Por Antón
Rendueles
JOSÉ MARÍA IÑIGO
Fallecía
días atrás el periodista y comunicador José María Iñigo cuya
faceta profesional y humana loan familia, amistades y colegas del
gremio. En mi caso, la noticia de su muerte y escuchar las loas, me
ha hecho recordar, pensar y meditar. Me he dado cuenta de que se suma
otra ausencia a las ya ausentes y creo que es posible que le suceda a
mi generación que tuvimos una infancia donde el aparato de
televisión reinaba en el salón cuando nos congregábamos la familia
a ver la tele, una tele en blanco y negro que dio paso al color y
donde sólo se veía la primera cadena de la televisión pública y
se sintonizaba mal la segunda...
Pensar
en que al igual que la infancia de hoy en día maneja la tecnología
digital sin falta de saber programación, mi infancia era la de los
usuarios de la tecnología televisiva analógica donde a diferencia
de los adultos no necesitábamos el manual de instrucciones para
sintonizar, buscar canal para el reproductor de vídeo y poner en
hora el reloj digital. Dicen que fue un innovador y se ha ido cuando
se anuncia el fin de la televisión y su visionado que hemos conocido
porque ahora la tecnología permite que cada televidente elija, no ya
su canal o una hora para ver repetido un programa, sino el medio por
el que se emite. El salto del reloj digital calculadora a los
actuales terminales de bolsillo que además son teléfonos, lo está
haciendo el medio audiovisual. Una trayectoria profesional que ha
vivido la época en que TVE se modernizaba al igual que un país...
He
meditado sobre el cómo es que alguien a quien tengo en recuerdos
difusos, de los que cuesta ponerle fecha y abarca todo un periodo
despierte tales sentimientos de pérdida. Otros presentadores y
presentadoras de la época también dejan este mundo y no despiertan,
salvo el lógico toque de curiosidad de saber de quien no sabías
desde hacía lustros, esa percepción de perder a alguien cercano.
Creo haber hallado la respuesta y es que José María Iñigo era uno
más de aquella familia que se congregaba a ver la televisión. Ahí
residía su magia porque en los recuerdos ya nítidos capaces de ser
fechados y en mi periplo vital, ni lo seguí especialmente ni tuve
oportunidad de verle, sencillamente escuchaba otros programas de
radio o veía otros canales de televisión. Por supuesto que me lo
tropezaba, casi, leyendo algún diario, escuchando sin oir una
emisora donde intervenía y siempre esa sensación de recuerdo del
mundo feliz que disfruté en mi infancia recordando su mostacho y sus
casi greñas con patillas, asombrado de que perdiera el pelo y
engordara pero alegrándome de verle de nuevo...
Siento
su fallecimiento como algo propio porque forma parte de mis
recuerdos, recuerdo el famoso hecho de doblar cucharas, recuerdo
debutar a un trío de humoristas novatos en la tele con un hilarante
entremés parodiando a Miguel de La Cuadra, recuerdo a los míos y me
aferro a su ausencia...
Descanse
en paz.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
Salt Lake City, Utah
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