Suplemento literario cutre de The Adversiter Chronicle
Autor: Roger Garatini
Editorial: El Ateneo
Traducción: Cristina Peña
Año de la edición: 2003
Nos
acercamos hoy en Lomo con tapas a la
biografía de uno de esos tipos a los que es difícil aproximarse: Mahoma.
Siglos
de andar a hostias y matando en nombre de Dios y Alá, han provocado que el
ciudadano europeo ignore casi completamente cómo surge el Islam y la vida de su
profeta provocando la ignorancia respecto a nuestra frontera sur y sus
habitantes. Ahora que la ciudadanía islámica ha comenzado un movimiento de
reclamación de apertura a todos los niveles del Islam se hace necesario conocer
al menos someramente algo de su cultura islámica…
Y es
que éste andar a hostias y matanzas entre judíos, cristianos y musulmanes si se
analiza un poco la historia y el génesis de ambas se aprecia que en realidad lo
que hay es una mezcolanza de inteligencia monoteísta perseguida por politeístas
primero y monoteístas después, secta humanista que alcanza el poder amparada en
el todopoderoso y la supremacía tecnológica e intereses mercantiles buscando su
propia definición como grupo humano.
Todo
esto sería intrascendente si no fuera porque cada vez que enarbolamos la
bandera religiosa para ondearla con la política produce auténticas matanzas,
exterminios y odios perennes.
Un
marco geográfico hostil pero vital para el comercio, de aquella, entre los
nuevos reinos europeos y Bizancio a la vez que correa de transmisión entre
culturas desde el Lejano Oriente hasta Portugal, lo cual no deja de hacernos
pensar que lo que aparentemente es una zona, Oriente Medio, árida y
despreciable para un asentamiento humano es en realidad una zona que siempre
está unida a la prosperidad europea: ayer era el comercio de mercancías entre
oriente y occidente, hoy es la despensa petrolífera…
Pero
no debemos engañarnos, el Islam es para el ciudadano occidental un oscuro
recoveco al que pocas veces nos asomamos, una escritura completamente distinta
y un idioma que nos suena a marciano a la hora de vocalizarlo. Por otra parte,
siglos de verles como asesinos de cristianos y unas referencias culturales de
oscura cultura como patronos rebanadores de cabezas y tradiciones festivas, en
toda Europa, unido todo ello a un atraso intelectual que abona una dependencia
del clero islamista y una dependencia tecnológica de occidente abre más la
brecha entre unos y otros. Afortunadamente esa brecha ya es inexistente en
internet y se abre un horizonte a un despertar de sentirse ciudadanos y no
siervos por parte de la juventud musulmana.
La
tragedia de ese país fronterizo en sí que es Afganistán hizo que occidente
combatiera a la URSS en ese frente de la Guerra Fría dotando de tecnología
militar a una pequeña porción de insurgentes contra el invasor soviético. Ese
ejército de élite, al terminar la Guerra Fría, volvieron a sus costumbres
tribales sólo que dotados de armas, una fe fanática en la ortodoxia islamista y
decidida a combatir a occidente: si tenían
Stinger era porque Alá así lo dispuso. Para este grupo de soldados de
primera línea, occidente seguía siendo un nido de infieles imperialistas de
Cristo…
Pero
Roger Caratini lo que nos muestra es una biografía que a diferencia de la de
Jesús de Nazaret, está documentada tanto por sus coetáneos como por aquellos
que tuvieron contacto con su persona. Le unimos una soberbia tradición que ha
eliminado distorsiones, aunque las hay como en toda religión a la hora de
recopilar datos transmitidos por vía oral, y por tanto resulta posible ver las
implicaciones que rodean no ya la figura de Mahoma como el mundo en que vivía.
Si los cristianos tuvieran datos tan registrados de Jesús y sus apostolados es
posible que muchas barrabasadas que se justifican en su nombre no tuvieran
cabida.
