Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
El gran juego y la pugna por la hegemonía en Asia
Central
Autor:
Karl E. Meyer y Shareen
Blair BrysacEditorial: RBA Libros, S. A.
Traducción: Joan Solé
Edición: Junio de 2008
El Imperio Británico brilla en el firmamento con su
joya de la corona, la India, como blasón. Pero en los cuartos de
banderas se mira con recelo al Imperio Ruso que se expande por Asia y
se hace necesario que una provincia china, El Tibet, sirva de tapón
entre Rusia y la India británica...



Su
mujer, Shareen Blair Brysac, es productora, guionista y directora de
documentales para la cadena CBS
News, con los que ha
ganado varios premios
Emmy y un Peabody,
colabora también en Archaeology Magazine.
Y tras los datos, sacados como siempre de la solapa,
unas breves pinceladas que inciten a su lectura:
La Honorable Compañía de las Indias orientales...

Sin embargo, ¿qué debía la Compañía a sus millones de súbditos indios, o a sus vasallos principescos, cuyos numerosos reinos formaban una exótica labor de retazos en el mapa? Igual de difícil era calibrar la obligación externa de la Compañía con los intereses estratégicos británicos durante un siglo de conflicto global con Francia. Finalmente, para

Viaje a la India británica...
“Por
decirlo del modo más suave, la suerte del viajero en la India
británica de la segunda década del siglo XIX no era fácil.Todavía no había llegado el ferrocarril, ni se había mejorado la Gran Carretera Principal ni se habían construido nuevas vías de comunicación, no había surgido a lo largo del camino una red de puestos de montaña, acantonamientos y asentamientos fronterizos. Para losa europeos, la naturaleza era omnipresente y hostil. Las intensas lluvias no suponían ningún alivio a las pestes con alas, uno de cuyos especímenes especialmente desagradable era el escarabajo de ampolla, que se introducía y se revolvía en la ropa y cuando la aplastaban dejaba una rencorosa mancha y ampollas. Los reptiles venenosos podían aparecer en cualquier parte.”
Afganistán...
“Al
fondo surge el paisaje tosco y escarpado de Afganistán. La tierra,
los montes y las murallas de Jalalabad son de color pardo, lo que nos
recuerda que `khaki´ proviene de las palabras persa e indostaní
para designar el polvo. Si ponemos el foco en primer plano, vemos un caballo jadeante que transporta a un jinete herido. Éste se inclina hacia atrás, sin soltar la silla de montar. Tiene la cabeza girada, los ojos miran sin expresión. Todo su ser indica agotamiento, conmoción, derrota. El cuadro, titulado `Los restos del ejército´, muestra al doctor William Brydon, que se dice que fue el único superviviente de la guarnición de Kabul tras la catastrófica retirada de la ciudad afgana en 1842. Desde la batalla de Hastings a la de Dunkerke, los británicos han experimentado una cierta satisfacción descarnada al recordar los desastres militares, y no ha habido desastre más completo, asombroso y, cabría añadir con justicia, merecido que la derrota británica en la primera guerra afgana.”
Política de avance...

Ese objetivo era la `última expresión de la futura política de avance, que debía aplicarse con escasa o nula consideración por los deseos afganos, y con una determinación
inquebrantable por situar la frontera defensiva india en el mismo punto donde había estado en los tiempos de los grandes imperios, en los de Asoka y Akbar: en las cadenas septentrionales del Hindu Kush y más allá del valle del Oxus´. Para lograrlo, Lytton estaba dispuesto a reemplazar a Sher Ali por un emir más sumiso o, en su defecto, a conquistar y dividir Afganistán.”
El Tibet...

de China? Si el Tibet fuera más pequeño, se habría podido destinar un residente británico a Lhasa, y el Tibet podría haberse convertido en un nuevo protectorado del imperio. Pero el Tibet era demasiado grande. Era demasiado importante para China, que lo había dominado durante más de dos siglos. Antes, el Tibet había sido una potencia independiente que se constituía en imperio, y su gente todavía habitaba grandes zonas de la China occidental (o del Tibet oriental, según se consideraba desde Lhasa). También Rusia estaba interesada en el Tibet, tanto en lo espiritual como en lo estratégico, habida cuenta de que los mongoles buriat que vivían en Siberia veneraban al Dalai Lama.”
Rusia...

“
En vista de la confusión en la actual Federación Rusa, tal vez no sea tan extraño que muchos rusos recuerden con nostalgia a Stalin y su imaginado realismo. El presidente del partido Comunista Ruso, Genadi Ziuganov, ha publicado un manifiesto, `La geografía de la victoria´, que se basa en Mackinder. Llama a los eurasiáticos a unirse según las pautas soviéticas y repudiar las influencias `atlánticas´ (es decir, norteamericanas). De hecho, el sueño de un nuevo Interior Euroasiático `se ha
convertido en el objetivo común de la coalición rojo – marrón de Rusia´, informa Charles Clover en un texto de Foreign Affairs. Empieza provocadoramente: `Pocas ideologías modernas son tan caprichosamente omnímodas, tan romanticamente oscuras, tan intelectualmente descuidadas y tan capaces de desencadenar una tercera guerra mundial como la teoría de la geopolítica´. “

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
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Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
theadversiterchronicle@hotmail.es
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