Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Libro: Los
Rockefeller
-Una dinastía americana-
Autor:
Peter Collier y David
HorowitzEditorial: Tusquets Editores S. A.
Traducción: F. Martín
Edición: Enero 1987
Si
hay un apellido incrustado en la memoria colectiva que sea sinónimo
de riqueza y fortuna, sin duda es el apellido Rockefeller pese a que
nada sepamos del mismo. Y de ese apellido y lo que ha significado
trata el libro, no apto para buscadores de intrigas y refriegas
familiares, es la crónica de una dinastía que ha dejado su huella
en los EEUU durante todo el siglo XX y gracias a la labor
filantrópica el loable intento de mejorar la existencia de quienes
menos tienen a la vez que se fomenta el desarrollo social y
económico. Una dinastía y una institución que surge en la época
del nacimiento de la industria del petróleo y el capitalismo sin
humanidad que dio lugar a las grandes fortunas de los EEUU entre la
segunda mitad del siglo XIX y el primer cuarto del siglo XX. Sin
embargo, cuando el capitalismo sin humanidad tuvo que ceder ante la
presión social, el patriarca y fundador de la dinastía, encontró
en la filantropía una manera de lavar la imagen del apellido, labor
que continuó su hijo y con más o menos fortuna la tercera
generación...
Peter
Collier y David Horowitz se conocieron a principios de los años
setenta, cuando aún estudiaban en la Universidad de California,
Berkeley. Juntos empezaron también a trabajar como redactores en la
célebre revista de la Nueva Izquierda norteamericana Ramparts.
Collier y Horowitz tuvieron la idea de preparar un ciclo de tres
biografías de familias que retrataran las tres grandes esferas de
influencia religiosa sobre la vida política y económica
norteamericana. La tradición protestante vendría representada por
Los Rockefeller;
el segundo volumen, dedicado a la tradición católica de origen
irlandés, sería Los
Kennedy y el tercero una
biografía dedicada esta vez a una familia de tradición judía: la
de los Ford. Unas biografías que han sido reconocidas como un
trabajo magistral, mezcla de estudio histórico-crítico, libre de
todo compromiso, y de apasionante narración, auténticas sagas en la
mejor tradición anglosajona.
Datos
del año de la edición y sin más, unas breves reseñas que os
inciten a su apasionante lectura:
Una
etiqueta para un apellido...
"A
pesar de ello, era a Rockefeller -que se confesaba paciente y
conservador- a quien el público identificaba como símbolo de un
sistema económico despiadado, tranquilamente sentado sobre una silla
de montar uncida a la humanidad; al margen de su vida privada, el
John D. Rockefeller que conocían, había inventado una nueva
modalidad de poder económico -el trust corporativo- en un país cuya
savia principal eran los negocios. Y la amenaza de la que era
paradigma no correspondía a la del pirata que actúa al margen de la
norma social, sino a la del poder injusto e incontrolable intrínseco
en esa propia norma. En cierto sentido, representaba el propio
sistema llevado a su último extremo lógico e irremediable: el del
competidor que destruye sin piedad a la competencia. No es fortuito
que la época que Mark Twain denominó Edad Dorada eligiese a John D.
Rockefeller como el norteamericano representativo.”
La
filantropía como sello del apellido...
“Según
la ley del péndulo, comenzaba a producirse la tendencia inversa de
la reacción pública frente al apellido Rockefeller, dándose un
cambio de opinión que parecía espontáneo, pero que en el fondo era
el resultado de una labor impresionante. Paso decisivo en la
estrategia fue la decisión de abandonar la política de silencio que
siempre había seguido la Standard, , política muy bien resumida en
una máxima del abogado personal de Rockefeller, Starr J. Murphy: `No
destapar superficie innecesaria´. En 1907, la compañía contrató a
un periodista, Joseph I. C. Clarke, como agente de publicidad. Fue un
paso audaz, no simplemente por el hecho de que Clarke fuese el
segundo relaciones públicas en la historia de la industria
norteamericana (el primero y reconocido maestro de la especialidad,
Ivy Lee, se convertiría ulteriormente en incondicional de
Rockefeller, pero por entonces trabajaba en la compañía ferroviaria
Pennsylvania), sino, lo que es más importante, porque significaba
que a partir de entonces el trust y su creador pasaban a la
ofensiva.”
Rockefeller
Center, el legado de Junior...
