Una sección de
Palomino Gargajo Bilioso
en exclusiva para The Adversiter
Chronicle
Si el señor Torra no
acata a la Junta Electoral, debe sentir el peso de la Ley
La
democracia efectiva se basa en que jugamos todos al mismo juego y con
las mismas reglas, así de simple. Es cierto que salvo su masa de
engañados votantes, el resto de ciudadanía del Estado nos hemos
habituado a las burradas políticas del actual presidente de
Cataluña, de una parte al menos. Lo visto hasta ahora en el juicio a
las personas con cargos públicos que posibilitaron mediante
propaganda engañosa institucional y legislar una ilegalidad el
desafío más importante a la democracia en España, ha demostrado
sus hondas motivaciones catalanistas: el señor Junqueras ama a
España pero ama más a Cataluña y por amor se hace lo que sea
aunque sea ilegal; la señora Forcadell, ese látigo
anticonstitucional que dirigía la cámara catalana, resulta que la
engañaron y que lo que hizo y cómo lo hizo era sólo... un engaño;
el señor Trapero, patriota español en la sombra que tenía hasta un
plan para detener al prófugo Puigdemont, es que sus subordinados no
le informaban adecuadamente de la situación...
El
señor Torra es un típico ejemplo de clase política incendiaria, de los que
siempre apoyan los extremos en distintas épocas, sin duda sería
franquista de haber sido político en 1936, y cuyos actos trascienden
por desgracia a la sociedad. Sus desafíos verbales, su incontinencia
de gestos desafiantes y su discurso a la eslovena deberían
sobresaltar a sus propios votantes porque piden cambiar las reglas
pero no acatan las vigentes. Lo bueno de todo esto, porque nos
observan a todos, es que cuando pataleen en las instancias superiores
de justicia europeas, el ridículo en que se empeñan día tras día
hablará por sí solo.
Podemos
aceptar que no se acaten las instituciones bajo el argumento de que
Cataluña está oprimida por el resto del Estado, discurso de buena
venta en el extranjero pero agotados los beneficios de la misma hace
más de un año. Podemos aceptar el circo para consumo de sus
votantes y que no les acusen de engaño, que lo harán tarde o
temprano, y que el juicio es una evidencia del franquismo que
gobierna España. Pero no podemos ni debemos aceptar el desacato, sea
de quién sea, a la autoridad electoral. Bajo el prisma torticero,
desde un punto de vista político, del señor Torra se consiguen un
par de objetivos: dar imagen de presidente rebelde y cumplidor del
mesiánico mandato de las urnas, que hay elecciones, y que no decaiga
el ánimo de su amo político en su auto exilio en tierras belgas, el
prófugo Puigdemont...
Pero
el señor Torra sabe también que sus triquiñuelas para hacer
desacato a la Junta Electoral avivarán los rebuznos de la extrema
derecha y en río revuelto es más fácil pescar votantes a tener la
valentía y la dignidad de su cargo representativo de confesar que
esta historia es otra historia. Pero no lo harán, no lo hacen en el
juicio y mucho menos desde la dulce libertad en Bélgica, lo pagará
Cataluña en forma de división política en su sociedad, mala imagen
por mucho que tratemos de aminorar el daño que se ha hecho con toda
esta falacia ilegal de desafío al Estado y la Constitución, una
generación fanatizada que será aprovechada por esta casta política
catalana que vivirá de las batallitas el resto de su vida y a costa
del contribuyente.
Si no
obedece a la Junta Electoral, el señor Torra debe sentir todo el
peso de la Ley para estos casos, es una línea roja donde todas las
fuerzas políticas deben ir a una exigiendo que se cumpla lo ordenado
por la máxima autoridad electoral y garante del derecho a votar. No
es el momento de los argumentos manidos hasta ahora porque no
procede, jugamos todos y todas pero con las mismas reglas. El señor
Torra lo sabe y si a quienes apela le dicen que acate, afirma que lo
acatará. Yo le digo, que sea cual sea el dictamen, debe acatar o
exponerse a las consecuencias...
Así
de simple y así de complicado.The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
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