Unas memorias de
Antón Rendueles en exclusiva para The
Adversiter Chronicle
Cromos
Las
colecciones de cromos formaban parte del universo infantil. Había
los cromos autoadhesivos que se quitaba la solapa trasera, había que
atinar a que el cromo no se pegara de lado y que encajara en las
guías; luego estaban los que había que pegar al álbum con
pegamento aunque los más populares eran los auto adhesivos. Los
adultos también participaban y no era raro que en un momento dado un
adulto obsequiara al llegar a casa con un puñado de sobres de
cromos, no faltaba el interés en cómo iba la colección y ojear el
álbum. Confieso que no era un poseso de los cromos, supongo que me
daba rabia que irremediablemente quedaran unos pocos vacíos en el
álbum difíciles de conseguir. Los cambalaches a la entrada y
salida del colegio y los recreos eran auténticos zocos de cambalache
donde se portaba un mazo de cromos repetidos que se intercambiaban,
aunque siempre hubiera tres o cuatro que nunca aparecían en los
sobres, obligando a comprar más, y que eran cotizadísimos. Recuerdo
llevar una pequeña lista de números correspondientes a los cromos y
la liturgia de mostrar el mazo, que me lo mostraran a mi y regatear
por las piezas codiciadas. Había una cita en el calendario escolar
que nada tenía que ver con los estudios. La cosa empezaba cuando
desde las ventanas de clase, que permitían ver la verja de entrada
al colegio, al ver aparecer un tipo cargado de bolsas. Sabíamos por
experiencia que significaba que el señor de los cromos que repartía
gratis los álbumes y unos cuantos sobres de cromos había llegado. Esos diez
minutos finales de clase matutina se hacían eternos y se miraba con
envidia la salida de los parvularios que rodeaban al tipo con sus
adultos que venían a recogerles. Los de 4º eran los últimos en
salir pero el tipo siempre tenía para repartir mientras los
escolares nos abríamos pasos a codazos y sorteando a los adultos que
se sumaban al reparto, temerosos del momento en que el tipo anunciara
que no tenía ya más. Al final, casi todos teníamos el álbum o al
menos un puñado de sobres de cromos que incitaba ir al quiosco a
comprar en cuanto fuera posible el álbum. Era entretenido y
divertido pegar los cromos, leer los textos que acompañaban al mismo
a su pie. Poco a poco el álbum adquiría consistencia a medida que
se llenaba y siempre esa rabia de que faltaran sólo unos cuantos
cromos para terminar la colección. Aunque no era un apasionado
escolar por las colecciones de cromos sí que disfrute de aquellos
momentos y la efervescencia de los días siguientes intercambiando
los cromos y tachando en la lista los que iba obteniendo que me
faltaban...
Antón
Rendueles
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
theadversiterchronicle@hotmail.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario