The Adversiter Chronicle

lunes, 23 de octubre de 2017

"Lomo con tapas", suplemento literato cutre


Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle

Libro: La conspiración
-La historia secreta de John y Robert Kennedy-
Autor: David Talbot
Editorial: Crítica, S. L.
Traducción: Rosa Mª Salleras Puig
Edición: 2008

Se anunciaba fechas atrás la desclasificación de nuevos archivos referentes al asesinato de JFK y es buen momento para la lectura de un título que es otra nueva obra donde se trata de aclarar quién estaba detrás del magnicidio ya que a estas alturas y el tiempo transcurrido todo apunta a una conspiración donde, si bien hay testimonios a medida que los protagonistas fallecen, aún faltan los documentos que den materialidad a lo que hasta ahora han sido susurros de la verdad, comisiones de investigación que no dejan satisfechos a nadie o sencillamente son burdas tapaderas e intentos de desviar la atención; faltan pruebas por escrito que den veracidad de que hubo una conspiración donde la CIA dio un golpe de estado con la colaboración de la mafia y los anticastristas como carne de cañón...

Por otra parte la administración de JFK fue una odisea apasionante con la construcción del muro de Berlín, la crisis de los misiles, la lucha por los derechos civiles, la fascinación que la primera dama provocó en todo el mundo, un plan para combatir los movimientos de liberación con progreso y estabilidad en el continente pero marcada desde su juramento como presidente por el caso de Bahía Cochinos y con una cúpula militar, los servicios de inteligencia, el FBI y la mafia incómodos con los planes de futuro y de presente de JFK. El autor nos lleva de la mano de su hermano Robert por los avatares, sí dignos de Camelot, por proteger a su hermano políticamente, la mortificación de no haber evitado su asesinato para finalmente dejar de ser Bobby e inmolarse en nombre de la esperanza y la justicia de la verdad para ser Robert Kennedy y al igual que su hermano ser abatido cuando intentaba llevarlo a cabo.

David Talbot ha sido pionero del periodismo on-line para The New York Times y fundador y editor de Salon. También ha trabajado como editor para la revista Mother Jones y San Francisco Examiner y ha colaborado con The New Yorker y Rolling Stone.
 
Datos sacados de la contraportada por no variar y sin más, unas breves reseñas que os inciten a su apasionante lectura:



22 de noviembre de 1963...
Igual que cualquier otro ciudadano estadounidense que vivió aquel día, Robert F. Kennedy nunca olvidaría el modo en el que se enteró de que alguien le había disparado a su hermano. El fiscal general, que acababa de cumplir treinta y ocho años, estaba almorzando potaje de almejas y patatas y bocadillos de atún, en compañía del fiscal federal Robert Morgenthau y su asistente, junto a la piscina de Hickory Hill, su mansión de la época de la guerra civil en Mc Lean, Virginia, en las afueras de la capital. Era un día de otoño perfecto, el clásico viernes por la tarde, azul intenso y fresco que promete un gran fin de semana, y el rojo fuego y oro de las hojas de los nogales, los arces y los robles, apostados cual centinelas a lo largo de toda la propiedad, iluminaba el terreno verde y ondulante que rodeaba la residencia. Kennedy acababa de emerger de un baño al mediodía, y mientras hablaba y comía con los juristas invitados, su traje de baño seguía chorreando.”

JFK candidato a la presidencia de EEUU...
La llamada de Kennedy a liberar Cuba desconcertó especialmente a Nixon, puesto que el vicepresidente, en colaboración con la CIA y un puñado de refugiados cubanos, estaba planeando, precisamente, esta operación. Kennedy, en el cuarto y últimos debate de la campaña, hizo un llamamiento a la liberación de Cuba, y Nixon, obligado a guardar silencio acerca de este plan ultrasecreto, tuvo que morderse la lengua. `No tuve más opción que adoptar una postura del todo contraria y atacar la defensa de Kennedy de una intervención abierta en Cuba´, escribiría Nixon en sus memorias del año 1978. `Escandalicé y decepcioné a muchos de quienes me apoyaban... en aquel debate, Kennedy transmitió la imagen, a sesenta millones de personas, de que él era más duro que yo respecto a Castro y al comunismo.´ Nixon, un maestro de la magia negra en política electoral, había encontrado por fin la horma de su zapato.”

Robert Kennedy contra Hoffa...

