y la llegada de la era
digital a la música y sobre todo a los reproductores: aquellas
cassetes de chistes que eran compañía inevitable en viajes en el
coche.
Visto
ahora lo cierto es que resulta más lejano de lo que el tiempo marca
pero hubo un
ídem en que con la llegada de la libertad tras la dictadura en España, floreció una industria paralela que tenía sus canales de distribución en los expositores de gasolineras y establecimientos hosteleros. La publicidad se propagaba de boca a boca siendo los descansos para el bocadillo en las fábricas, el cafelito de los funcionarios y sencillamente alternar, donde siempre había alguien que contaba los chistes e impulsivamente el hipotálamo mandaba la orden de tratar de encontrar la cassete para compartirla con su entorno.
Estas cintas iban a rebufo de la ola del destape
y escuchadas objetivamente eran una especie de relato radiofónico
que atrapaban la atención del oyente pero sirvieron para que una
parte de la ciudadanía descubriera el sexo más allá de lo que
marcaban los cánones. Lo que sí es digno de estudio
psico-antropológico es porqué se escuchaban una y otra vez aunque
te supieras de memoria el relato, tal vez porque como ocurría con
las de chistes el atrapar un nuevo oyente era tan adictivo como
compartir ahora pijadas en las redes sociales...
ídem en que con la llegada de la libertad tras la dictadura en España, floreció una industria paralela que tenía sus canales de distribución en los expositores de gasolineras y establecimientos hosteleros. La publicidad se propagaba de boca a boca siendo los descansos para el bocadillo en las fábricas, el cafelito de los funcionarios y sencillamente alternar, donde siempre había alguien que contaba los chistes e impulsivamente el hipotálamo mandaba la orden de tratar de encontrar la cassete para compartirla con su entorno.
Hubo
varios tipos siendo los dos más destacables las cintas con
contenidos eróticos donde se narraban historias de sexo sazonadas de
humor de chascarrillo y palabrotas, siendo obligatorio citar un
título será difícil que algún lector no derrame una lagrimita de
nostalgia y si es perteneciente a la era digital no se quede con la
boca abierta si cito un clásico: Violeta La Burra.

Y estaban las cintas de chistes narrados por humoristas
más o menos populares gracias a la televisión y sobre todo un
programa: 1, 2, 3, responda otra vez. Si las cintas eróticas
tenían cierto halo de clandestinidad al escucharlas en el radio
casete del coche sin la presencia de tímpanos infantiles o menores
de edad, adquirir estas cintas de chistes era celebrado en toda la
familia y en viajes largos lograron calmar a más de un berreante
chiquillo agobiado tras cuatro horas de viaje en el asiento de atrás
y faltando otras cinco para llegar al destino.
Lo cierto es que esta industria menor dentro de la
industria discográfica dio vidilla y
movió dinero permitiendo a algunos grupos y cantantes alcanzar notoriedad y abrirles las puertas de la industria teniendo que citar inevitablemente a Camela, pero permitían a la vez adquirir canciones de las primeras etapas de cantantes ya consagrados como Victor Manuel, que solían terminar en pleitos y acuerdos a la chita callando entre propietarios de derechos de autor. Pero también fueron muchos los que siendo populares en una determinada zona geográfica podían dar a conocerse grabando en estas cassetes siendo el boca a boca un arma eficaz para su publicidad como ya dije más arriba.
El botón de muestra que traigo es un ejemplo de lo
dicho anteriormente: 1981 tras el fallido golpe de estado, un
protagonista nada conocido pero sí popular y una carátula de
cassete que inducía subliminalmente a su compra...
Pero ese mundo terminó con la llegada del disco
compacto y la progresiva transición a reproductores digitales
dejando obsoletos los reproductores de cassetes y por supuesto que
dejó de ser rentable, pero no puedo evitar terminar con una
característica notable: pese a que había aparatos de doble pletina
que te permitían grabar de una cassete a otra, no solía el público
conformarse con la copia casera y se adquiría el original, tal vez
porque eran cintas de corta duración, tal vez porque eran asequibles
al bolsillo o puede que tal vez por el placer de comprar...
movió dinero permitiendo a algunos grupos y cantantes alcanzar notoriedad y abrirles las puertas de la industria teniendo que citar inevitablemente a Camela, pero permitían a la vez adquirir canciones de las primeras etapas de cantantes ya consagrados como Victor Manuel, que solían terminar en pleitos y acuerdos a la chita callando entre propietarios de derechos de autor. Pero también fueron muchos los que siendo populares en una determinada zona geográfica podían dar a conocerse grabando en estas cassetes siendo el boca a boca un arma eficaz para su publicidad como ya dije más arriba.


The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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