Mahoma
se nos muestra como un hombre de su tiempo y en sus marcos de referencia. El
autor logra llevarnos a la evolución primero y transición después de un tipo
que posiblemente tenía algún tipo de brote psicótico, no es insulto al Islam
pero es normal en este tipo de profetas, y apostaría la nómina de mi vecino a
que Jesús, Abraham y demás fundadores de religiones eran carne de agudos, que supo llevar su idea captando
las implicaciones políticas, sociales y geo estratégicas de la nueva religión
que unió como etnia trascendental lo que eran grupos tribales nómadas y
asentamientos mercantiles con cultos politeístas en península arábiga…
Y no
puedo poner más del autor porque la solapa es parca en dar datos, salvo que es
conferencista en la Mezquita de París, pero no seáis cobardes y echéis a correr
que no es un libro de apología y no entrareis en pecado que os obligue a
confesar y purgar haber leído a un musulmán, también tienen intelectuales como
los cristianos…
Antes
del Islam…
“Los antiguos autores árabes llamaron Yahiliyya al
estado en el cual se encontraba Arabia y a los individuos –sedentarios o nómadas- que lo
habitaban antes de la predicación del Islam por parte de Mahoma, es decir,
antes del año 610 de la era cristiana. El adjetivo `djahil´ posee un sentido
discutido entre los orientalistas: para unos significaría `bárbaro´, por
oposición a `civilizado´; en el Corán, donde aparece nueve veces, se emplea en
el sentido de `ignorante (de Dios) ´…
La inmensa península arábiga, equivalente seis veces a
la extensión de Francia, parece `colgar´ en los mapas entre África y Asia,
separada respectivamente de esos dos continentes por el mar Rojo y el golfo
pérsico. Se hunde, hacia el sur, en el océano índico; está aislada de las
estepas y de los desiertos de Siria por el Gran Nafud, un gran espacio arenoso
en el cual es posible subsistir… Siempre que se posea el saber ancestral de los
nómadas. Arabia es, por lo tanto, una especie de isla, rodeada de agua por tres
de sus costados y de arena por el norte. Los antiguos geógrafos árabes no se
equivocaron: la llamaron djazirat al-arab, la isla de los árabes´.
Durante largos siglos, esta península permaneció
desconocida para sus vecinos del norte –babilonios, cananeos, arameos y
hebreos, fenicios- y la Biblia no hace alusión a ella más que en el `Libro de
los jueces´ (6-3), a propósito de combates que, hacia el año 1100 A. C.,
emprendieron bandas israelitas, que todavía no habían constituido un estado,
contra los sedentarios y los nómadas de Palestina. Entre estos últimos, la
Biblia cita a los `hombres del país de Madián´, es decir –al parecer-, las
bandas beduinas llegadas del noroeste de Arabia, que hostigaban a los hebreos
en tiempos del juez Gedeón.”
Mahoma
adolescente…
“La madre del Profeta tenía familia en Medina (tíos y
tías por el lado de su madre). Cuando Mahoma cumplió cinco años, pidió permiso
a Abd al-Muttalib, que se encargaba de
mantener al niño, para ir a Medina, pues quería presentarlo a sus tíos abuelos
y visitar la tumba de Abd Alá. Abd al-Muttalib consintió y fue el primer viaje
del Profeta, que se quedó en Medina (a la que se llamaba entonces Yathrib)
durante un año.
Al regresar de esa ciudad Amina cayó enferma, en un
lugar llamado al-Abwa, entre Medina y La Meca. Allí murió y fue enterrada en el
lugar, su hijo fue llevado por sus compañeros de viaje; tenía entonces seis
años.
Esta vez era definitivamente huérfano: no tenía más
que a su abuelo. Ibn Ishaq, en la Sira, explica que instalaron un lecho para
Abd al-Muttalib a la sombra de la Kaaba; sin duda sus otros hijos e hijas
dormían, así como Mahoma, en la casa vecina. Cuando Abd al-Muttalib estaba en
la cama, sus hijos lo rodeaban, sentados en el suelo, por respeto al padre,
hasta que se levantaba, pero el pequeño Mahoma saltaba sobre el lecho y jugaba
con su abuelo, que le acariciaba la espalda.
Abd al-Muttalib envejecía. Cundo sintió próximo su
fin, llamó a sus seis hijas y pidió a cada que compusiera una elegía a fin de
oír lo que dirían después de su muerte…
…La guerra del fidjar terminó en 590 (¿o 589?), en
Shawal, décimo mes del calendario lunisolar de los árabes; Mahoma tenía
entonces alrededor de quince años. Al mes siguiente, varios clanes coraichitas
hicieron un pacto de que ya hemos hablado, el `Juramento de los Virtuosos´ (hif
al-fudul); los representantes de esos clanes –entre los cuales se contaban los
Banu Hashim, el clan al que pertenecía Mahoma- juraron solemnemente, después de
haber lavado la Piedra negra de la Kaaba y haber bebido el agua de enjuague,
ser todos `como los dedos de una sola mano, para el oprimido contra el
opresor´. Abu Talib, jefe de los hachemita, prestó sin duda el juramento y,
como eso ocurría en la plaza pública, es muy probable que Mahoma haya asistido…
… ¿Cuáles eran las preocupaciones del joven entre los quince y los veinte años?
Por cierto no se hallaba ocioso, pues la vida en La Meca era muy agitada.
Cuando llegó a la edad adulta, hacia los veinte años, entró al servicio de una
rica y noble viuda, Jadiya, hija de Juwaylid, del clan coraichita de los Assad
(ese clan se había adherido, como los hachemitas, a la Confederación de los
Virtuosos). Una nueva vida se abría ante él.”
