Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Libro: La
Guerra Naval en el Pacífico
Autor:
Luis de la SierraEditorial: Editorial Juventud, S.A.
Edición: Tercera edición, 1998





El pavor al mostrarnos los daños en calderas y pañoles
donde al lector le viene de forma innata a la mente imágenes de
seres humanos en un infierno de llamas y hierros retorcidos...
Os doy datos del autor que son de 1979, año de la
primera edición:

Como
guardiamarina, y en los empleos de alférez de navío, teniente de
navío, capitán de corbeta y capitán de fragata, ha navegado en los
veleros españoles Juan
Sebastián Elcano y
Galatea,
así como en cruceros, destructores, minadores, fragatas, patrulleros
y dragaminas a través del Atlántico, pacífico y Mediterráneo.

Sus aficiones literarias le llevaron a escribir artículos sobre temas navales en periódico y revistas españoles. Su primer libro, Buques suicidas, fue galardonado con el premio Virgen del Carmen.


Teatro de operaciones...

buques de guerra con que contaba la Armada Imperial al comenzar la contienda, y de las que construyó durante ella, al final apenas le quedaban unas doscientas mil; es decir, le fueron hundidas 1.965.646 toneladas de buques de guerra.”
7 de diciembre de 1941...

No hubo duda alguna sobre su autenticidad, pues el operador que lo recibió había reconocido la inconfundible pulsación del que lo transmitía. Así que Hart alertó inmediatamente a la Escuadra Asiática y al jefe del Estado Mayor de McArthur.
El
6 de diciembre había salido de Kossol Roads, en Palaos, rumbo a
Mindanao, una Fuerza japonesa compuesta por el portaaviones Ryujo, dos cruceros pesados, uno ligero y ocho destructores, al mando del contralmirante Tanaka. Hacía calor, la mar estaba en calma, los delfines saltaban fuera del agua para observar a los doce buques grises que se movían hacia el Oeste a 18 nudos, y, aparentemente, nada hacía presagiar la terrible guerra que muy pronto daría comienzo: una guerra que le iba a costar al Japón más de tres millones de muertos.”
A
las 0223, el almirante Mikawa, tras cambiar impresiones con su Estado
Mayor, dio la orden de retirada. Sus unidades estaban desperdigadas,
y calculó que ponerlas otra vez en disposición de combate y
alcanzar el fondeadero de Guadalcanal para atacar a los transportes
enemigos le llevaría unas dos horas y media. Entonces sólo
faltarían sesenta minutos para la salida del sol, momento en que sin
la menor duda serían atacados en masa por los aparatos de los
portaaviones americanos, que la tarde anterior estaban en aquella
zona, pues ellos habían podido recoger, `fuerte y claro´, todas sus
conversaciones radiotelefónicas. Retirándose a las dos y media de
la madrugada, al amanecer podrían estar a más de cien millas de
distancia de Savo, lo que obligaría a los portaaviones enemigos a
aproximarse a Rabaul para poder atacarles, es decir, a entrar en el
radio de acción de los aviones de la 25ª Flotilla japonesa.”
“Yo
me encontraba -dice el entonces capitán de corbeta John L. Chew,
jefe de las baterías antiaéreas del `Helena´- en mi puesto del
combés, detrás del puente de mando. Al cesar el estruendo de la
batalla y de las explosiones de los torpedos se produjo un raro
silencio que nunca olvidaré. Muchos de nosotros nos dimos entonces
cuenta de que el buque estaba sentenciado. La oscuridad era de
alquitrán, y aunque la mayoría llevábamos linternas de emergencia,
no nos atrevimos a emplearlas, por temor a recibir algún cañonazo.
Hubo poca confusión, y se me ordenó lanzar al agua las balsas de
proa. Aunque no tuve dificultades en la faena, me quedé sin sitio en
ninguna. En vista de lo cual desamarramos las redes del costado y
nos descolgamos por ellas hasta el mar. Sentí como si me sumergiera
en un baño de agua tibia, y mi reloj se paró entonces, en las 0225.
A mi alrededor, todo estaba tranquilo, aunque lleno de petróleo. Los
demás buques habían proseguido en persecución de los japoneses, y
aunque el `Helena´ se hundía rápidamente, caballeroso hasta el
fin, nos concedió un margen de unos diez o quince minutos para
alejarnos de él.”
Libro de ágil lectura y apasionantes hechos que hará
las delicias de marineros de plato de ducha, vigilias laborales o de
espera y a la suegra que puede servirle de aviso de lo que pasa
cuando se provoca a un gigante dormido...


Mindanao, una Fuerza japonesa compuesta por el portaaviones Ryujo, dos cruceros pesados, uno ligero y ocho destructores, al mando del contralmirante Tanaka. Hacía calor, la mar estaba en calma, los delfines saltaban fuera del agua para observar a los doce buques grises que se movían hacia el Oeste a 18 nudos, y, aparentemente, nada hacía presagiar la terrible guerra que muy pronto daría comienzo: una guerra que le iba a costar al Japón más de tres millones de muertos.”
Guadalcanal...

Testimonio de un superviviente...


Homenaje
también a las historias olvidadas de quienes yacen en el fondo del
mar y que nos sirve de recordatorio de los estragos en vidas humanas
que produce la guerra aunque ésta sea a veces inevitable.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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