Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Libro: Violencia
Roja y Azul – España, 1936-1950
Autor:
Fco. Espinosa Maestre, José
Mª García Márquez, Pablo Gil Vico y José Luis LedesmaEditorial: Crítica S. L.
Edición: septiembre de 2010
En todas las guerras hay un frente de batalla que suele
quedar oculto y magnificado tanto en la derrota como en la victoria
de los bandos contendientes: la retaguardia y la represión
consiguiente que siempre existe en toda guerra...
A finales del verano de 1936, el pronunciamiento militar
ha degenerado en una guerra civil donde sublevados y el orden
legalmente constituido, la República española, se encuentran con el
problema de aislar a los simpatizantes de sus antagonistas en el
frente.
Meses antes los extremos de ambos bandos,
revolucionarios de corte soviético unos y falangistas inspiradores
de un nuevo orden al estilo nazi e italiano, se proveían de armas y
recibían instrucción paramilitar. Pero mientras en el bando
republicano las autoridades trataban casi infructuosamente en los
primeros meses de conflicto de hacer respetar la Ley y las garantías
legales, los militares sublevados siguiendo tácticas africanistas de
guerra colonial dotaron a falangistas de una herramienta legal para
la represión basada en el exterminio del rival. Por otra parte,
fueron esas tácticas de guerra colonial basada en represión
sangrienta y sin concesiones, lo que contribuyó a exaltar los ánimos
de los republicanos que degeneró en ojo por ojo y diente por
diente...
Ya en 1937 y a medida que avanzaba la guerra, pudo el
gobierno republicano tratar de minimizar los asesinatos nocturnos a
pie de tapia de cementerio pero las autoridades pudieron poner orden.
En el ya bando franquista, se utilizó el código militar y los
bandos de guerra para continuar con la paradójica pantomima de
acusar de rebeldía a quienes ostentaban el poder legítimo. La
justicia de Franco creó una burocracia que permite a los
historiadores e investigadores tratar de rastrear a las víctimas.
Mientras los caídos en la retaguardia republicana tuvieron homenajes
a su memoria, los represaliados republicanos yacen en fosas y tumbas
comunes muchas veces sin saber su localización...
Por alguna extraña razón los españoles no han sabido
curarse de sus propios fantasmas y
las nuevas generaciones azuzados
por sus mayores, pero también por la clase política, siguen
alimentando el mito de la república unos y el mito de Franco los
otros. Es por ello que traemos este libro donde haremos un viaje en
el tiempo para escudriñar los entramados legales que se ejercieron e
inventaron para dar lustre a lo que no puede limpiarse: el asesinato
puro, duro y premeditado del contrario porque piensa diferente y es
lícito matarlo a la sombra de la guerra, de la Guerra Civil
española.
Francisco Espinosa Maestre es historiador y pertenece al
grupo de investigadores que desde los años ochenta renovaron el
estudio de la guerra civil y penetraron por primera vez en su
capítulo más negro, la represión.
José Mª García Márquez es investigador y ha
catalogado los fondos judiciales militares relativos a Huelva y parte
de los de Sevilla del Archivo del Tribunal Militar Territorial
Segundo.
Pablo Gil Vico es técnico archivero del Consejo General
del Poder Judicial y doctor en Historia Contemporánea por la
Universidad Autónoma de Madrid con una tesis sobre la jurisdicción
militar. Actualmente (2010) investiga el orden público durante la
Segunda República a través de fuentes procesales.
José Luis Ledesma enseña Historia Contemporánea en la
Universidad de Zaragoza y ha sido investigador en el European
University Institute y en la Universidad de Yale.
Datos sacados de la contraportada y sin más unas breves
pinceladas que os inciten a la lectura...
Cifras...
“Volvamos
entonces a la pregunta inicial: ¿cabe hablar de `30.000´ o de
`130.000´ desaparecidos? Con los conocimientos actuales, no tiene
sentido cifrar los miles de personas desaparecidas. Sin duda es mucho
lo que sabemos, sobre todo en relación con la situación de
ignorancia anterior, pero es mucho más aún lo que queda por saber.
La cifra que se da en el cuadro I representa el número de víctimas
de la represión franquista que hemos logrado demostrar, pero tenemos
constancia de que está incompleta y
sabemos además que contiene
elementos heterogéneos (bando de guerra, consejo de guerra,
inscritos/no inscritos). Habría que establecer una línea divisoria
en febrero de 1937. la mayor parte de los casos que conocemos
corresponde a los meses anteriores, especialmente de julio a octubre,
y ahí se encuentra el grueso de los desaparecidos. El proceso que
conduce al cambio en el modelo represivo se gesta en noviembre del 36
tras el fracaso ante Madrid que, como hemos dicho, marca el fin del
golpe militar iniciado cuatro meses antes y el comienzo de la larga
guerra civil. Significativamente, ése es también el momento en que
los franquistas abren una puerta a la inscripción de la matanza
realizada con el ya mencionado decreto 67 de 10 de noviembre de 1936
sobre desaparecidos, palabra esta que quedaba definida en el
preámbulo:
`Consecuencia natural de toda guerra es la desaparición de personas, combatientes o no, víctimas de bombardeos, incendios u otras causas con la lucha relacionadas, acaeciendo que, no obstante la certeza del óbito, la identificación de los cadáveres, ya por ser desconocidas las personas en el lugar en que su muerte ocurriera o por aparecer deformes o descompuestos, resulta labor imposible´.”
`Consecuencia natural de toda guerra es la desaparición de personas, combatientes o no, víctimas de bombardeos, incendios u otras causas con la lucha relacionadas, acaeciendo que, no obstante la certeza del óbito, la identificación de los cadáveres, ya por ser desconocidas las personas en el lugar en que su muerte ocurriera o por aparecer deformes o descompuestos, resulta labor imposible´.”
