Suplemento viajero cutre de The Adversiter Chronicle
Viaje por la cafetería
del hospital para almorzar
El
viajero se ve obligado a comer en la cafetería del hospital, tiene
un familiar en cirugía ambulatoria y tras una mañana en sala de
espera y una tarde que se presenta de espera también, quiere reponer
fuerzas...
El
comedor, aprecia el viajero al bajar las escaleras y ver en toda su
amplitud la instalación, es grande salpicado de mesas y sillas. El
servicio es de ir recorriendo un mostrador y coger lo apetecible,
disponible y más o menos apetitoso. No hay mucho barullo aunque la
fila a lo largo del mostrador se mueve lenta, como atascada por algún
desconocido motivo. Coge el viajero una bandeja, cubiertos y un vaso;
más adelante coge un bollo de pan tipo chusco. Algo pasa, donde se
supone que debían estar las opciones de primer plato están las
cubetas cerradas y sobre la tapa que las cubre han desplegado una
serie de bocadillos variados. Hay cierto ajetreo de personal y todo
indica que hay problemas de cocina. Las cubetas con los segundos
platos sí están dispuestas: zanca de pollo a la naranja, así
opina el viajero que ve gajos chuchurridos de naranja sobre los muslos
de pollo, bacalao con salsa que el viajero deshecha nada más verlo;
paella que sirven en una especie de cuencos donde pierde el salero
que tiene en un plato y acompañamientos consistentes en guarnición
de guisantes y zanahoria o patatas fritas en láminas imitando las de
las bolsas. El viajero se decide por el pollo a la naranja chuchurría
y guarnición de guisantes con algún trozo desubicado de zanahoria.
Completa el retablo de la bandeja un vaso con refresco de naranja,
todo ello por ocho aurelios de vellón...
El
viajero busca una mesa cerca de la ventana, no hay mucha intimidad
aunque algo hay porque aún no ha llegado el barullo de la hora de
comer. Mira el viajero la bandeja y se lanza a por el pollo que
presenta al partirlo un color blanquecino, tipo cadáver embalsamado
de premier soviético, blandita a los pinchazos con el tenedor,
blanda al masticado y ese sabor insípido característico de la
comida hospitalaria. Los guisantes son de buen calibre, verdor
uniforme y masticado sin reticencias con insípido sabor de guisante
congelado, algo alegra algún trozo de zanahoria, acabando todo ello
tragado con ayuda del pan. Un pan exquisito, piensa el viajero, que
casi vale más por sí sólo que el resto del menú...
El
viajero observa como la cola de usuarios aumenta, es la hora punta y
se vislumbra ajetreo en la zona para personal del hospital en un
comedor aparte. En las mesas hay un poco de todo, familiares que
comentan con gesto serio, algún niño que mira fascinado el
mostrador con los alimentos expuestos, solitarios socializando por el
móvil y el rostro del viajero que le mira reflejado en el cristal de
la ventana...
El
viajero mira los restos de la zanca de pollo, que ha entrado bien y
reconforta aunque se añore que supiera a algo, algún guisante
extraviado que no llama la atención del viajero ya con hartazgo de
ave de granja avícola y casi medio chusco de pan que le sirve al
viajero de postre y que se hace la promesa a sí mismo de que en la
próxima ocasión cogerá dos o tres para llevárselos a casa, así
de rico y delicioso está el chusco de pan que gana en sabor a zanca
de pollo, guisantes y zanahorias de guarnición...
Se
levanta el viajero a depositar la bandeja con restos de su almuerzo,
se siente lleno y satisfecho con la vejiga pidiendo cita. Busca el
baño con la mirada y lo ve al fondo. Se dirige con paso resuelto al
baño, que se encuentra...
Pero
ése, ya es otro viaje.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
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