The Adversiter Chronicle

sábado, 12 de noviembre de 2022

"Memorias de La Transición", por Antón Rendueles

Unas memorias de Antón Rendueles en exclusiva para The Adversiter Chronicle

El partido de los sábados

El alumnado de cada curso se dividía en dos clases, A y B, lo cual acarreaba cierta rivalidad a lo largo del periplo de la EGB. Dar patadas al balón era el medio definitivo de demostrar superioridad de A sobre B y viceversa. Cuando había buen tiempo, pese a que me tocó mojarme más de una vez, los viernes quedábamos para medirnos el sábado en alguno de los campos de fútbol más o menos reglamentarios disponibles aunque ya desde el jueves se corría la voz de quién quedaba para jugar. El campo de la Universidad era donde solíamos jugar tras un curso en que nos encontramos clausurado el campo perteneciente a un establecimiento hostelero en decadencia y popular en otros tiempos que nos sonaban lejanos.
Había que desplazarse en autobús sin que faltara el típico compañero rebelde que se colaba por la puerta trasera. No por pagar el billete pues era de clase pudiente, supongo que le estimulaba el hecho de hacer una hazaña. Quedábamos temprano para nuestros cánones y a las diez y media de la mañana ya estábamos correteando, disfrutando de sentirnos futbolistas por noventa minutos, tiempo donde acababan surgiendo los molestos flatos, parar unos minutos para saciar la sed y trotar arriba y abajo, con polémicas de jugar sin árbitro y si la diferencia de goles era bochornosa la cosa se iba degradando hasta que cansados y sudados poníamos punto final al encuentro...
Al regreso, con el hambre asomando tras el esfuerzo, se comentaban las vicisitudes del partido, picándonos en comentarios y dichosos sin saberlo regocijándonos en nuestra infancia ya adolescente. Nunca tuvimos ningún percance y sí recuerdo un partido en el que un padre que acompañó a su hijo se ofreció para arbitrar. Supongo que era una vocación frustrada por que el tipo lo vivía, pitando falta cada tres segundos, anulando goles por fuera de juego y en plan profesional. Recuerdo el recuerdo porque el perillán que siempre se colaba sin pagar el billete por la puerta trasera del autobús terminó enzarzado con el `árbitro´, ya se olía el encontronazo tras varias decisiones arbitrarias, con el resultado de que en un momento dado le llamó hijo de puta. Recuerdo que pensábamos por lo bajinis, y luego comentado en el viaje de regreso en el autobús, que ya era hora de pararle los pies al árbitro de las narices que no tenía ni idea de arbitrar. Nunca volvió a ofrecerse para hacer de árbitro y hasta es posible que su hijo no volviera a quedar para el partido de los sábados...
Antón Rendueles

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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