The Adversiter Chronicle

viernes, 25 de agosto de 2017

"Lomo con tapas", suplemento literato cutre


Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle

Libro: Mao – La historia desconocida
Autor: Jung Chang & Jon Halliday
Editorial: Santillana Ediciones Generales, S. L.
Traducción: Amado Diéguez y Victoria E. Gordo del Rey
Edición: 2006

Descarnada biografía sin concesiones a la duda es la propuesta de hoy sobre una de las figuras del siglo XX y un auténtico exterminador de setenta millones de compatriotas que dio lugar, gracias a la propaganda y el culto al líder, a un mito que ha ejercido influencia en millones de personas de todo el mundo y gobernó según el manual estanilista el país más poblado del planeta: Mao Tse-tung.

Por otra parte resulta fundamental su biografía para entender aspectos de la Guerra Fría así como un viaje al comunismo y sus gulags, las intrigas entre sus dirigentes, la influencia de la URSS en los partidos comunistas de todo el mundo, el cumplir objetivos a costa de hambrunas y miseria en la población y el refinamiento a la hora de eliminar enemigos mediante humillaciones públicas, encarcelamiento, represalias sobre los familiares y el egocentrismo despiadado de todo dirigente comunista que se precie de ser tal. Un sistema de actualidad tras esa subvariante del socialismo que el tal bolivariano cuya aplicación está resultando desastrosa y calamitosa por no citar el régimen norcoreano y la propia China actual donde sigue el régimen comunista y que ahora su ciudadanía no pasa hambre pero se permite que se enganche al consumismo mediante el axioma un país, dos sistemas..

Jung Chang nació en la ciudad china de Yibin, provincia de Sichuán, en 1952. A los catorce años entró en la Guardia Roja y después trabajó como campesina, trabajadora del metal y electricista antes de estudiar inglés, y más tarde, convertirse en profesora de la Universidad de Sichuán. En 1978 dejó China para trasladarse al Reino Unido y, poco después, recibió una beca de la Universidad de York, donde obtuvo el doctorado en Lingüística en 1982 siendo la primera ciudadana de la República Popular China en recibir un doctorado de una universidad británica. Jon Halliday por su parte ha sido profesor en el King´s College de la Universidad de Londres con ocho libros publicados.
Datos sacados de la contraportada y actualizados al año de edición, pero sin más, unas breves reseñas que os inciten a su lectura:

Un joven de diecinueve años...
Era la primavera de 1913 y Mao tenía diecinueve años. En la escuela de Magisterio imperaba un espíritu abierto, el propio de la época, que se ponía de manifiesto incluso en su sede, un edificio de inspiración europea con arcos románicos y un amplio patio con columnas. A este edificio lo llamaban yang lou: `edificio extranjero´. Las aulas tenían elegantes suelos de madera y ventanas de vidrio, y los estudiantes estaban expuestos a todo tipo de ideas nuevas: se les alentaba a pensar libremente y a organizarse en grupos de estudio y pusieron en marcha nuevas publicaciones sobre anarquismo, nacionalismo y marxismo (durante un tiempo, en el salón de actos de la institución colgó un retrato de Marx). Por su parte, Mao, que se había topado con el término `socialismo´ en una publicación periódica, se encontró en ese momento con la palabra `comunismo´. Fue un periodo al que bien puede aplicarse la frase ` Dejad que florezcan cien flores´, que Mao emplearía más tarde para una época de su propio gobierno en la que, sin embargo, no permitió ni una pequeña fracción de la libertad de la que él gozó cuando era joven.”

Stalin bendice su posición de líder supremo...
Fue en esa época cuando Mao supo que Moscú le había ascendido al cargo más alto del escalafón: presidente del futuro Estado comunista chino. Su agresiva persecución del poder le había valido el aprecio de sus superiores. Y ahora que contaba con las bendiciones de Moscú, decidió embarcarse en una purga a gran escala para librarse de todo aquel que se había opuesto a él y, de paso, desencadenar un terror tal que a partir de entonces nadie se atreviera a plantarle cara. Shangai no estaba en posición de oponerse ni de limitar sus movimientos, porque a mediados de noviembre de 1930 en el Comité Central estalló una batalla por el poder. La inició un personaje relativamente desconocido llamado Wang Ming, quien en años venideros habría de convertirse en uno de los grandes opositores de Mao.”

Estrategia de Mao contra los japoneses...
Por lo tanto, el plan básico de Mao para la guerra chino-japonesa consistía en reservar sus fuerzas y ampliar la esfera de influencia de los rojos chinos al tiempo que aguardaba la intervención de Stalin. De modo que cuando los japoneses avanzaron hacia el interior desde el norte de China y desde la región de Shangai, Mao consiguió que Chiang Kai-shek aceptase que el ejército rojo no interviniera en ninguna batalla y que operase, exclusivamente, en funciones auxiliares. No quería combatir a los invasores. Al contrario, ordenó a los comandantes rojos esperar a que los japoneses derrotasen a los nacionalistas para, a continuación, cuando los japoneses avanzasen, ocupar territorio tras las líneas niponas. Los japoneses no establecían guarniciones en las vastas regiones conquistadas -más extensas que el propio Japón-. Sólo podían controlar las líneas férreas y las grandes ciudades, lo cual dejaba libres las ciudades pequeñas y las zonas rurales. Además Mao ordenó a sus hombres incorporar a sus filas a los soldados nacionalistas derrotados con el fin de aumentar sus propios efectivos. Su plan consistía en ir pisando los talones del ejército japonés para ampliar las zonas rojas.”