Las
primeras conversiones…
“En la Sira, la prescripción de la plegaria es
transmitida sólo a Mahoma por el ángel Gabriel, y el Profeta la enseña a
continuación a su esposa. Se dice que ella implicaba, al comienzo, dos prosternaciones,
pero que ese número fue de inmediato llevado a cuatro y que se le impartió al
Profeta orar cinco veces por día (a la mañana, a mediodía, a la tarde, al
crepúsculo y después del comienzo de la noche). La plegaria ritual (salat), que
no está descrita en ningún sura del Corán (a pesar de ser una de las primeras
exigencias del islam), era entonces la única práctica de la nueva religión;
comprende un conjunto de movimientos (prosternaciones) y de recitaciones que
fueron fijadas ne varietur bastante precozmente, pero en la época de la
predicación pública (después de 613). Los pocos detalles ofrecidos por la Sira
son, en consecuencia, a menudo anacrónicos (sobre todo en lo relativo al número
de veces en que debe cumplirse la salat).
Sea como fuere, la plegaria fue enseñada a Mahoma
antes o en el momento de la conversión de Jaliya; los dos esposos oraron juntos
no sólo ese día, sino todos los demás. Iba, para eso, a la Kaaba y sus
movimientos debían de intrigar a más de uno. “
Muerte
de Jadiya…
“Entretanto, ese año de 619, los dos sostenes más sólidos
del profeta en La Meca, tanto en el plano económico como en el plano político,
desaparecerían: su mujer, Jadiya, y su tío y padre adoptivo, Abu Talib.
Parece que Jadiya murió primero, alrededor de los
sesenta y cuatro años. Fue por cierto una gran pérdida para el Profeta: veía
desaparecer a la vez su sostén moral y su sostén financiero. Jadiya era quien
lo había consolado y confirmado en su creencia ante las primeras revelaciones,
desde 610. Su situación financiera había puesto al profeta y a su primo Alí al
abrigo de la necesidad y, durante el periodo de boicot de los hachemitas, un
sobrino de Jadiya fue quien forzó el bloqueo y dio víveres a la familia del
Profeta. Por otra parte, le dejaba cinco hijas que criar (el varón que había
tenido Mahoma había muerto de pequeño). La más interesante de ellas, Fátima,
cuya fecha de nacimiento ignoramos (alrededor del año 600), tuvo una crisis de
desesperación a la muerte de su madre; el profeta la consoló diciéndole que el
ángel Gabriel le había hecho saber que iría a vivir al Paraíso, en un pabellón
de perlas edificado por Dios especialmente para ella, lejos de todo estrépito y
de toda preocupación. Es posible que en ese momento (en 619) Fátima fuera
pedida en matrimonio por Abu Bakr y por Umar, pero Mahoma se la negó a los dos:
la reservaba sin duda para su primo Alí.”
Expansión
de una nueva religión…
“El profeta se había hecho de numerosos enemigos, de los cuales los más
poderosos eran los coraichitas de La Meca y los judíos de la tribu de los B. al-Nadir,
impacientes por recuperar las tierras de las que habían sido echados. Estos últimos
desarrollaban una intensa actividad diplomática desde su expulsión del oasis de
Medina en julio/agosto de 625, es decir, un año más o menos antes de los
acontecimientos que contaremos. Los más destacados de ellos ya son conocidos
para nosotros: Huyayy, Kinana, Sallam (conocido también con el nombre de Abu
Rafi); ellos recorrían todas las regiones de Arabia, visitaban a todas las
tribus de cierta importancia y, en particular, a las de la confederación de los
Banu Ghatafan (que eran las más numerosas). Cuando hubieron tratado con ellas,
se volvieron hacia La Meca y dijeron a los coraichitas: `Únanse a nosotros:
atacándolos todos juntos, los derrotaremos”. Los habitantes de La Meca
consintieron y así fue como, en el quinto año de la Hégira (a fines del año
626), se constituyó una coalición dirigida por La Meca…”
Una
historia apasionante de un trocito de historia pero que a ojos paganos, que
diría Mahoma, suena a otras historias conocidas de religiones establecidas en
el orbe consumista donde un tipo es tenido por profeta ya que el dios de turno,
que suele ser el mismo pero con cambios en las reglas dadas anteriormente a
otros profetas, le habla directamente; comienza predicando entre sus amiguetes
y familiares y se dan circunstancias transversales que permiten la expansión de
la religión y el consiguiente poder político a medida que gerifaltes se vuelven
devotos…
Libro
recomendable para mentes curiosas, personas de bien que quieren comprender a
los moros y a la suegra para que piense que somos conversos infieles y a lo
mejor le da un ictis que nos hace heredar y solventar pufos varios con el
banco.
El
Islam, un universo cercano a nuestras fronteras y que tiene la misma capacidad mortífera
que el cristianismo o el sionismo mal entendido, tal vez porque el dios de
ambas es el mismo y por querer marcar diferencias de culto y visión religiosa
siempre están a morir y matar, algunos hasta de matarse, como tres hermanos que
son.
Y es
que como dijo alguien: las religiones son demasiado humanas para ser divinas,
ein?
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
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