Suplemento
viajero cutre de The Adversiter Chronicle
Viaje por el interior
del autobús municipal
El
viajero sube al autobús, había gente, casi muchedumbre para los
cánones del viajero, en la parada aunque al final sólo suben tres
al autobús del viajero. Está abarrotado el interior y el viajero
sólo puede asirse de forma algo ortopédica a la primera barra de
sujeción tras sortear un orondo y venerable anciano que se
interponía entre el viajero y la barra de sujeción. Apenas puede
meter la mano y sujetarse de forma precaria a la barra, además el
orondo jubilado tiene el rostro casi mirando al viajero y carraspea,
hasta hay un simulacro de estornudo y el viajero empieza a proyectar
en su mente aerosoles cargados de virus gripales saliendo de las
fauces del gordo vejestorio que empieza a ser motivo de estrés para
el viajero...
Dos
paradas después de subirse al autobús el viajero, se apea abundante
pasaje en nutrida formación de salida por las puertas centrales,
parece que se hace sitio cuando hace su entrada una madre con su bebé
en carrito, lo cual obliga al pasaje entre el que se incluye el
viajero a salir del espacio reservado al aparatoso carrito de bebé y
su aparatosa madre en el manejo del mismo para maniobrar mientras el
pasaje afectado se arremolina a las barras de sujeción donde
buenamente pueden. El viajero podría decirse que está sujetado por
alambres, tal es la forma endeble en que ha logrado agarrarse a la
barra de sujeción de tal manera que, cuando frena el autobusero,
debe concentrar y repartir fuerza de equilibrio en las piernas para
evitar la fuerza centrífuga que le lleva en rumbo de colisión con
el resto de apretujado pasaje en la zona central del autobús. Los
imaginarios de aerosoles cargados de virus gripales dan paso en la
mente del viajero a presentir un frenazo brusco que le haga escoñarse
contra alguien u contra algo, sintiendo incluso una pequeña
taquicardia, la desasosegante sensación de marearse...
El
autobús se detiene en una parada de conexión con otras y mientras
desagua otra muchedumbre por las puertas centrales logra el viajero
otear un asiento libre, observa que falta un cráneo que contabilizar
en los asientos. Se dirige raudo y con ojos de ave rapaz buscando una
liebre que echarse al buche, sorteando bolsos, cascos musicales con
patas y demás obstáculos hasta lograr sentar sus reales en el
asiento libre. Hay un tipo de grandes dimensiones con pinta de estar
algo ido, bien asentado con una de sus piernas ocupando espacio vital
de las piernas del viajero, que con disimulo de cortesía le da un
pequeño toque que aparente que se está sentando y el compañero de
asiento no se ha percatado hasta que siente la rodilla del viajero.
El tipo enorme ni se inmuta, ni un leve movimiento, un síntoma de que
ha captado la colisión de rodillas. El viajero le mira girando la
cara con el subterfugio de acomodarse y ve que el tipo enorme está
como en trance. Los miedos y taquicardias de ir mal sujeto dan paso a
una pesadilla de un psicópata en el autobús donde el viajero es su
víctima y justo estaba en ese momento cumbre de la pesadilla cuando
el tipo enorme le mira y comienza a moverse amenazadoramente hacia el
viajero, que logra recomponerse y se levanta para dejar al tipo
enorme bajarse en la próxima parada...
Sube
más gente y el viajero duda de si sentarse en asiento de ventanilla
o de pasillo, observando que el nuevo pasaje es gente mayor y con
algún que otro problema de movilidad, una joven con un serio
trastorno alimenticio que le hace tener un considerable volumen y un
notas vestido de algo con gorra de beisbol y gafas de sol de
plástico. El viajero decide quedarse en asiento de pasillo, prefiere
levantarse a ceder sitio en el asiento de ventanilla que pedir paso
al llegar a la parada y que la cadera jodida, los trastornos
alimenticios o la sordera catatónica tarden en dejarle salir y se
pase de parada...
Reemprende
el autobús la marcha y el viajero se relaja satisfecho porque quedan
tres paradas de viaje antes de apearse, viaja solo en los asientos y
el autobús va a buena marcha que le hará llegar a tiempo. El
viajero se levanta cuando el autobús enfila su parada de destino y,
con agilidad barrunta para sus satisfechos adentros el viajero, hay
un segundo en que permanece a merced del autobús con su brazo
buscando la barra de sujeción con timbre y la otra mano suelta el
asiento; segundo eterno donde el viajero puede visualizar un frenazo
brusco con él rodando por el suelo del autobús cuan largo es hasta
los pies del autobusero. No ocurre nada y el viajero toca el timbre
satisfecho y jurando y renegando para sí mismo que nunca jamás hará
el Tarzán trotando entre lianas cuando se levante del asiento. Las
puertas se abren y el viajero echa un último vistazo al interior del
autobús. Siente cerrarse las puertas del autobús a su espalda,
siente el ronquido del motor al emprender la marcha y respira
aliviado de no haberse contagiado de gripe, ser víctima de un
lunático y librar de salir rodando por el suelo. Toda
una aventura de viaje, piensa el viajero, cuando enfila en dirección
a la...
Pero
ése, ya es otro viaje.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
theadversiterchronicle@hotmail.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario