Suplemento
viajero cutre de The Adversiter Chronicle
Viaje a la oficina de
correos una calurosa mañana de agosto
Al
viajero le han enjaretado recoger una notificación en Correos, es
una mañana de agosto calurosa aunque el cielo esté encapotado, más
neblina que nube que no deja pasar los rayos de sol. Es una sucursal
de barrio, con tres mostradores y se teme el viajero que al ser
agosto y semana de festejos haya algo de gente, pero cuando llega a
la oficina la cola asoma en la calle. Dentro está sencillamente
saturado, con un calor ambiental opresivo que las puertas abiertas no
logran disminuir ante la falta de brisa refrescante. El viajero
decide sacar un número aunque saca dos, ha pensado que lo mejor
antes de decidir dar la vuelta sin recoger la notificación mejor se
da un pequeño garbeo, se toma un cafelito y vuelve a la oficina
pasado el tiempo a ver si la cola avanza. Siente alivio el viajero al
salir al asfalto, la espera en el semáforo da un poco de alivio tras
los calores de la sucursal atestada de gente.
Se
para el viajero en un escaparate de cosas y cachivaches eléctricos,
el interior tiene un variado surtido de electrodomésticos aunque el
escaparate lo domina la presencia de despertadores y radios de
bolsillo. Hay de todos los tamaños y diseños, desde retro a
vanguardista. Le llaman la atención los despertadores, los hay que
hasta iluminan la hora en el techo y también son variados en formas,
colores y diseño. El viajero deja el escaparate y se dirige a un
garito que conoció tiempo atrás y que tenían buen café. Apenas ha
cambiado nada, la misma barra, la misma camarera y casi los mismos
clientes pese al tiempo transcurrido, uno de esos garitos de barrio
que parecen seguir una liturgia diaria. Es la hora de una pinta de
vino, una caña fresquita, acompañado del pincho gentileza de la
casa. El viajero cata el cafelito y nota que no es el de antaño, una
pizca más fuerte pero puede tragarse sin que sepa a agua de
fregadero como en otros sitios.
El
viajero se dirige de nuevo a la oficina bajo el calor mañanero y el
interior está más desahogado, puede esperar sin tropezar con el
hombro, caderas y roces con otros usuarios. Pero hay un pequeño
atasco en los tres mostradores, tres puestos en el mismo mostrador
separados por una columna. Sale una funcionaria del interior del
mostrador por una puerta y atiende a los usuarios de recogidas, lo
cual incluye al viajero. Atiende a la puerta que vuelve a cerrarse
mientras la funcionaria entra a las entrañas de la sucursal y
regresa con el paquete, carta o bulto requerida. Es una funcionaria
estricta, devuelve a un usuario al que le falta algo identificativo y
a otra usuaria que le falta un papel, todo indica que se trata de
algo referente a un difunto pero al igual que el usuario debe
abandonar la oficina sin recoger lo que venía a recoger. Al viajero
le entra algo de temor pensando si faltará algún papel o firma ya
que viene de autorizado y revisa los papeles, todo parece estar en
orden y sale un poco a la puerta para coger aire fresco, la cosa se
demora porque la usuaria que precede al viajero viene a recoger un
bulto grande, una caja de cartón de tamaño considerable que dilata
el trámite de entrega. El viajero observaba el trajín de los
puestos en el mostrador cuando oye su número y procede a entregar a
la funcionaria el aviso y los papeles pertinentes. La funcionaria no
tarda nada en volver con la notificación y el viajero sale
satisfecho de haber esperado y ahorrarse otro viaje al día
siguiente, sale ufano al exterior y el sol comienza a asomar entre
las nubes que se van dilatando a medida que ascienden hasta diluirse
en tenue manto que deja paso al brillante sol de agosto. El viajero
decide encaminarse a la calle Tal donde ha visto días atrás una...
Pero
ése, ya es otro viaje.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
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