Con la
colaboración del profesor T. A. Rambaina
en exclusiva para The Adversiter
Chronicle
Loncheado de caña de
lomo envasado
Versamos
hoy de una variante gastronómica que va ganando aceptación en la
sociedad, levantando odios y pasiones a partes iguales, y suponen una
alternativa al bolsillo. Hablamos de los loncheados envasados en
económicos paquetes de 45 gramos, entre diez y trece lonchas. Es una
opción económica en estos tiempos de penurias al clásico lomo de
una pieza colgado de un gancho que tanto proliferaban en los hogares
el siglo pasado. Así que con la escusa de las fechas navideñas y
sus cuchipandas gastronómicas, que mejor que hablar del lomo loncheado que no puede faltar en cualquier entremés navideño que se
precie de tal aunque sea el jamón quien se lleve la gloria. Sin
embargo es un formato que despierta recelos en determinado sector de
la sociedad, sobre todo aquellas y aquellos que vivieron los tiempos
de hermosas y contundentes piezas de jamón, lomo, chorizo y
salchichón. ¿Alternativa viable o moda urbanita por comodidad?
Nadie mejor que nuestro asesor en temas de índoles
científicas...
-¡Refalfies!
¡Refalfies de consumidor mal acostumbrado! No son tiempos para la plebe consumista de la sociedad urbanita, y parte de la rural, para
gastar lo que no se tiene apenas en piezas enteras de embutido, no se
puede y hay que elegir entre pagar la conexión a Internet y los
dispositivos digitales para ello y comer embutido de toda la vida. En
el caso que nos ocupa, el envasado loncheado de caña de lomo cumple
todas las normas sanitarias y como alimento no difiere en gran cosa
de una loncha recién cortada de caña de lomo. Lo primero es abrir
el envase, suele recomendar el envasado que se abra la bandeja diez
minutos antes; pues bien, recomiendo que se abra al menos dos horas
antes de engullirlo y si se ha guardado en la nevera una horita más
tampoco le sobra. Tendremos un delicioso loncheado de caña de lomo
tras las tres fases siguientes a su apertura.
-Disculpe profesor, soy lerdo en estas cuestiones,
pero abrir la bandeja del loncheado no tiene fases ni leches.. Voy a
probar una lonchita ya que estamos... ¡Puaaag! ¡Sabe a nada y la
textura en la lengua es rara de cojones, redios!
-¡Contenga
su ímpetu glotón, hombre, contenga! ¡Cualquier alimento de
procesamiento industrial, no sólo el laterío, requiere de ciertos
prolegómenos! ¡Es normal que tenga textura a culo de mono disecado
porque al abrir la bandeja de loncheado de caña de lomo está el
contenido en la fase uno, llamada `fase de Lenin´ porque la textura
al paladar es de pìel de momia embalsamada! Hay que dejarlo respirar
un poco y al cabo del tiempo necesario ya se puede comer...
-¡Pues
nada! ¡A la loncha de caña de lomo! La textura es distinta a la de
momia de Lenin y hasta ha cogido color, pero no sabe a nada salvo
cierta textura solapada a plástico...
-No
escucha, no escucha. Han de pasar un mínimo de dos horas como le
indiqué más arriba, dos horas mínimo. En contacto con el aire las
lonchas van cogiendo apetitoso color y su textura cambia, puede
comerse y si ya se va algo pedo, comatoso de celebraciones navideñas
o metido en pan ya puede comerse en esta fase denominada `fase sin
sustancia´ porque nos invade la desasosegante sensación de que
hemos comprado una cosa a precio de otra cosa. En esta fase lo mejor
es hacer un bocadillo, un canapé, combinarlo con ingesta masiva de
bebidas para olvidar las penas o simplemente dejarlo para la suegra,
que siempre queda bien como presente a la susodicha darle algo de
embutido.
-Pasado
el tiempo prudencial necesario, entra el loncheado de caña de lomo
en la fase denominada `fase de suspiro´. Se suele denominar así
porque se engulle rápido y los devoramos en un suspiro, porque las
lonchas son de grosor mínimo, el formato tampoco excede los 45 gramos
de peso y porque el embutido de papo le convierte en objetivo
estratégico de suegras, cuñados, familiares que sólo vemos en
cuchipandas navideñas o ese extraño que alguien trajo a la mesa sin
haberle invitado. Es que lo devoran en un suspiro y es cuando se
aprecia el valor de unos buenos loncheados de caña de lomo que
despliega todo el poderío al paladar de sal, azúcar, antioxidante y
al menos tres aditivos artificiales que no lo diferencian de la caña
de lomo entera de toda la vida.
-Vamos,
que si parece loncheado de caña de lomo, cuesta como loncheado de
caña de lomo y sabe a culo, textura al paladar sin sustancia
reconocible y nos lo gorronean sin piedad, es caña de lomo...
-¡Y
puede ser lo que usted quiera! Todo depende del estado de pedete
lúcido a la hora de la ingesta. Si el caso y la cuestión no es que
sea caña de lomo o gana de amargar la cena o almuerzo, se trata de
celebrar las navidades como mandan los cánones. Alegra la vista con
el resto de manjares y si no hay, ya la caña de lomo es un manjar, es
económico si no tenemos en cuenta que se come en un suspiro y
saludable como todo alimento de procesamiento industrial desde 1945.
Ponerle pegas y argumentos en contra es ir de papanatas para luego
presumir de comer vegano y sano recurriendo a que parezcan alimentos
de verdad y llenos de aditivos que simulen sabor y aroma al
prepararlo. El loncheado de caña de lomo es un alimento completo en
su categoría y es un embutido, otra cosa es que nos guste o no.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
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Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
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