Es en
apariencia un acto sencillo, cotidiano para muchos, esporádico para
otros y una vez en la vida para algunos, como es hacer cola en la parada
del autobús. Por lo general se llega y se sitúa uno siguiendo un
orden de subida cuando llega el autobús proporcional al orden de
llegada a la parada. En horas punta de afluencia de usuarios, mal
tiempo que obliga a guarecerse de la lluvia o combinación de ambas
circunstancias es cuando surge la necesidad de una compostura de
postureo a fin de defender nuestros derechos de miembros de la cola
en la parada.
Suele
ocurrir que se da afluencia de usuarios y por instinto observamos al
personal y somos capaces de distinguir un orden, pero siempre surge
esa usuaria con cara inocente sentada en el asiento de la parada que
no se puede discernir si sube antes o no. Técnicamente llegó antes
que nosotros pero tampoco está en la cola y siendo responsabilidad
de quien vaya antes y después de ella los obligados a cederle paso
antes. Puede ocurrir que la señora sea una petarda y se ponga a
discutir siendo la mejor compostura hacerse los suecos y subir lo más
rápido posible huyendo de semejante histérica.
Cuando
hay mal tiempo surge otra compostura del postureo porque solemos
apretujarnos en el estrecho espacio de la marquesina de la parada,
con esa mirada insolente de quienes están sentados y las de los
cobijados que parecen sonreír para sus adentros mientras nos caen
inoportunas gotas en el cogote. Lo mejor es ir armado de paraguas,
capucha o aguantar a pie de lluvia, que más vale mojarse que pasar
el bochorno de parecer tonto con medio cráneo en la marquesina y el
otro medio a merced de la inclemencia climática.
Finalizar
con la espinosa compostura del postureo ante la presencia de la
inevitable persona algo enajenada pero bajo parámetros aceptables
para el sistema siempre que se tome la medicación. De primeras surge
la empatía y se soportan turras del tipo de que empieza una cháchara
sin venir a cuento y dudamos entre contestar, prestar atención o
mirar para otro lado. Si tenemos la fortuna de que alguien llegó
antes y es víctima de la turra, la compostura es mirar para otro
lado y no mostrar interés por la turra contando los segundos para
que llegue el autobús. Se da el frecuente caso de que llegamos a la
parada con una amable señora que tuvo la ocurrencia de seguir la
corriente a la persona algo enajenada y trata de que le echemos un
cable introduciéndonos en la conversación. Hacerse el sordo
acompañado de movimientos rápidos de manos y dedos como si fuera
lenguaje de signos, sacar el móvil como si nos llamaran con el
timbre en modo vibración, o sencillamente salir pitando en busca de
otra parada, suelen ser las mejores composturas a la hora de afrontar
el trance. Si se sigue la corriente a la persona algo enajenada es
casi seguro que la turra seguirá en el autobús, una buena forma de
compostura es aparentar que se está más enajenado aún y simular
que se habla con la farola, papelera o semáforo a mano, nada de
decir que nos controlan por satélite o similares porque la persona
algo enajenada puede deducir que se haya ante un cofrade y la cosa se
puede desmadrar.
En
resumidas cuentas, la compostura del postureo en la cola del autobús
requiere de agilidad mental para detectar quienes llegaron antes o
después, perspicacia para evitar jetas que pretenden colarse
saltando el orden de llegada a la parada y algo de diplomacia
vaticana para sortear turras, enajenaciones mentales controladas y
las absurdas conversaciones de circunstancias con desconocidos donde
la compostura del postureo en el ascensor, como ya vimos en fechas
atrás, puede perfectamente adaptarse a la cola del autobús en casos
más bien excepcionales.
Alí
Kate
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
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