Entrevistamos
hoy a otro desconocido protagonista de los dichos populares, dicho
que viene de la costumbre de los ganaderos de cuidadosamente examinar
la dentadura de las caballerías antes de pagar por ellas a fin de
comprobar la edad del equino y como refrán viene a decir que un
obsequio, cualquiera que sea, debe ser recibido sin reparo alguno.
Entrevistamos a Secundino Ranfeñu que recibió de regalo un caballo
y no le miró el diente con la consecuencia de que se ha gastado
cerca de 10.000 aurelios en dentista veterinario, ha perdido su
empleo y además su esposa le ha dejado por enrollarse con el
dentista veterinario...
-Pues
supongo que por confiado y por buena persona, lo que menos me
imaginaba que el regalo de un caballo me arruinara económicamente y
acabara con tres lustros de matrimonio, un auténtico desastre y
maldita la hora en que acepté el dichoso caballo, que ni era caballo
ni era nada, bueno sí, un auténtico caballo de Troya, eso es lo que
era el jamelgo que me regaló el cabrón del veterinario... ¡Todo
era por tenerme ocupado mientras se trajinaba a mi esposa, o igual
ella se lo trajinaba, en todo caso ambos trajinando y yo sin vivir
por el caballo de los cojones! Si le hubiera mirado el diente me
habría percatado de que no tenía dentado, pero yo me confié, lo
estabulé, le di pienso, cambio de la cama de serrín todos los días
y el caballo que adelgazaba hasta que hubo una filtración en el
juzgado y de resultas me visita el SEPRONA endosándome una multa, la
denuncia pertinente y no me arrestaron porque Dios no quiso. Si la
parienta quería separarse y enrollarse con el veterinario dentista
pues me lo dice, se habla y aquí paz y después gloria, no hacía
falta el montaje de regalarme un caballo sin dientes que yo, de
natural confiado, ni miré ni comprobé... ¡Quién se iba a imaginar
que un veterinario dentista iba a regalarme un caballo sin dientes!
-¡Jejejeje!
Su esposa, supongo... Pero no entiendo de que no se percatara de que le
faltaba la dentadura al caballo...
-Yo
de caballos no entiendo, aún sigo buscando en el maletero y entre la
tapicería si encuentro los caballos que dice el mecánico que tiene
mi coche... Bueno, el coche de mi esposa que se lo ha quedado... Yo
no miré, no miré y piqué cual pardillo en el timo de la estampita.
De todas formas, esto lo echo para adelante y que salga el sol por
Antequera. De momento me voy a querellar contra el ayuntamiento y sus
servicios jurídicos por la filtración de que a mi caballo regalado
no le miré el diente... ¿Cómo lo sabía el Fulgencio que es
camarero en la cafetería lo del caballo y no mirarle los dientes,
cómo? ¡Pues porque los del ayuntamiento paran puntualmente todos
los días laborales y gran parte de los festivos a tomarse el café y
el pincho dándole a la lengua; y el Fulgencio, torpe como él sólo
para anotar lo pedido pero oido de lince para escuchar conversaciones
ajenas, lo propagó entre toda la clientela. Lo más cojonudo que por
lo visto toda la clientela sabía lo de mi señora con el veterinario
dentista... ¡Hasta se hizo una porra a ver quién acertaba el día
en que me enterara de la falta de dentado al caballo y que el
veterinario dentista se beneficiaba a mi esposa, recíprocamente, lo
asumo, pero es que era un jodido secreto a voces por la maldita
filtración! ¡He perdido mi dinero ahorrado y mi empleo, mi empleo!
¡Yo era sexador de pollos y mire, mire mis pulgares y mis dedos
índice y meñique! ¡Mire!
-A
ver... ¡Aaaaagg! ¡Rediós, hay muñones donde debería haber
pulgares, índices y meñiques, hay muñones! ¿Una mutación genética o
consecuencia de tocar cataplines de pollos, ein?
-¡Que
el hijo de mala madre del veterinario dentista le puso dentadura
postiza pero no fija! ¡Todas las noches debo sacar la dentadura del
caballo para ponerla a remojo y todas las mañanas volver a colocarla
en la boca del caballo, se ve que le ha cogido cariño porque se
resiste el condenado a que se la quite y se resiste a que se la
ponga! ¡Tengo el caballo con mejor dentadura postiza de la comarca
pero me faltan dedos para desempeñar mi ocupación profesional!
¡Quiero que el culpable pague! ¡Y le voy a decir algo, ese
veterinario dentista es un delincuente y mi esposa una delincuente
igual que él! ¡Pero si es que nunca me gustaron siquiera los
caballos, puede creerlo! ¡Y qué decir de mi suegro que se ha
dedicado a pregonarlo en la cooperativa, claro, si la hija se enrolla
con el veterinario dentista ya tiene veterinario casi gratis para
atender su ganadería, que sabe poco el viejo, sabe poco!
-Pues ya saben, miren los dientes de un caballo si se
lo regalan o al menos asegurarse de que no está enrollado quien lo
regala con tu pareja...
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org







No hay comentarios:
Publicar un comentario