Suplemento literato
cutre de The Adversiter Chronicle
Editorial: Plaza & Janes
No es un libro polémico en si aunque
es de los que resqueman las neuronas de creyentes, maestros de ceremonias
misales y jerarquías feudales vaticanas.
De su autor, Gordon Thomas, puedo
contaros lo que trae la contraportada:
Gordon Thomas es autor y coautor de una veintena de libros, cuyas ventas
sobrepasan un total de 34 millones de ejemplares vendidos en 36 países. Cuatro
de ellos han sido llevados al cine como grandes producciones cinematográficas.
Tomas ha informado sobre el Vaticano desde los últimos meses del mandato
pontificio del Papa Juan XXIII, en 1963. Cubrió la elección del Papa Pablo VI y
fue recibido en audiencia privada en varias ocasiones, durante los quince años
de su mandato pontificio, hasta que finalizó con su muerte en 1978. Fue
comentarista durante el treinta y tres pontificado y los funerales de su
sucesor, el papa Juan Pablo I, también del fin de cuatrocientos cincuenta y
cinco años de dominio italiano en el Papado con la ascensión del polaco Karol
Wojtyla como Papa Juan Pablo II.
Otros títulos de su obra son: El día en que murió Guernica; Pontífice; El
año del Armagedón.
Pero despojando la circunstancia
religiosa, a lo que asistimos es al daño que produce la amputación consciente
de algo tan inherente al ser humano como es la sexualidad. Como los
sentimientos de culpa atormentan y que las reglas monacales no dejan de ser un
sistema de control absolutista donde no hay lugar para el debate y mucho menos
de plantear el tema ante una curia romana que trata de tapar las deserciones
sin importar condenar al ostracismo social y familiar de aquellos sacerdotes y
monjas que llegan a la conclusión de que servir al prójimo con el ejemplo de
Cristo no está en absoluto relacionado con si hay fornicio o no en sus vidas…
“Todas
las personas que aparecen en este libro son reales. Sin embargo, me he sentido
moralmente obligado a proteger algunos de sus secretos y en algunas ocasiones,
esto incluye sus identidades. Al protegerles de esta forma, no creo haber
violado mi deber para con la verdad ni haber transgredido ninguna de las
admirables reglas que Macauley considera necesarias para escribir auténtica no
ficción: <<Un historiador debe poseer una imaginación lo suficientemente
poderosa como para hacer que su narración sea emocionante y vivida. Pero debe
controlarla hasta el punto de limitarse al material que posee y evitar la
tentación de sustituir las deficiencias con añadidos de su propia
cosecha>>
Todas
aquellas personas cuyas experiencias relatamos aquí serán tan reconocibles para
ustedes como lo serán para sí mismos. Por supuesto, ellos crearon las
condiciones –o bien se vieron envueltos en ellas- que permitieron que la luz
emergiera finalmente de la oscuridad que durante siglos había rodeado la forma
de vida que habían escogido. Ellos forman parte del misterio (si ésa es la
palabra): cómo se enfrentan los sacerdotes y monjas de la religión más poderosa
del mundo (la Santa, Católica, Apostólica y Romana) a sus necesidades sexuales,
habiendo abrazado los sagrados votos del celibato y la castidad.
Quizá
no sorprenda a nadie que las respuestas confirmen las sospechas, provoquen la
consternación e incluso despierten la ira y el sobresalto. Sobre todo porque
los hombres y mujeres que aparecen en estas páginas revelan sus propias
verdades íntimas y las de sus hermanos y hermanas en Cristo. Pero tras sus más
evidentes motivos para romper el silencio hay algo más. La religión exige su
castigo y reclama a sus víctimas. En este sentido, su historias es la de todos
nosotros.”
“Seamus
se dio cuenta de varias cosas mientras saludaba a sus padres en el cavernoso
vestíbulo donde los seminaristas recibían a sus familiares. Su madre estaba más
ajada que nunca. Hacía unas semanas que el hospital se había desentendido de
ella. Aunque no le dieron un plazo de vida preciso, ella le dijo a Seamus con
calma que no viviría más de un año. En cierto modo estaba contenta de haber
salido del hospital…
…Seamus
se sentía sorprendido y azorado. Desde aquella noche de verano en que sacó a
colación la historia del sacerdote caído, había tenido mucho cuidado de evitar
cualquier discusión con su padre acerca del sacerdocio, limitándose a
generalizar: el estudio era duro y absorbente, habían hablado de renovar parte
del seminario añadiendo otra ala para acoger el flujo de estudiantes previsto
para la década siguiente. ..