Guerra de Corea
Pero Mao insistió en seguir adelante con la Guerra de Corea. Quería algo más: la Bomba. De hecho, éste fue el objeto principal del viaje de Zhou, además las industrias de armamento. Zhou trató por todos los medios de llevar al equipo del físico nuclear Qian Sanqiang a los institutos de investigación nuclear soviéticos, pero sus reiteradas peticiones para la transferencia de tecnología nuclear fueron rechazadas. Qian siguió presionando durante tres meses, periodo que coincidió exactamente con el de la resistencia de Mao a acabar la guerra. Entonces, en mayo, Moscú se plantó. El bloque comunista llevaba algún tiempo desplegando una enorme campaña en la que acusaba a Estados Unidos de estar utilizando armas bacteriológicas en Corea y China, y atribuyendo vagamente un gran número de muertes a los ataques bacteriológicos. Los aviadores estadounidenses capturados eran obligados a confesar, a veces ante una cámara, que habían dejado caer este tipo de bombas.”

La Bomba...
En todo el país se organizaron celebraciones. Entre la población, hasta entonces completamente ignorante de que China estuviera fabricando una Bomba, la noticia se recibió con auténtico júbilo. Poseer armas nucleares se consideraba indicativo de los logros de una nación, por lo que muchos se sentían profundamente orgullosos, especialmente teniendo en cuenta que lo que se les dijo es que China había fabricado la Bomba ella sola, sin ninguna ayuda exterior. El papel decisivo de la Unión Soviética se mantuvo en riguroso secreto y todavía hoy es poco conocido.”

Madame Mao...
El ansia de relacionarse con extranjeros sólo era igualada por su pasión por la ropa femenina. En la China de su esposo, a las mujeres únicamente se les permitía vestir chaquetas y pantalones sin hechuras. Sólo en muy raras ocasiones podía ella misma ponerse un vestido o una falda. En 1972, deseaba lucir un vestido para acompañar al presidente de Estados Unidos (que la describió como `desagradablemente cáustica y agresiva´) y a la señora Nixon al ballet The Red Detachment of Women (El destacamento rojo de mujeres) una de sus ocho `obras ejemplarizantes´. Pero después de darle una y mil vueltas abandonó la idea, ya que habría parecido demasiado incongruente que se presentara así delante del gran número de mujeres chinas que habría entre el público y que, a pesar de estar especialmente invitadas, irían todas vestidas con la monótona ropa estilo Mao. Cuando Imelda Marcos, de Filipinas, visitó China en septiembre de 1974 ataviada con su vistoso traje nacional, Madame Mao tuvo que aparecer con su anodino uniforme y gorra, que la dejaban bastante malparada al lado de la ex reina de belleza Imelda. Tanto el fotógrafo chino como la señora Mao no dejaba de mirarla con envidia por el rabillo del ojo.”

Muere un mito viviente...
El 8 de septiembre, la garganta de Mao emitió un gruñido ininteligible. Su peluquero y sirviente durante diecisiete años le puso un lápiz en su mano temblorosa y Mao trazó dificultosamente tres débiles líneas, y luego tocó blandamente el borde madera de la cama tres veces. El peluquero dedujo que lo que Mao quería saber era lo que le estaba ocurriendo al primer ministro japonés, Takeo Miki (cuyo nombre significa en chino `Tres Bosques´). Mao nunca se había visto con Miki ni había mostrado ningún interés por él hasta aquel momento, en el que Miki estaba luchando por evitar que le derrocaran mediante un golpe dentro de su propio partido. Una de sus novias reconvertidas en enfermeras, Meng, sostuvo frente a él el boletín de noticias y Mao lo leyó durante unos minutos. Este informe sobre otro de los líderes que estaba contra las cuerdas fue lo último que leyó. Al poco rato de esto, Meng le oyó decir a Mao: `Me siento muy mal. Llama a los doctores´. Aquellas fueron sus últimas palabras. Poco después quedó inconsciente. Pasados diez minutos de la medianoche del 8 de septiembre de 1976, Mao Zedong murió. Su mente se mantuvo lúcida hasta el final; una mente en la que sólo había lugar para un pensamiento: él mismo y su poder.”

Libro imprescindible para intentar comprender más sobre el gigante asiático y los regímenes comunistas sobre un hombre que se elevó sobre sus compatriotas sometiéndoles a todo tipo de penurias, en todos los aspectos y niveles, mientras él se dedicaba a intentar tomar la antorcha en el mundo comunista que sujetaba la URSS a costa de millones de ciudadanos chinos que perdieron la vida mientras el resto sobrevivía en un estado de control total sobre sus cuerpos y sus mentes. Ideal para votantes de populismos de izquierda que piensan que su mundo de confort digital tiene sitio en un estado comunista que les venden sus líderes, amantes de la historia así como mentes inquietas que intuyen que detrás de un ídolo de masas siempre hay un efectivo ejercicio de propaganda y culto al líder.
Muy recomendable.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton  Jr. IV

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