Unas memorias de
Antón Rendueles en
exclusiva para The Adversiter Chronicle
Un fascista presidente
de Cataluña
He
visto en las imágenes del noticiero de las tres una madre que
estando en una playa catalana con su hijo, éste le preguntaba si se
había muerto alguien al ver cruces plantadas en el arenal. La mujer
se indignó y procedió a retirarlas airadamente y airadamente otra
respetable señora que velaba por las cruces plantadas en la arena se
enfrentó a ella...
Puedo
entender a ambas señoras, puedo entender al niño que relaciona con
fundamento las cruces con la muerte y los difuntos aunque le costará
entender que las cruces no sean tumbas y sí una puesta en escena
para denunciar un totalitarismo que sólo existe en las mentes de
quienes son utilizados por la casta secesionista que utiliza al
electorado de ideas independentistas, le costará entender que en el
mundo de los adultos hay gentes que viven de la política y a base de
demagogia y propaganda inoculen el virus del odio, del racismo, de la
supuesta superioridad moral, ética y cultural a base de irritar y
aburrir a quienes no están cegados por el odio inducido desde que se
es niño...
Del
señor Puigdemont ya no me sorprende nada, huyendo hacia adelante en
un camino a ninguna parte salvo el camino de pagar por su traición a
la sociedad catalana en particular y la española y europea en
general que, según las crónicas extranjeras, ha visto en la
elección del nuevo presidente de Cataluña el verdadero rostro de un
intento de ruptura a base de legislación ilegal, aprobar la misma y
engañar a sus votantes con un derecho a votar que nunca se negó y
sí una consulta ilegal en las urnas para aprobar una ilegalidad, es
así de simple. El resto de cortina de humo que logró engatusar a
parte del electorado no independentista en base a que España es en
realidad una dictadura y que los españoles son franquistas, sólo es
eso, una cortina de humo que impide ver el horizonte y se inventa un
presente falso a base de propaganda digna del régimen nazi...
El
recién elegido presidente de Cataluña es un político de ideas
racistas, de verbo combativo donde lo de menos es el ideal, podría
haber estado en Burgos en 1936 insultando a Unamuno, en la dirección
de los gulags de Stalin o como jefe regional de partido saludando a
Hitler en Nuremberg...
Mirando
la noticia en el televisor me acordé de un veterano de la Guerra
Civil que tuve el placer de conocer cuando aún podía moverme con
mis piernas. Le vi por primera vez en la barra de un bar, una de esas
barras de bar en núcleos rurales donde el vicio se transmuta en acto
social, de charlar con los vecinos, de tertulias tras una partida de
cartas, de invitar a una ronda o dos si se tercia. Ya era mayor, de
rostro arrugado y con esa socarronería vital que suelen tener los
soldados veteranos y de los que tenemos constancia en memorias y
entrevistas en documentales, un cinismo con humor de quien ya no cree
en los políticos, las ideologías o los ideales porque han visto
mucha mierda, muchos muertos y tuvieron que luchar en la paz donde el
rencor, el odio, la rabia de los vencidos y la soberbia de los
vencedores convertían la vida en una lucha diaria...
Yo
estaba en la barra y él a mi lado, aunque nunca habíamos cruzado
palabra y ni siquiera habíamos sido presentados. De súbito comenzó
a escorarse hacia mí, ese escorarse de quien ha tomado una copa de
más, quizás. Le ayudé a incorporarse antes de que se hundiera en
el suelo cual Titanic en alta mar y desde ese momento me brindó su
amistad, breve porque fallecería al cabo de dos años. Una
característica de su ser socarrón era contar chistes de Franco,
otra era que iba a su aire y siempre me llamó la atención que pese
a todo era un hombre con la sabiduría que da el tiempo y pude
apreciar que no eran los demás quienes mantenían la distancia, era
él quien brindaba su compañía sin rogarla y me atrevo a decir que
sin necesitarla por lo que aprecio más que me otorgara su amistad.
Era
un joven en edad de ser movilizado cuando estalló la Guerra Civil en
1936. Las circunstancias le obligaron a servir a la República y los
derroteros de la guerra a servir también en el bando franquista.
Contaba anécdotas de viejo soldado, poco sobre el derrumbe del
frente que le obligó a cambiar de bando, de narrar cómo viajó en un
camión con soldados nazis, que eran amables y con camaradería a
diferencia de los italianos que no paraban a recoger soldados que
pedían que les llevaran. Nunca me habló de política, de ideales o
de banderas aunque su silencio y echar un trago cuando contando una
anécdota esta se cortaba porque ya había llegado al frente. No sé
a que altura de nuestra reciente amistad y a la sombra de la
madrugada en la barra de un bar le pregunté si él era repúblicano
o nacional y su respuesta siempre era la misma: fuí rojo, fuí
azul y no soy amarillo porque no tengo cirrosis.
Viendo las noticias y el enfrentamiento civil en
Cataluña al que se ha llegado gracias a una casta política que
engañó a su electorado con una secesión ilegal en base a leyes
ilegales aprobadas saltándose la legalidad vigente, supongo que
miraría la televisión y tras echar un trago con la mirada perdida
en algún lugar del espacio tiempo, contaría el chiste de Franco
según el cual un día el dictador pescando se cayó al río y un
lugareño que estaba allí se tiró a salvarlo. El dictador en
agradecimiento le dijo al lugareño que pidiese lo que necesitara que
como muestra de gratitud se lo otorgaría pero el lugareño en lugar
de dádiva le pedía al dictador que no dijera a nadie que le había
salvado porque entonces irían a por él los del pueblo...
La inocencia infantil relaciona con razón cruces en la
arena con muertos sin reparar en el color de las mismas que desde el
intento de secesión ilegal ya no es un color de reivindicación de
supuestos derechos supuestamente vulnerados, es el amarillo de la
cirrosis política producto del vicio de saciar la sed de poder y
vivir como estadistas cuando sólo son oportunistas disfrazados de
patriotas catalanes.
Hubo un tiempo en que ser niño e ir a la playa era para
jugar y divertirse y sólo los cementerios tenían cruces,
enhorabuena a la casta política secesionista que han logrado
igualarse a quienes dicen repudiar y donde el presidente de Cataluña
representa ideas fascistas y racistas aunque ahora comulgue por
interés con los anarquistas. Estoy seguro que mi amigo veterano de
la Guerra Civil les escupiría cuatro verdades sobre la guerra y
terminaría contando un chiste de Franco que les sacaría los
colores. El problema de la casta secesionista catalana es que juegan
a declarar la guerra promoviendo el enfrentamiento civil y no les
importan los muertos, unos serán mártires y otros esbirros dignos
del matadero...
Igual que ETA al otro lado del espectro político.
Antón
Rendueles
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
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