Suplemento
viajero cutre de The Adversiter Chronicle
Viaje una desapacible
tarde de domingo por la ciudad
El
viajero emprende el camino y se abrocha la chaqueta, cae una lluvia
fina que empapa el asfalto, intermitente por breves respiros que
incita a retardar la apertura del paraguas sintiendo las suaves gotas
humedecer el pelo. Es domingo ya la tarde en declive antes de que la
temprana nocturnidad reine pero ya con las luces del alumbrado
público encendidas...Hacía
tiempo que el viajero no quemaba suela un domingo por la tarde. Es la
misma calle de otras horas, en otros viajes otros días de la semana,
pero este domingo tocaba visita obligando al viajero a cambiar su
rutina dominical viajando a ninguna parte sin salir de casa. La calle
tiene otra personalidad un domingo por la tarde, aceras vacías y
escaparates mostrando productos unos y las cicatrices de la crisis
otros, el paisaje familiar y casi eterno de locales vacíos, sucios
con el letrero de la inmobiliaria de turno...
El
viajero se detiene en una tienda de ropa, observa con interés la
mercancía expuesta de pantalones, polos, camisas. Nota que han
subido ligeramente los precios respecto al año pasado. No sabe
cuánto exactamente pero la oferta de pantalones si se compran dos ha
subido casi veinte euros. El viajero lo recuerda porque hizo compra
de esa oferta hace algo más de un año. La tienda es un local amplio
que hace esquina con tres escaparates, uno dedicado a ropa de cama,
otro a prendas masculinas y un tercero a femeninas. La lluvia aumenta
repentinamente y golpea con menos dulzura su cráneo, obligando a
desenfundar el paraguas y retomar la marcha dejando atrás el
escaparate...
Al
menos, barrunta el viajero para sus adentros, apenas hay viandantes y
se evita ir levantando, inclinando y esquivando paraguas propio y
ajenos, aunque la persistente llovizna obliga a no detenerse ante
otros establecimientos. Hay ambientillo en las cafeterías y
vinaterías que encuentra el viajero a su paso, de puertas cerradas e
interiores animados. Hay algún que otro indígena ya de pedete
lúcido, y alguno no tan lúcido, que apartan las ganas del viajero
de tomar un cafelito para recuperar resuello y hacer algo de tiempo a
ver si la lluvia cesa y le permite llegar seco a su destino, al menos
a no mojarse más de lo que ya se ha mojado...
El
viajero llega a su destino que nos es otro que el portal de su casa.
Han puesto una verja para evitar que se formen algarabías de jóvenes
refugiándose de la lluvia y llenando el suelo del soportal de pipas
y colillas. El viajero, que estrena entrar al portal por la verja,
descubre que alguien ha cometido un error de diseño en la puerta ya
que no hay manilla de apertura. Como es la puerta de entrada por la
rampa, tal vez se abra por dentro y decide palpar con la mano pero no
hay manilla aunque sí una barra metálica que forma parte del
mecanismo de bisagra de la puerta. El viajero se percata entonces de
que el fallo de diseño no es tal ya que la manilla se encuentra al
otro lado...
El
viajero mira con disimulo mal disimulado salvo para él, que nadie
haya sido testigo de su torpeza y entra para ir al ascensor mientras
piensa para sus adentros de nuevo que mejor hubiera sido...
Pero
ése, ya es otro viaje.
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