Suplemento literato cutre de The
Adversiter Chronicle
Autor: Gerald Messadié
Editorial: Ediciones B Argentina s. a.
Traducción: Amanda Forns de Gioa
Edición: Mayo de 2001
Instructivo
libro el que traemos hoy a Lomo con tapas sobre un tema que si bien
ha sido suavizado desde 1945 con la liberación de los campos de exterminio y concentración nazis sigue
vigente en nuestra sociedad. Tal vez no tanto en España, donde ya les
expulsamos en 1492, pero sí en la sociedad norte americana y en el mundo
islámico sobre todo desde la creación del estado de Israel: la persecución,
marginación y exterminio del pueblo elegido: los judíos.
Aunque
en nuestra sociedad consumista y bien intencionada pocas gentes se atreven a
decir que son antisemitas, salvo los grupos ultra crecidos al amparo de la
democracia y la sociedad del bienestar. En este libro descubriremos las tres
grandes fases que culminaron con las tesis nazis.
La
no integración en el mundo helenístico y romano por tener un solo Dios cuando
la religión del imperio era una amalgama de deidades y por tanto creer en un
solo Dios era ir contra el orden romano; la ascensión al poder del cristianismo
y su persecución de herejías donde se incluía a los judíos y se les colgó el
sambenito de verdugos de Cristo y finalmente el triunfo de la razón y el
nacionalismo donde eran tildados de pueblo sin patria.
Asistiremos
a los intentos de asimilación, exclusión y sobre todo el sentimiento de ser
judío hasta que finalmente tras siglos de mansedumbre surge el sionismo con la
meta de tener un estado, un país y una nación: el actual Israel.
Puedo
contaros del autor lo que trae la solapa:
“Gerald
Messadié nació en El Cairo en 1931. Estudió con los jesuitas en el colegio de
la Sainte-Famile. En El Cairo y Alejandría toma contacto con una de las
sociedades más cosmopolitas del mundo, donde se mezclan cristianos, musulmanes
y judíos, e incluso los herederos de la antigua religión de Zoroastro. Además
del francés, el italiano, el inglés, el alemán y el español, llegará a dominar
el árabe. Su formación ha contribuido, ciertamente, a su rechazo frontal de
todo tipo de intolerancia. Viajero incansable, vivió en Roma y Nueva York. Ha
trabajado como periodista científico y ha sido amigo de grandes figuras literarias
como Alberto Moravia y Tennessee Williams, quien dijo de él “Una granada que no
deja de estallar”.
Ha
sido redactor jefe de la prestigiosa revista Sciences et vie. Publicó su primera novela en 1955 y recibió
diversos premios. Entre sus numerosos libros se cuentan La fortune dÁlexandrie, L´Homme qui devint Dieu, Histoire générale de
Dieu, Histoire générale du Diable y Moisés, que han sido éxitos tanto en
Francia como en otros países.”
Lo
cierto es que el autor nos lleva de forma amena y apasionante por el devenir
histórico de lo que algunos han dado en llamar el problema judío, problema que
siempre fue alimentado por la leyenda negra, la envidia de obligarles a ejercer
de prestamistas y luego sus deudos incitaban a la persecución para evitar pagar.
Es también muy instructiva la historia del fundador de la Iglesia de Roma, el
cristianismo, que demuestra que más allá de supercherías y transmutaciones, el
tema de Jesús es un tema político que hay que ver bajo el prisma de la época en
que Palestina era una provincia romana y que lo que siguió a partir de la
conversión del imperio al cristianismo es simplemente una lucha por mantenerse
en el poder que duraría hasta la revolución francesa.
Pero
como siempre, os dejo unos breves retazos que valen más que mil de mis
verborreas.
