Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle
Autor: Philip Matyszak
Editorial: Ediciones Akal, S. A.
Edición: 2011
Año 100 d. C., eres ciudadano romano
sin oficio ni beneficio y te planteas alistarte a la Legión…
Delicioso libro que aúna historia y
humor para describirnos cómo eran, se componían y luchaban las gloriosas
legiones romanas. Lo que parecía un formato desconcertante se convierte en una
lectura ágil y amena que nos hace trasladarnos a la época.
Pero en
todas partes la seguridad de Roma está en peligro. Grupos políticos insurgentes
confabulan para fomentar la rebelión dentro de las fronteras del Estado,
salvajes tribus bárbaras lanzan constantes ataques contra las fronteras en
busca de puntos débiles y todo oriente sufre la gran amenaza del celoso poder
de los partos. Ante estos peligros se alzan dos grandes baluartes: la sabiduría
y el vigor de nuestro emperador y el poder del ejército romano que, siempre
vigilante, protege y sirve al pueblo de Roma.
Nunca
se dieron mejores condiciones para alistarse al ejército romano. Desde su
profesionalización por parte del emperador Augusto, hace tres generaciones, el
sistema militar ha sido afinado hasta la creación de la fuerza de combate más
sofisticada y letal que el mundo haya conocido jamás. Todo está organizado con
precisión romana, desde el alistamiento de los reclutas hasta la concesión de
su pensión (o la organización de un funeral decente). Tras 40 años de ser (desde
un punto de vista militar) uno de los lugares más interesantes del imperio, la
desafiante Britania ha podido ser sometida, y las gloriosas campañas allí
mantenidas, con los soldados calados hasta los huesos, han llegado a su fin. La
atención ahora se centra en el problemático reino de Dacia, más allá del Danubio,
tras lo que habrá que ajustar definitivamente las cuentas con los partos en las
desérticas arenas de Mesopotamia…”
“Aquellos
que estén equipados con una cota de mallas, pueden limpiarla metiéndola en un
barril con un poco de arena, haciéndolo rodar hasta que los eslabones estén
limpios. Pulir la lorica segmentaria, sin embargo, es un trabajo de chinos, ya
que hay que hacerlo banda a banda. (Hay 34 piezas independientes con sus
correspondientes bisagras, por no mencionar las traicioneras secciones en las
que las bandas se montan unas sobre otras, y en las que siempre acaba por
acumularse el óxido por mucho que nos matemos engrasándolas.)
Cuando
se porte estar armadura, lo primero que hay que hacer es ponerse una bufanda.
Sin ella, la pesada banda pectoral rozará con el esternón, llegando a llagar y
ulcerar la piel. Una vez que la bufanda esté en su lugar, la armadura puede
portarse como si fuese una chaqueta metálica abrochada por delante mediante
unas correas de cuero. Una armadura bien ajustada será flexible y nos dejará
libertad de movimientos, hasta el punto de que es fácil olvidar su fragilidad y
la tendencia de bisagras y remaches a saltar en el peor momento. De hecho, un
remache roto ofrece una buena oportunidad para pedirle al herrero que nos
ajuste la coraza aún mejor mientras la repara…”
“Nuestro
hogar será un papilio, una tienda, normalmente hecha de cuero ungido con aceite
(la piel de becerro y la de cabra son las opciones más frecuentes), y en la que
se alojarán ocho legionarios. El espacio, por tanto, no abunda, por lo que
normalmente el equipo se deja apilado fuera, con el escudo dentro de su funda
puesto encima para ofrecer al resto cierta protección. En cuanto se entra en el
campamento puede verse si el suelo está húmedo. Cuanto más embarrado esté, más
bajas e inclinadas estarán las tiendas, porque los soldados plegarán la parte
inferior de las paredes tendiendo un <<alerón >> de cuero para
evitar dormir con la cabeza sobre el barro. Cuanto más baja sea la tienda,
menor será el volumen interior, y más fácil resultará caldearla con el calor
corporal de los legionarios, algo que resulta muy útil cuando la campaña se
desarrolla en una primavera o un otoño fríos. Si el clima es caluroso, el
frente de la tienda puede dejarse abierto y levantado, para permitir que corra
la brisa por el interior…”
“Cuando los soldados pasen revista por la mañana todos los ojos se detendrán sobre la tienda del general, los praetoria. Si en ella ondea una bandera roja, eso significa que el general ha decidido librar batalla ese día, y los legionarios, con su armadura bien bruñida, su espada bien afilada y su escudo bien pulido, saldrán del campamento por la puerta para colocarse en posición. Si el enemigo empieza a reunirse en el lado opuesto, respira hondo y trata de no vomitar el desayuno. La espera ha terminado. Muchos hombres morirán antes de la hora de la cena…”
Obra didáctica en suma que nos permite sumergirnos en el mundo de las legiones romanas y pasearnos por una época que sentó las bases de nuestra civilización.
Lectura ideal para amantes de conocer
la historia tumbados en la playa, en la mesita de noche o después de la paella.
Igualmente recomendable para servicios de vigilancia nocturna o vigilias
hospitalarias. No así para la regalar a la suegra que podría aprender tácticas
para tocarnos las bowlings más allá de los parámetros habituales y aceptables…
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
theadversiterchronicle@hotmail.es
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