Unas memorias de
Antón Rendueles en
exclusiva para The Adversiter Chronicle
Mi amigo Arturo
Era
un verano como el de hoy, un niño feliz de poder estar en casa
jugando y el colegio quedaba lejano, de estar en casa de mis abuelos
que se habían mudado a un piso amplio de nueva factura. La ventana
de la cocina y del baño daba al patio de luces y asomarse a la
ventana desde un cuarto piso era una aventura. La ventana de enfrente
la ocupaban un matrimonio con su hijo, mayor que yo que sólo era un
crío. Pero aquel verano fue especial porque en algún momento del
año falleció el marido y padre de los vecinos de mis abuelos. No
logro recordar cómo, aunque puedo ver a mi abuela animándome a
jugar con Arturín el hijo de los vecinos, tal vez me dijo algo de su
reciente orfandad o sólo quiero imaginarlo. Aunque yo no recordaba
al difunto, sí lo conocieron mis abuelos, seguramente al estrenar
vivienda, pero no recuerdo nada de él. A mitad de la mañana cogía mis juguetes y salía
a la escalera con Arturo que llevaba los suyos, hablábamos de
cosas que tampoco logro recordar pero es nítida la imagen de los dos
sentados en los escalones que llevaban al quinto, ocultos al
descansillo. Recuerdo que sentía pena porque no era capaz de
imaginar que se muriera mi padre, era un concepto oscuro y denso al
que me daba miedo asomarme. Arturo era un chico inteligente y tenía
paciencia conmigo que sólo era un niño disfrutando de jugar. Le
recuerdo triste, como si le envolviera una neblina sutil que
seguramente sólo era lo que yo sentía. Si alguna vez hablamos de la
muerte sería mentira afirmarlo, Arturo me seguía la corriente, y me
dejaba comentar los anuncios televisivos de juguetes, hablar de las
historietas de los tebeos y cosas que un niño habla, supongo, con su
hermano mayor. Por la ventana sabíamos mi abuela y yo que su madre
solía regañarle de forma airada, a voces que resuenan en el patio
de luces como un altavoz en la ventana de enfrente donde mi abuela
trajinaba en la cocina y yo leía un tebeo. Tampoco nunca hablamos de
eso y cada vez que escuchábamos una regañina mi abuela y yo nos
mirábamos sin decir nada. Luego el verano pasó y la vida siguió.
Nunca volví a ver a mi amigo de la escalera vecino de mis abuelos
cuya ventana de la cocina quedaba enfrente de la nuestra, pero le
recuerdo como a un hermano que tuve durante unas semanas de verano...
Antón
Rendueles
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
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