Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle

Libro: Los
Ford – Una epopeya americana -
Autor:
Peter Collier y David
HorowitzEditorial: Tusquets Editores, S. A.
Traducción: José Arconada y Javier Ferreira
Edición: 1ª edición, julio de 1990
Aprovechando el escándalo de Volkswagen a sus clientes
tenemos la excusa perfecta para asomarnos a la historia de la
industria del automóvil de la mano del hombre que propició el
consumo masivo de un producto que cambió el mundo y la sociedad así
como la historia de la dinastía que inició para reinar en un reino:
la Ford Motor Company

Puedo deciros de los autores que eran ya conocidos como
periodistas y reporteros de prestigio en los años sesenta,
publicando el libro que nos ocupa en 1987 perteneciente a una
trilogía que abarca a los Kennedy, los Rockefeller y los Ford. Su
intención fue desde el comienzo dar una visión histórica de los
orígenes de la economía norteamericana mediante la ajetreada vida
de tres familias carismáticas que no sólo forjaron su propia
fortuna, sino que sentaron las bases del actual poder político de
los Estados Unidos...
Datos como siempre de la contraportada y actualizados a
la fecha de la edición, pero sin más verborrea, unos breves pasajes
que os inciten a su lectura...
Influencia maternal...

Henry Ford se hace célebre...

Rivalidad entre Henry Ford y su hijo Edsel...
“Henry
interrogaba constantemente a la gente que sabía de la vida privada
de Edsel.
Una vez se le vio en su despacho del laboratorio de
ingeniería hablando en voz abaja con uno de los sirvientes de
Gaukler Pointe, y confesó que el criado era un soplón al que pagaba
para que lo mantuviese informado de las actividades de su hijo cuando
estaba en casa. Para escapar de la incesante vigilancia, Edsel, con
todo y ser presidente de una de las corporaciones más grandes del
mundo, se encontró a si mismo tratando de huir de su padre como un
adolescente. Algunos empleados le demostraron solidaridad ayudándole
en sus triquiñuelas. En una ocasión, por ejemplo, Edsel quiso
asistir a una fiesta formal que se celebraba a primeras horas de la
tarde. Sacó su traje del maletero del coche, se cambió en el
despacho y salió. Su ayudante, Ed Harper, sabía que Henry no
tardaría en indagar sobre el paradero de su hijo, cosa que hacía
diariamente, así que instruyó a uno de los capataces de la planta
para que le dijese al Ford padre que Edsel estaba en la fundición.
Como viera que el capataz se mostraba vacilante, Harper le dijo:
`Mira, ya va siendo hora que aprendas a decir mentiras piadosas para
ayudar a Edsel´. El hombre transmitió la mentira piadosa a Ford y,
cuando descubrió el engaño, poco le faltó para perder su empleo de
capataz.”
Un nuevo producto de la Ford Motor Company...
"Mientras
los diseñadores de Krafve procuraban un diseño sin igual, todo el
proyecto se mantenía en el más profundo secreto. Cada vez que se
informaba de la pérdida de una
llave, todas las cerraduras que
clausuraban el estudio eran cambiadas. Las puertas estaban vigiladas
por agentes de seguridad durante las veinticuatro horas. El terreno
elevado que rodeaba el estudio se controlaba periódicamente
utilizando un telescopio para detectar posibles espías. Hacia
finales del verano de 1955 el diseño estaba ya acabado, incluyendo
algunos detalles que lo diferenciarían: una delantera que sus
detractores aseguraban se parecía al collar de un caballo; alas
traseras horizontales que chocaban con la moda de aletas verticales
dominante en ese momento en el mercado; un sistema de transmisión
particular, en que los cambios se hacían pulsando los botones
respectivos reunidos en el centro del volante. El 15 de agosto se
desveló el modelo de arcilla, y el Comité de Planificación de
producción se puso espontáneamente de pie para estallar una
ovación.”
Henry Ford II y Iacocca...
“Henry
quedó desconcertado por la forma en que Iacocca se promocionaba a sí
mismo y por el hecho de que se apropiara de la maquinaria de
relaciones públicas de la empresa para su beneficio personal, con
una publicidad que dejaba prácticamente de lado al
mismo Henry. No
sólo las portadas de Time y Newsweek presentaban su imagen, sino que
los artículos interiores apenas mencionaban al capitán del navío
Ford. Sin embargo, Iacocca había estado dispuesto a dedicar
inacabables horas a las entrevistas y a las fotografías, cosa que
Henry no hubiera hecho debido a que su vida privada lo absorbía cada
vez más. De modo que, pese a que Iacocca pudiera haber llevado a la
práctica un golpe de efecto dentro de la compañía, en última
instancia Henry tenía que estarle agradecido. El modelo Mustang dio
a su compañía la imagen de una empresa orientada nuevamente y
corriendo por la pista. También le daba algún respiro para poder
tomar las decisiones pertinentes con respecto a su vida íntima.”
Henry Ford II deja el mando de la Fundación Ford...
“Henry
se preocupó de que todos los fideicomisarios recibieran en la mañana
de la
reunión, 16 de diciembre, una carta suya. Señalaba allí que
aun cuando estaba orgulloso de la Fundación en lo general, `también
me ha dado motivos para sentirme frustrado y a veces simplemente
irritado´. Explicando que juzgaba una hipocresía negar que la
riqueza de la institución provenía de los frutos de las empresas
norteamericanas, agregaba: `No represento al gran magnate empecinado,
que cree que todos los filántropos son socialistas y todos los
profesores universitarios, comunistas. Sencillamente quiero decir que
tal vez valga la pena tratar de preservar el sistema que posibilita
la existencia de una fundación (...)´. La carta iba acompañada de
una fotocopia de una caricatura del New Yorker en que aparecía un
ejecutivo joven de la Fundación arrojando billetes de dólares por
la ventana, mientras un colega de más edad, horrorizado, le decía:
`Un momento, joven: esa no es precisamente la manera en que hacemos
las cosas en la Fundación Ford´. En ella había escrito un
comentario de su puño y letra: `A mis compañeros fideicomisarios,
con mi afecto y mi alta estima. Tal vez este personaje tiene una idea
mejor.”
Epílogo...


The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
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