"La
situación económica dificultaba la financiación. Hasta para un
Rockefeller resultaba difícil aquel proyecto calculado en 120
millones de dólares, 45 de ellos procedentes de un crédito de la
Metropolitan Life Insurance Company con aval personal de Junior, y el
resto reunido a pesar de las brutales pérdidas que implicaba. Junior
llegó un día a las oficinas de Wallace Harrison, arquitecto jefe
del Centro y quien, además, había captado a la RCA como primer
inquilino. Harrison, al notar preocupado a Rockefeller, le preguntó
qué pasaba, a lo que Junior contestó que había tenido que vender
algunas acciones de la Standard de Nueva York a dos dólares. Sin
embargo, poco a poco la edificación fue ganando altura. En 1933 se
inauguraba el edificio de la RCA y Junior lo celebró trasladando las
oficinas privadas de la familia del edificio de la Standard Oil en
Broadway 26 al piso 56 de la Plaza Rockefeller número 30. A partir
de ese momento la Oficina sería la suite 5.600.”
La
Guerra Fría...
“El
propio ambiente -social, político y financiero- en el que se movían
los Rockefeller lo constituían tales individuos e instituciones,
conformando un sistema privado de poder organizado que dictaba la
vida económica, política e intelectual de EEUU. Para los Hermanos,
lo mismo que para quienes les rodeaban, la guerra fría fue el
momento en que su influencia había sido realmente integral. Muy
distintos a la década de crisis que siguió, aquellos años fueron
un momento embriagador de triunfo nacional, una época en la que
Estados Unidos era la primera potencia mundial y a su generación le
tocaba por derecho propio el turno de rehacer el mundo a su propia
imagen y semejanza. Nelson era el Rockefeller más inmerso en la
corriente de aquella visión y el más decidido a ocupar el centro
absoluto, pero incluso el hermano menos parecido a él tampoco se
hallaba muy apartado de semejante posición.”
Un
Rockefeller gobernador de Nueva York...
"Los
que habían colaborado con él en política durante veinte años
comenzaban a ver una faceta nueva en Nelson, un Nelson muy distinto
al joven cuyas faltas de antaño únicamente parecían imputables a
su entusiasmo exacerbado. Se había vuelto irritable y cerebral y
ahora sus rasgos primordiales eran la venganza calculadora y una
ambición mezquina. Mandaba en Nueva York como un faraón redivivo,
con halagos, adulaciones, amenazas e intimidaciones a los
congresistas para que apoyasen sus programas sin reparar en los
medios para lograr sus fines, y no fue casual que regalase al
poderoso congresista Meade Esposito un grabado de Picasso que el
político había elogiado ni que despojara a Robert Moses de su
poder.”
Muerte
de uno de Los Primos en Nueva Guinea...
“El
18 de noviembre, después de varias semanas de trabajo de campo,
Michael Rockefeller y Wassing decidieron viajar a un pueblo
importante del otro lado del río South Eilander, pero en lugar de
hacerlo a través del complejo sistema de vías fluviales,
prefirieron ganar tiempo costeando por mar para luego remontar el
South Eilander. Los comerciantes de la región les habían advertido
del peligro de ese viaje y, efectivamente, a medio camino, una gran
ola volcó el catamarán, mojándose el motor y perdiéndose la
mayoría de los apuntes de Michael. Los dos hombres se mantuvieron a
flote durante la noche agarrados a los restos de la embarcación que,
lentamente, fue arrastrada hacia alta mar por la corriente. A la
mañana siguiente, Michael se dispuso a cubrir a nado los veinte
kilómetros que les separaban de la costa. Wassing le suplicó que no
lo hiciera, señalándole que con aquellas aguas infestadas de
caimanes y tiburones era prácticamente imposible alcanzar la costa.
Pero, como explicaría posteriormente el antropólogo holandés: `Me
escuchó, pero yo sabía de antemano que estaba decidido a
intentarlo. No había manera de hacerle cambiar de idea´. Se quedó
en calzoncillos, se ató las gafas a la nuca, se sujetó a los
hombros unas latas vacías de gasolina para flotar, miró a Wassing
por última vez, y con un `Creo que lo conseguiré´ se tiró al
agua. No se le volvió a ver.”
Biografía
de 1976 que nos brinda un retrato del apellido Rockefeller y su
trayectoria a través de cuatro generaciones y que como todo
organismo vivo, termina por diluirse sin llegar a desaparecer.
Retrato de una trayectoria filantrópica pero también del poder e
influencia que otorga el dinero, siempre entre la disyuntiva de
conciliar el origen de la fortuna familiar con las contribuciones
filantrópicas pero también las tribulaciones y consecuencias de
pertenecer y ser un Rockefeller. Libro ideal para amantes de los
entresijos que han configurado el siglo XX en lecturas reposadas de
periodo vacacional, convalecencias o simplemente disfrutar del placer
de la lectura. Podéis regalar a la suegra un ejemplar lo cual nos
deparará hilarantes momentos cuando piense que se trata de un
tratado de queso roquefort...
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
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