Se ve triste la ciudad
desde el acantilado, como si se empapara de la tristeza ambiental que
emitimos los humanos tras casi un año de pandemia, restricciones y
crisis, una crisis que son tantas ya, que lo mejor es unificarlas
todas bajo la denominación de crisis pandémica, crisis
por la pandemia o estado de crisis que abarque todos los
niveles...
Lo único que sabemos con certeza aplastante es que todas y todos saldremos más viejos y con batallitas que contar del pasado, que son el presente...
Lo único que sabemos con certeza aplastante es que todas y todos saldremos más viejos y con batallitas que contar del pasado, que son el presente...
Escucho mucho últimamente
que cuándo volveremos a lo de antes, ese estado que añoramos y al
que nos agarramos como a un clavo ardiendo para aguantar un día más
y estar en vela otra noche menos y del que tanto renegábamos sin
hacer nada por mejorarlo...
Todo apunta a que hasta bien entrada la década no se anunciará el final de la pandemia y este pensamiento hace que me embargue una especie de inquietante serenidad. No es bueno saber la fecha exacta de nuestra muerte porque nos impediría vivir la vida, siempre carcomiendo nuestro ser la fecha de irnos de este mundo y tal vez no saber la fecha exacta de la erradicación del coronavirus sea lo mejor para que, por fin, acatemos la disciplina como sociedad que la mayoría aceptamos como individuos. Escuchar los argumentos negacionistas con sus papanatismos que no ven más allá de sus propias narices sólo logra aumentar la desagradable sensación de que sólo aprendemos a golpes, como si miles muertos diarios no fueran razones suficientes en número para dejar de hacer el gilipollas...
No aprendemos y, mientras sea así, estamos condenados a quemarnos a fuego lento en la hoguera de la pandemia.
Todo apunta a que hasta bien entrada la década no se anunciará el final de la pandemia y este pensamiento hace que me embargue una especie de inquietante serenidad. No es bueno saber la fecha exacta de nuestra muerte porque nos impediría vivir la vida, siempre carcomiendo nuestro ser la fecha de irnos de este mundo y tal vez no saber la fecha exacta de la erradicación del coronavirus sea lo mejor para que, por fin, acatemos la disciplina como sociedad que la mayoría aceptamos como individuos. Escuchar los argumentos negacionistas con sus papanatismos que no ven más allá de sus propias narices sólo logra aumentar la desagradable sensación de que sólo aprendemos a golpes, como si miles muertos diarios no fueran razones suficientes en número para dejar de hacer el gilipollas...
No aprendemos y, mientras sea así, estamos condenados a quemarnos a fuego lento en la hoguera de la pandemia.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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