Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Viaje por el viejo
barrio
El
viajero debe hacer tiempo para una cita y entra en la calle del
barrio de su infancia. Tiene un aspecto mortecino de calle que vivió
antiguo esplendor, al menos esplendorosa en los recuerdos del
viajero. Apenas reconoce los rótulos de los locales y donde había
una fábrica textil que hacía que al mediodía salieran en tropel
las operarias con sus batas azules para tomar un tentempié y fumar un cigarrillo, ahora hay un edificio de viviendas que se ve mucho más nuevo que los del resto de la calle...
Han
cambiado las puertas del portal y el viajero puede apreciar por el
cristal de las mismas que han instalado un ascensor. Debe ser no muy
grande, barrunta el viajero para sus adentros, conocedor de las
dimensiones del portal original. Sigue el restaurante ya con otro
nombre, una frutería y la vieja mercería. Es curioso para el
viajero este reencuentro con su pasado y observa los edificios
pegados unos a otros, ya entrados en años igual que los años han
entrado en el viajero...
De
los quioscos que conoció el viajero sólo queda uno, el más
veterano ya no existe y en su lugar hay una pequeña tienda de
objetos sin valor salvo el que quiera darle el comprador. En realidad
la mayoría de los locales comerciales están cerrados y no hay
ambiente de gente como antaño, tampoco la panadería donde tantas
veces iba a coger el pan y se compraba el viajero un pastelito. Le
vienen a la mente al viajero un montón de rostros que imagina ya
fallecidos...
El
viajero llega al límite de su viejo barrio y echa la mirada atrás,
contempla la acera, los edificios, como quien mira una foto donde la
imagen se llena de fantasmagóricas escenas donde las calles vuelven
a estar animadas con el trajín diario y el viajero volvía del
colegio. Incluso si se concentra puede percibir los olores de antaño.
Ahora no hay nada de aquello, sigue todo igual a simple vista, como
cuando se pasa por un pueblo de año en año y en apariencia no
cambia nada aunque haya cambiado todo...
El
viajero entra a tomar un cafelito en el restaurante aledaño al
portal de su infancia y adolescencia. No conoce al personal y tampoco
al par de clientes que parecen custodiar sus vasos. Cuando el viajero
se dispone a pagar, le dice el camarero que está invitado. El
viajero se percata de que el rostro anciano que le hace una seña
amistosa es el carnicero, ya no existe la carnicería donde iba a
comprar los encargos de niño y se acerca a él para saludarle y
agradecerle la invitación. Es un encuentro curioso, piensa el
viajero y se alegra de verle como el viejo carnicero parece alegrarse
de ver al viajero...
El
viajero se despide con la promesa de que la próxima invita él,
pensando en voz baja que seguramente sea la última vez que se vean.
Camina despacio el viajero y abandona el viejo barrio que también
parece despedirse, al menos el viajero tiene esa ensoñación aunque
el reloj le recuerda que han pasado los minutos y debe acudir a su
cita para unos asuntos en...
Pero
ése, ya es otro viaje.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
theadversiterchronicle@hotmail.es
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