Roma…“…la arrogancia romana choca de frente con el orgullo judío. Los judíos han sido vencidos, es cierto, pero son gloriosos: dos veces poseyeron un reino independiente, en los tiempos de David y de salomón; más tarde en los de los reyes asmoneos. Sus tradiciones son mucho más antiguas que las de los romanos. Sus profetas hablaban con el Señor mientras Rómulo y Remo estaban reducidos a mamar de una loba. En cuanto a las leyes, la suya fue dictada por el Señor en persona y no le cede en nada a las que las legiones portadoras de águilas pretenden aplicar al mundo en nombre de una república de aventureros, toscos militares y charlatanes, y más tarde de un imperio que no vale mucho más. Y no hablemos de esos dioses y diosas romanos que, como sus homólogos griegos, se muestran desnudos y se ponen cuernos mutuamente…”
…En Francia, la primera cruzada degenera rápidamente en robos, violaciones y asesinatos de judíos por el ejército de Pierre l´Ermite y de Emigo de Leisingen a lo largo del Rin. Guibert de Nogent, cronista de la época, escribe en nombre de los cruzados de Ruán: “Deseamos ir a combatir a los enemigos de Dios en oriente, pero tenemos ante los ojos a judíos, raza más enemiga de Dios que ninguna otra”. La observación debe entenderse más allá de lo religioso: los judíos son ricos, ¿para qué ir tan lejos a buscar el dinero? Se organizan las persecuciones y asesinatos de judíos. Pues ya no se trata de hacer una guerra de desgaste económico y social, y menos aún teológico: se ha llegado a la eliminación material, si no física, pura y simple…”
Es que la diferencia es considerable. Con la revolución se ha producido un cambio: la cuestión judía ha sido desplazada de lo religioso a lo político. Por primera vez, la situación de los judíos europeos ya no dependía directa ni únicamente de las preferencias o intolerancias de las autoridades cristianas. En apariencia era un gran progreso para los judíos: al menos se podía tratar en lo político, mientras que antes era imposible hacerlo con la religión. No obstante, la transición no se efectúa en un abrir y cerrar de ojos. En el intervalo, el antisemitismo, arraigado desde hace siglos, se vuelve más amenazador, hirviendo como un caldero de hechicera…”
Según los psicoanalistas, el fantasma de la purificación sería un avatar del narcisismo. Para los nuevos jefes del Tercer Reich, la imagen que se hacían de su país y con la cual se identificaban estaba herida y deshonrada. Decidieron restaurarla eliminando esas “deshonras”. Por otra parte, ese era el fantasma de todos los nacionalistas europeos de la época, pero los nazis, aislados en su teatro onírico, lo llevaban al paroxismo. En un primer momento, de 1933 a 1938, y sobre todo después de la Noche de los Cristales, su agresividad fue aumentando y adquirió un sesgo cada vez más asesino, aunque sin obedecer todavía un programa global de exterminio del que se habló por primera vez públicamente en 1939. Aparentemente se proponían sobre todo expulsar a los judíos fuera de Alemania (por eso las leyes de Nuremberg, votadas en 1935, los convirtieron en extranjeros en su propio país). En vísperas de la guerra, dos tercios de los judíos alemanes se habían marchado y, en 1941, sólo quedaban en el país 170.000. Alemania estaba pues casi `Judenfrei´. El régimen estudió incluso con sus diplomáticos la posibilidad de enviar a todos los judíos restantes a una tierra lejana: África (Madagascar) o Asia. Al estallar la guerra, ocho millones de judíos se encontraban en los territorios controlados por los alemanes. Ya no era cuestión de expulsarlos y Hitler puso en práctica la amenaza de exterminio revelada en su discurso del 30 de enero de 1939…”
Recomendable
para servicios de vigilancia nocturna, ultras de cabezas rapadas y mentes
lirondas cumpliendo condena por actos de violencia ultraderechista, beatos
meapilas y opusdeícos que se creen en la verdad verdadera y justos en sus
acciones que sólo esconden racismo, xenofobia y fanatismo el igual de
recomendable para jóvenes que gustan de la historia y hacen cola en las
oficinas del paro.
La
paradoja es que cuando los judíos se sintieron parte de una nación, ésta
siempre trató de expulsarlos, como hicimos en 1492, o sencillamente
exterminarlos como hizo Alemania en 1941…Todos hemos sido judíos en ese sentido alguna vez en la vida.
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
theadversiterchronicle@hotmail.es
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