The Adversiter Chronicle

lunes, 12 de agosto de 2024

"COMPOSTURA DEL POSTUREO", por Alí Kate

CUANDO PISAMOS, SIN QUERER, UN PIE EN CHANCLAS

Hoy abordaré una compostura del postureo que adoptamos al menos una vez en la vida adulta, sobre todo en fechas veraniegas donde algunas personas gustan de calzar chanclas o sandalias con las dedas de los pies al descubierto. Puede parecer a simple vista una cuestión baladí de la que nunca meditamos hasta que pisamos, sin querer, las dedas del prójimo. Es evidente que es una compostura del postureo que se da en ambientes cerrados y de aglomeración siendo muy raro estadísticamente que nos suceda en la calle y espacios amplios que permiten el paso sin riesgo de pisar a nadie. Una situación típica es que cogemos el autobús en hora punta de usuarios y nos encontramos apelotonados, qué decir cuando hay tembién carrito de bebé o silla de ruedas motorizada que ocupan su espacio y obligan a comprimir al resto de viajeros. La primera compostura del postureo es un susto, aunque pase en un segundo enseguida se nota que hemos pisado una deda, blanda a la presión del pisar y en algunos casos con siniestro crujido. Si hay pasaje comprimido la cosa se solventa con una compostura del postureo de poner cara de circunstancias y musitar con los labios que lo sentimos sin que la cosa pase a mayores. Y aquí entra en la ecuación la variable del dueño o dueña de la deda o dedas pisadas sin querer. Si es hombre el dueño de la deda o dedas suele haber esa mirada y comprensión entre machos alfa cuando hay torpeza de por medio, sin quejas o reproches, si acaso una leve mirada haciendo fruncir las cejas. Otra cosa son las mujeres con dependencia de su edad, una joven o adolescente no tendrá reparos en buscar al autor y decirle que tenga cuidado, una mujer adulta ya tiene desarrollado el instinto para evitar pisotones de torpes machos alfa que no miran donde pisan. Otra cosa son ya las mujeres entradas en edad y carnes, que no dudan en soltar auténticos alaridos que llaman la atención de todo el pasaje y obliga que adoptemos una compostura del postureo de unirse a las miradas interrogantes como que no va con nosotros la cosa. Esta compostura del postureo de imitar y mimetizarse con el resto viene propiciada porque generalmente la buena señora no sabe ni atina quién es el culpable de pisarle la deda, o las dedas, de los pies y salimos del apuro sin más transcendencia mientras sigue la señora quejándose y dando la turra a quien haya tenido la desgracia de estar a su vera. Pero puede darse el caso, sobre todo si va sentada en esos asientos más bajos destinados a personas de avanzada edad o cualquiera que necesite sentarse en ellos por llevar escayola por ejemplo, que no tengamos posibilidad de escurrir el bulto. Esa poca altura y la innata costumbre de fisgar en su vida particular logra que sepan al instante quien la ha pisado. Aquí la compostura del postureo es encomendarse al santo patrón particular porque pueden pasar dos cosas: que suelte alaridos y nos ponga como un trapo teniendo que adoptar una compostura del postureo de penitente apesadumbrado por el daño que acaba de ocasionar, escuchando en silencio las diatribas de la buena señora y viendo de reojo como el resto de viajeros nos observan con expresiones que van de la sorpresa al choteo para sus adentros; estas señoras aprovechan la ocasión para explayarse contando historietas para no dormir que deberemos soportar hasta que llega nuestra parada o bien se apea ella. La segunda es que comience a quejarse y hablar en voz alta, sin mirarnos aunque detectamos de inmediato que nos ha fichado; la compostura del postureo en este caso es hacerse el ñoño pidiendo sinceras disculpas o perdones, incluso agachando la cerviz para soplarle suavemente la deda o las dedas. Por supuesto que nos dará la turra pero hay que ver esta compostura del postureo como una labor social escuchando a la buena señora que nos desgranará con todo lujo de detalles sus dolencias en la pierna que nuestro pisotón a sus dedas contribuirá a que éstas aumenten. Se trata en suma de una situación de composturas del postureo pasivas, de culpabilidad y a la vez de arrepentimiento que eviten que nos acaben dando un bofetón, paraguazo de sombrilla o nos arree con el bolso. Aquí la mejor compostura del postureo previo es mirar donde se pisa atentos a chanclas y sandalias que desprotegen las dedas del prójimo y si no puede evitarse verse en aglomeraciones de espacios cerrados con otras personas entonces estar atentos a dedas al aire. No puedo terminar advirtiendo del riesgo de pisar dedas recién pintadas y que jodamos el esmalte de uñas con el pisar porque habrá que añadir a las turras tener que abonar el daño causado, aquí no hay compostura del postureo que valga y corremos peligro en nuestra integridad física porque la dueña de las dedas recién pintadas no dudará en darnos una buena hostia.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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