The Adversiter Chronicle

jueves, 29 de febrero de 2024

"Memorias de La Transición", por Antón Rendueles

Unas memorias de Antón Rendueles en exclusiva para The Adversiter Chronicle

Cromos

Las colecciones de cromos formaban parte del universo infantil. Había los cromos autoadhesivos que se quitaba la solapa trasera, había que atinar a que el cromo no se pegara de lado y que encajara en las guías; luego estaban los que había que pegar al álbum con pegamento aunque los más populares eran los auto adhesivos. Los adultos también participaban y no era raro que en un momento dado un adulto obsequiara al llegar a casa con un puñado de sobres de cromos, no faltaba el interés en cómo iba la colección y ojear el álbum. Confieso que no era un poseso de los cromos, supongo que me daba rabia que irremediablemente quedaran unos pocos vacíos en el álbum difíciles de conseguir. Los cambalaches a la entrada y salida del colegio y los recreos eran auténticos zocos de cambalache donde se portaba un mazo de cromos repetidos que se intercambiaban, aunque siempre hubiera tres o cuatro que nunca aparecían en los sobres, obligando a comprar más, y que eran cotizadísimos. Recuerdo llevar una pequeña lista de números correspondientes a los cromos y la liturgia de mostrar el mazo, que me lo mostraran a mi y regatear por las piezas codiciadas. Había una cita en el calendario escolar que nada tenía que ver con los estudios. La cosa empezaba cuando desde las ventanas de clase, que permitían ver la verja de entrada al colegio, al ver aparecer un tipo cargado de bolsas. Sabíamos por experiencia que significaba que el señor de los cromos que repartía gratis los álbumes y unos cuantos sobres de cromos había llegado. Esos diez minutos finales de clase matutina se hacían eternos y se miraba con envidia la salida de los parvularios que rodeaban al tipo con sus adultos que venían a recogerles. Los de 4º eran los últimos en salir pero el tipo siempre tenía para repartir mientras los escolares nos abríamos pasos a codazos y sorteando a los adultos que se sumaban al reparto, temerosos del momento en que el tipo anunciara que no tenía ya más. Al final, casi todos teníamos el álbum o al menos un puñado de sobres de cromos que incitaba ir al quiosco a comprar en cuanto fuera posible el álbum. Era entretenido y divertido pegar los cromos, leer los textos que acompañaban al mismo a su pie. Poco a poco el álbum adquiría consistencia a medida que se llenaba y siempre esa rabia de que faltaran sólo unos cuantos cromos para terminar la colección. Aunque no era un apasionado escolar por las colecciones de cromos sí que disfrute de aquellos momentos y la efervescencia de los días siguientes intercambiando los cromos y tachando en la lista los que iba obteniendo que me faltaban...
Antón Rendueles

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
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