Unas memorias de
Antón Rendueles en
exclusiva para The Adversiter Chronicle
Tardes y noches de cine
( I )
Escucho
en el noticiero televisivo, esa ventana que me muestra el mundo, que
en la última década se han cerrado seiscientas salas de cine, cines
que se decía antaño aunque no parece que haya transcurrido tanto
tiempo...
El
cine que tuve la fortuna de disfrutar, asequible a las clases
populares a diferencia del teatro y la ópera, de un tiempo donde ir
al cine formaba parte de la cultura y las costumbres. Era además
asequible, las tardes de sábado o en fechas vacacionales era norma
no escrita tener la opción de ir al cine. Pero en mi entorno siempre
se fomentó la pasión por ver una película. Creo haber evocado en
alguna ocasión el entrañable recuerdo de ir con mi padre al estreno
de La Guerra de Las Galaxias
y siempre que podía me acompañaba a ver una del Terence Hill y el
Bud Spencer...El cine era un entretenimiento para adultos y no adultos, aquellos avisos de para todos los públicos, o menores de catorce acompañados donde tener posesión del DNI era una etapa iniciática y salvoconducto al cine vedado hasta entonces a mis ojos. Mi madre y mi tía eran especialistas en colarme siendo menor aunque siempre intuí que el bueno del acomodador hacía la vista gorda salvo cuando la película tenía escenas escabrosas de destape inmoral, casto y puro a los censores de hoy en día...
El cine en la noche era territorio adulto al que en ocasiones podía asistir, la mayoría no y recuerdo las preguntas que hacía a mis padres sobre Mad Max. Pero mientras la sociedad llenaba sus pulmones de libertad, las carteleras se llenaban de títulos del llamado destape, que duraban semanas y semanas en cartelera; un cine donde las películas tenían títulos como Delicias Turcas y el cartel rezaba para rigurosamente mayores de 18 años...
Pero las tardes, sobre todo la primera sesión, era cosa de la chiquillada, de la juventud adolescente, de colas desde temprano para ver sagas galácticas o Marlon Brando de padre de Supermán. La rabia de ver que ese viernes había uno o dos estrenos pero aún seguían echando las que ya había visto, porque las películas se estrenaban de viernes y duraban... Duraban meses en cartelera que se hacían eternos...
Recuerdo siete cines, aunque ahora que me paro en ello, creo que nunca estuvieron todos a la vez, al menos fueron desapareciendo, casi sin darnos cuenta, casi sin enterarme, de volver a la ciudad y saber que habían cerrado otro cine...
Antón Rendueles
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
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