Terror azul...
“Las
listas elaboradas por el delegado de Orden Público eran remitidas a
los mandos de la División y a la brigadilla de ejecuciones de
Falange, dirigida por el maestro de obras Pablo Fernández Gómez y
cuya tarea consistió en asesinar a quienes se le indicaban hasta que
en septiembre del 36 fue sustituida por piquetes de regulares.
Sabemos también que estos listados se denominaban `listas X-2´ y
que contaban con un `registro especial´ para su control. Gracias a
este procedimiento se tuvo en todo momento un conocimiento exacto de
todo el proceso represivo, desde las detenciones y los traslados
hasta las ejecuciones finales. Como era previsible, la documentación
relativa a la mecánica represiva no está disponible para la
investigación. Sin embargo, los represores no pudieron evitar que
ciertos documentos hayan aparecido en algunos procedimientos o en
carpetillas de archivos sin inventariar. En realidad fue tanta la
documentación generada por la matanza que, a pesar del empeño
puesto en ello, fue imposible ocultarla o destruirla en su
totalidad.”
Terror rojo...
“Tres
días después de la ejecución de Goded, el turno era para las
cabezas visibles de la rebelión en Madrid. Misma historia. El día
15 de agosto, el general Fanjul y el coronel Fernández de la
Quintana eran enjuiciados de modo sumario por un tribunal que tenía
por juez al magistrado del Tribunal Supremo Mariano Gómez y que
respetó ciertas garantías procesales. Sin embargo, escaso era su
margen de maniobra. La prensa revolucionaria se encargaba de recordar
esos días que la que se libraba era `una lucha de exterminio´, en
la que `la piedad sería un aliento para los bandidos fascistas´ e
invocaba que no era `la hora de los sentimientos cristianos´. La
conclusión era obvia: `¡que el pelotón de ejecución ajusticie a
todos los generales!´. Y, por si todo eso fuera poco, ocurría que,
dos días atrás, las tropas de otro general sublevado, Yagüe,
habían entrado a sangre y fuego en Badajoz. En semejantes
circunstancias, la condena sólo podía ser una. El tribunal dictó
la pena última, `el Gobierno no podía ser benévolo y denegó el
indulto´ y los dos condenados eran ajusticiados al amanecer del día
17 de ese mes. Por supuesto, eran los primeros, más no serían los
únicos.”
Delatores, que los hubo en ambos bandos...
“Esta
estructura institucional de la delación ha de concebirse como una
compleja y a veces caótica maraña que por un afán de recogerlo
todo condujo a una sobreabundancia informativa imposible de manejar.
Se podía desde contar con testimonios contradictorios respecto de un
mismo individuo hasta detectar que buena parte de los testigos
acudían a todas las oficinas a declarar exactamente lo mismo. Sin el
preceptivo llamamiento judicial y con relativa despreocupación,
algunas personas se presentaban en el juzgado dentro de un proceso en
marcha porque desde las oficinas de Falange se les había instado a
que depusieran ante el juez el testimonio que ya obraba en el
informe. Resultado: una prueba sumarial donde las informaciones se
contrastaban por la misma fuente que las había proporcionado.”
Represión en la paz de Franco...
“La
posguerra sólo consiguió alcanzar a la guerra en 1945, porque hasta
ese año la dedicación de los tribunales estuvo especialmente
dirigida a finiquitar las supuestas responsabilidades del conflicto.
Los mismos principios y bases jurídicas que sustentaron estos
procesos constituyeron la argamasa que cimentó los métodos
empleados para reprimir a los resistentes, a los tibios y a todos
aquellos que, consciente o inconscientemente, cuestionaban con sus
acciones aspectos fundamentales del nuevo régimen tanto en materia
política como económica.
La
rebelión se instaló en el ámbito judicial como forma delictiva
principal y fue acompañada de medidas vinculadas a la seguridad del
Estado o al mercado negro, de tal forma que todas ellas convivieron
sin problemas en la caprichosa dinámica de los consejos de guerra.
El amplio repertorio legislativo generado en la década de 1940 fue
utilizado muchas veces de forma arbitraria, sin que en ocasiones
pueda determinarse con precisión por qué se aplicaba una u otra
norma penal o por qué se empleaban al tiempo dos leyes para unos
mismos hechos. Y debajo de todo subyacía el concepto de rebelión
como recurso que podía utilizarse para los del monte, las guerrillas
urbanas, las negligencias ferroviarias, los vendedores de harina
adulterada o los que poseían billetes falsos.”
Libro recomendable que nos habla de algo común a todas
las guerras: la represión basada en el control y la aniquilación
del enemigo. Porque las balas pueden ser disparadas por personas
distintas pero el resultado siempre es el mismo, dolor de una muerte,
dolor de los que quedan y el dolor que infligen los vencedores a los
vencidos.
La Guerra Civil española no fue distinta en ese aspecto
y resulta interesante hacer el ejercicio de imaginar una justicia
similar a la franquista de haber ganado una República contagiada y
parasitada por revolucionarios que aspiraban a una república
soviética en España...
Recomendable para lectura de verano recorriendo parajes
y escenarios, guardias nocturnas, estancias hospitalarias y para
todos aquellos que quieran ver las entretelas jurídicas que formaron
parte de la sociedad durante la guerra primero y la dictadura
después. Recomendable para regalar a la suegra de la que salimos de
vacaciones para que sepa que un día de estos haremos una guerra y
las represalias con ella serán terribles como sus diatribas cada vez
que nos compra tabaco...
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
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