Unas memorias de
Antón Rendueles en
exclusiva para The Adversiter Chronicle
Tardes y noches de cine
(VI y final)
El
universo cinematográfico llegó a su culminación con la salidas al
cine con los amigos. Ir al cine era una opción habitual y su gasto
debía ser soportable para mis mayores ya que nunca me escatimaron
darme dinero, generalmente mi madre, pero todo mi entorno estaba
dispuesto siempre a darme algo aunque yo no era consciente, feliz en
mi mundo, de si mi afición al cine les ocasionaba inconvenientes,
todo lo contrario y siempre animándome a ir al cine...
La
salida al cine con amigos solía ser los sábados y siempre que
hubiera película a tiro en época de vacaciones asistiendo a
reposiciones en un cine que vivió épocas más gloriosas y
reconvertido a sala para títulos ya caducos de su estreno hacía
lustros cuando no décadas...
Las
colas de sábado con título taquillero eran algo formidable y estar
una hora antes solía ser habitual y siempre surgía el inevitable
compañero de clase al que colaba en la cola, práctica habitual que
no despertaba las iras siempre que se hiciera de forma elegante y no
abusiva, es decir, podías colar a uno u dos pero colar a más
despertaba iracundas protestas...
A mí
me gustaba mirar las fotos de la película que exponían en el
exterior y hacer cola, aunque era un incordio, también era una
liturgia que formaba parte de la salida al cine...
Cuando
mi hermano Marco ya era un niño, pude prescindir de mis amigos para
ir al cine y disfrutaba de que me acompañara al festival de cine de la
ciudad, o ir con mi hermana a pasar una tarde de cine. Eran los
momentos que más disfrutaba y cuando íbamos los tres resultaba
inevitable y casi obligatorio darnos un buen homenaje de
hamburguesas...
Casi
sin darme cuenta, los amigos se fueron difuminando y comencé a ir
solo al cine y, sin darme mucha cuenta tampoco, aquel universo
cinematográfico fue desapareciendo en el periplo vital...
En
aquellos tiempos los veteranos y veteranas hablaban de su juventud e
infancia cinematográfica con referencias al blanco y negro así como
títulos que ahora denominan clásicos. Ahora soy yo el que viaja al
recuerdo y es más fácil percatarse de la magnitud de la importancia
de que la infancia y juventud de aquellos ilusionantes tiempos
cargados de incertidumbre par los adultos fuera par nosotros una
época de recuerdos gratos, de inocencia que se iba perdiendo, de
afortunados de disfrutar del bienestar que los adultos no tuvieron...
Ahora
que aquellas películas y sus protagonistas van envejeciendo y
dejando este mundo, las veo por televisión alguna vez y supone dos
placeres: ver una película recordando su estreno y volver a aquellos
tiempos de ilusionante futuro que son este ilusionante presente,
cargado de incertidumbre como entonces aunque el cine ya no sea como
entonces, lamento eterno de generaciones precedentes de aficionados y
aficionadas al cine que también nos recuerda que el tiempo pasa para
todos...
Incluso
para aquellos y aquellas anclados en los viejos tiempos.
Antón
RenduelesThe Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
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