En la mesa de los testigos, los ojos pequeños y brillantes de Hoffa relucían con aguda inteligencia. A pesar de los incesantes ataques de Bobby y de los miembros del comité, el dirigente sindical, resuelto y determinado, nunca cedió, siempre capaz de escabullirse cuando parecía que estaba arrinconado. En ocasiones, Hoffa se cansaba de eludir y esquivar los golpes y entonces atacaba a Kennedy con algún epíteto. `Está usted enfermo, eso es lo que le pasa, está enfermo´, le escupió a Kennedy una tarde después de un duro intercambio con el abogado del senado.”

Guerra Fría...
El discurso de la paz de JFK marcó un hito y constituía, nada más y nada menos, que un intento de acabar con el cara a cara que enfrentaba a las dos superpotencias y que había esclavizado al mundo desde hacía más de una década, desde el momento en que los soviéticos iniciaron sus propios ensayos nucleares en el año 1949. En años recientes, se ha convertido en una tendencia de moda, tanto entre los conservadores como entre los liberales belicistas, reivindicar a JFK como uno de los suyos. Sin embargo el apasionado discurso de JFK en la American University demostraba claramente que ya no era un liberal de la guerra fría. `No, JFK no era un halcón, ni un soldado de la guerra fría´, observaría Ted Sorensen años más tarde, sino un pragmático, continuó Sorensen, profundamente consciente de que la locura humana conducía a la tragedia. Y estaba resuelto a desmilitarizar las relaciones entre las potencias nucleares antes de que ocurriera una catástrofe.”

El informe Warren...
Robert Kennedy estaba atrapado en una posición imposible. En privado, rechazaba con desdén el informe Warren, al que consideraba nada más que un ejercicio de relaciones públicas diseñado para tranquilizar al público. Sin embargo, en aquel momento no deseaba cuestionarlo en público y, por lo tanto, no le quedaba otro remedio que apoyarlo. Concederle una aprobación superficial era una manera de evitar más preguntas de la prensa sobre el asesinato: `Ustedes ya conocen mi posición, pasemos a otra cosa´. En el año 1964, su situación política, y emocional, no le permitía hacer más. `En público, siempre respaldó a la Comisión Warren, creía que era lo políticamente correcto´, explicaría el ayudante de Robert Kennedy, Frank Mankiewicz, que sabía que en privado Robert Kennedy tenía otro punto de vista diferente acerca de lo ocurrido en Dallas. `No quería hablar de ello, yo creo que era físicamente incapaz de hacerlo´. “

Robert Kennedy el estadista...
El viaje de Kennedy, programado para el mes de junio, constituía una creciente fuente de tensiones en el seno del gobierno del apartheid, que creía que la llegada del senador estadounidense desencadenaría una oleada de disturbios en protesta de su política racista. El gobierno sudafricano no era el único que mantenía una vigilancia observadora sobre los planes de viaje de Kennedy. Su propio gobierno también seguía sus pasos. A pesar del trato brutal al que el gobierno sudafricano sometía a su población no blanca, desde Whasington se consideraba al gobierno de Pretoria un importante aliado de la guerra fría. Una vez más, los rivales políticos de Kennedy opinaban que su diplomacia sin control perjudicaba a los intereses de la seguridad de Estados Unidos.”

Sigue el misterio...
Algunos de aquellos con una larga historia de participación en el caso manifiestan un profundo pesimismo. Cuando visité a Bob Blakey, en noviembre de 2003, una semana antes del cuadragésimo aniversario del magnicidio de John F. Kennedy, parecía resignado a la idea de que el crimen nunca sería resuelto. Hablamos en su casa cerca del campus de la Universidad de Notre Dame, donde enseña derecho, sentado en sillones muy mullidos en su estudio poco iluminado, mientras las llamas parpadeantes en la chimenea alejaban el frío de una tarde cubierta de nubes. Hacia el final de la entrevista, Blakey me dijo que los Kennedy ya no parecían importantes, al menos no para aquellos estadounidenses nacidos después del asesinato del presidente.”

Libro nada recomendable para encontrar dimes y diretes, escándalos o datos escabrosos y conspiranoicos. Una búsqueda honesta indagando en testigos, testimonios y hemerotecas que resulta inquietante a medida que avanza su lectura pero que arroja luz sobre algunos interrogantes acerca de la política estadounidense. Ideal para amantes de los entresijos de la historia, personas liberales de pesadillas conservadoras y público en general que nos aporta una visión desde el lado de Robert Kennedy y un fresco de a dónde fueron aquellos sueños que cautivaron a una generación mientras el mundo pendía de un hilo nuclear, una saga familiar y política que siempre formará parte de la memoria colectiva porque siempre nos preguntaremos quién y qué ordenó el asesinato del presidente de Estados Unidos y de su hermano Robert Kennedy.
 
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton  Jr. IV

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