The Adversiter Chronicle

domingo, 23 de noviembre de 2025

ENTREVISTA AL QUE LE REGALARON UN CABALLO Y NO LE MIRÓ EL DIENTE

Entrevistamos hoy a otro desconocido protagonista de los dichos populares, dicho que viene de la costumbre de los ganaderos de cuidadosamente examinar la dentadura de las caballerías antes de pagar por ellas a fin de comprobar la edad del equino y como refrán viene a decir que un obsequio, cualquiera que sea, debe ser recibido sin reparo alguno. Entrevistamos a Secundino Ranfeñu que recibió de regalo un caballo y no le miró el diente con la consecuencia de que se ha gastado cerca de 10.000 aurelios en dentista veterinario, ha perdido su empleo y además su esposa le ha dejado por enrollarse con el dentista veterinario...

-¿Por qué no le miró el diente al caballo que le regalaron?

-Pues supongo que por confiado y por buena persona, lo que menos me imaginaba que el regalo de un caballo me arruinara económicamente y acabara con tres lustros de matrimonio, un auténtico desastre y maldita la hora en que acepté el dichoso caballo, que ni era caballo ni era nada, bueno sí, un auténtico caballo de Troya, eso es lo que era el jamelgo que me regaló el cabrón del veterinario... ¡Todo era por tenerme ocupado mientras se trajinaba a mi esposa, o igual ella se lo trajinaba, en todo caso ambos trajinando y yo sin vivir por el caballo de los cojones! Si le hubiera mirado el diente me habría percatado de que no tenía dentado, pero yo me confié, lo estabulé, le di pienso, cambio de la cama de serrín todos los días y el caballo que adelgazaba hasta que hubo una filtración en el juzgado y de resultas me visita el SEPRONA endosándome una multa, la denuncia pertinente y no me arrestaron porque Dios no quiso. Si la parienta quería separarse y enrollarse con el veterinario dentista pues me lo dice, se habla y aquí paz y después gloria, no hacía falta el montaje de regalarme un caballo sin dientes que yo, de natural confiado, ni miré ni comprobé... ¡Quién se iba a imaginar que un veterinario dentista iba a regalarme un caballo sin dientes!

-¡Jejejeje! Su esposa, supongo... Pero no entiendo de que no se percatara de que le faltaba la dentadura al caballo...

-Yo de caballos no entiendo, aún sigo buscando en el maletero y entre la tapicería si encuentro los caballos que dice el mecánico que tiene mi coche... Bueno, el coche de mi esposa que se lo ha quedado... Yo no miré, no miré y piqué cual pardillo en el timo de la estampita. De todas formas, esto lo echo para adelante y que salga el sol por Antequera. De momento me voy a querellar contra el ayuntamiento y sus servicios jurídicos por la filtración de que a mi caballo regalado no le miré el diente... ¿Cómo lo sabía el Fulgencio que es camarero en la cafetería lo del caballo y no mirarle los dientes, cómo? ¡Pues porque los del ayuntamiento paran puntualmente todos los días laborales y gran parte de los festivos a tomarse el café y el pincho dándole a la lengua; y el Fulgencio, torpe como él sólo para anotar lo pedido pero oido de lince para escuchar conversaciones ajenas, lo propagó entre toda la clientela. Lo más cojonudo que por lo visto toda la clientela sabía lo de mi señora con el veterinario dentista... ¡Hasta se hizo una porra a ver quién acertaba el día en que me enterara de la falta de dentado al caballo y que el veterinario dentista se beneficiaba a mi esposa, recíprocamente, lo asumo, pero es que era un jodido secreto a voces por la maldita filtración! ¡He perdido mi dinero ahorrado y mi empleo, mi empleo! ¡Yo era sexador de pollos y mire, mire mis pulgares y mis dedos índice y meñique! ¡Mire!

-A ver... ¡Aaaaagg! ¡Rediós, hay muñones donde debería haber pulgares, índices y meñiques, hay muñones! ¿Una mutación genética o consecuencia de tocar cataplines de pollos, ein?

-¡Que el hijo de mala madre del veterinario dentista le puso dentadura postiza pero no fija! ¡Todas las noches debo sacar la dentadura del caballo para ponerla a remojo y todas las mañanas volver a colocarla en la boca del caballo, se ve que le ha cogido cariño porque se resiste el condenado a que se la quite y se resiste a que se la ponga! ¡Tengo el caballo con mejor dentadura postiza de la comarca pero me faltan dedos para desempeñar mi ocupación profesional! ¡Quiero que el culpable pague! ¡Y le voy a decir algo, ese veterinario dentista es un delincuente y mi esposa una delincuente igual que él! ¡Pero si es que nunca me gustaron siquiera los caballos, puede creerlo! ¡Y qué decir de mi suegro que se ha dedicado a pregonarlo en la cooperativa, claro, si la hija se enrolla con el veterinario dentista ya tiene veterinario casi gratis para atender su ganadería, que sabe poco el viejo, sabe poco!

-Pues ya saben, miren los dientes de un caballo si se lo regalan o al menos asegurarse de que no está enrollado quien lo regala con tu pareja...

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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