…Por un
fugaz instante, Mary apareció en su mente; luego, se desvaneció. No era el
momento. Solía aparecer cuando no podía conciliar el sueño. Nadie lo sabía, ya
que Seamus lograba mantenerla alejada de su mente. Se decía a si mismo que no
había volición, que él no cooperaba a aquellas apariciones; pero no estaba
seguro de encontrarse dormido en esas ocasiones. Tampoco sabía qué papel desempeñaba
la imagen de ella. Aquella parte de su cerebro, la que controlaba las fantasías
sexuales, todavía estaba inexplorada.”
“En
toda reunión en que se discutiesen modificaciones o alteraciones, las
opositoras mostraban estadísticas que apoyaban sus peticiones de menos
libertad. Cien Hijas Italianas de San Pablo habían protagonizado los últimos
abandonos para protestar por el cambio de sus hábitos. Las hermanas de Glenmary
se oponían firmemente a que se revisara su reglamento. Las Hermanas del
Inmaculado Corazón de María estaban abrumadas por la incertidumbre de los
cambios en su rutina diaria. Las opositoras argumentaban que no había ni una
sola Orden que no temiera las consecuencias futuras de aquellas innovaciones.
Las (monjas) menores de treinta y cinco años abandonaban las comunidades porque
no se cumplían las promesas del Concilio Vaticano II. Argüían que desde Roma se
estaban boicoteando sus conclusiones. En la última reunión, las opositoras
presentaron cifras demostrando que en la Orden de la Santa Cruz habían perdido
centenares de miembros entre las más jóvenes, y que lo mismo había sucedido con
las Hijas de la Caridad. Aquel día, la sala de reuniones del convento se llenó
de argumentos y contra argumentos, y los ánimos se encresparon un tanto.
Clare
tenía su propio carácter sobre el asunto; pero temía cada vez más que, a pesar
del indudable liderazgo de la madre superiora, la comunidad se pusiera del lado
de su ayudante y de las monjas de mediana edad. Ella era un tapón muy eficaz
para embotellar las ansias de cambios culturales de las monjas más jóvenes. Sin
embargo, Clare no llegaba tan lejos como algunas de ellas y no exigía los
intransigentes cambios que reivindicaban otras. Además, se daba cuenta de que
al asistir a una de las más prestigiosas Universidades católicas de Irlanda se
despegaría un tanto de la vida que había llevado durante los últimos siete
años. Ya no estaría protegida por los muros de la comunidad, sino que se
hallaría expuesta a una serie de nuevos y excitantes estímulos. Esta era una de
las razones por las que se encontraba ansiosa de asistir a la conferencia…”
“Victoria
tenía el convencimiento de que la única salida, la única esperanza de
supervivencia, era permitir a las monjas una mayor libertad personal para que
vivieran y trabajaran como ellas quisieran. De esa forma, podrían dedicarse a
sí mismas de una forma más saludable y permitir que la Iglesia siguiera viva.
Para ella, el voto de castidad era infinitamente menos decisivo que poseer una
madura comprensión de la estabilidad psicológica. También consideraba muy
importante el conocimiento de una realidad amplia: cuanto más claro y visible
fuera el camino del mundo para una monja, mejor preparada estaría para enfrentarse
a él…”
“El
padre Philippe yacía en la cama, escuchando los ruidos de la cocina, hablando
con Harry Turner desde el teléfono de la mesita de noche de Margot,
explicándole por qué quería que Andy y Dan fuesen a ver a Perry.
Una vez
más, las palabras de san Mateo volvieron a su mente. <<Muchos son los
llamados, pocos los escogidos. >>
Él todavía sentía que tenía vocación y que estaba lleno de la gracia de
Dios. Hacer el amor con Margot no había cambiado nada. Había sido una hermosa experiencia
humana. No era menos sacerdote por eso. Lo que había ocurrido era una prueba
irrefutable de que él no podía vivir una vida plena en Cristo sin tener en
cuenta su sexualidad.
Esta
vez hacer el amor con Margot había sido una experiencia placentera y
significativa: el inicio de la recuperación de su amistad. Había sido un
elemento esencial en su profunda necesidad de mostrar afecto y recibirlo. Le
había hecho el amor con el mismo carácter esencial y sagrado que los sensuales,
eróticos, humanos y apasionados amantes del Cantar de los Cantares en el
Antiguo Testamento…”
En resumen que las directrices
emanadas en el Concilio Vaticano II de cambio de reglas de vida monacal no son
aplicadas y que Juan Pablo II era un retrógrado de tres pares de narices que
defraudó las expectativas de gran parte de su soldadesca.
Libro ideal para joder al vecino
beato, a mentes creyentes y cómo no, ideal para regalar a la suegra.
Está claro que anular la sexualidad
por el motivo que sea crea taras y que en definitiva el Papa quiere que se
aplique la norma que se aplican vigilantes de seguridad en servicios de puti
club, discotecas y fiestas privadas: Donde tengas la olla, no metas tu polla...
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
theadversiterchronicle@hotmail.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario