Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Editorial: Editorial Anagrama S. A.
Traducción: Marco Aurelio Galmarini
Edición: 2007
Una de las magias de la literatura, de un libro cualquiera, es que el lector lo escoge en principio por una motivación concreta y al finalizar su lectura descubres que te han permitido asomarte a una ventanita y ver un trozo de historia desconocida. La propuesta de hoy en principio es atractiva porque trata de un orientalista, persona que cultiva las lenguas, literatura, historia, etc, de los países de Oriente...
Por
otra parte el periodo comprendido entre las dos guerras mundiales
suele quedar eclipsado por el fragor de las contiendas y que entre
una y otra surge el fascismo y el nazismo pasando, de puntillas por
las consecuencias de la derrota de los grandes imperios y la
Revolución Rusa y cómo afectó a la vidas particulares. El autor
logra a la vez que nos muestra la figura de Kurban Said que era
orientalista pero como personalidad ya que su mundo, hijo de un
magnate petrolero de Bakú, fue destruido por la revolución y
encontró en el orientalismo la capa protectora de ser distinto a los
demás y tener éxito con sus libros, judío errante en realidad que
tuvo su último acto en vivir sus últimos días tratando de ser
asimilado por el fascismo que exterminaba judíos y dudaba de su
islamismo.
Veremos
desfilar ante nosotros el lujo de las fortunas petroleras, época
cercenada con la llegada de los soviets, la huida en busca de refugio
y cobijo a la espera de que la revolución fracasara, de que no
fracasó y París se llenó de taxistas aristocráticos, Estambul de
cafés rusos y el interés de los europeos por el Oriente que
despertaba la imaginación de los lectores, tal vez huyendo del
recuerdo de la guerra y en medio del ascenso del nazismo en Alemania
con el fascismo ya implantado en Italia, dos sistemas en uno que
aunque ahora sabemos lo que significaban en realidad, a los ojos de
los contemporáneos de su nacimiento parecían regímenes atractivos
y eficaces para contener los ardores revolucionarios inspirados en la
victoria comunista en Rusia mientras las posesiones árabes de las
potencias europeas clamaban por librarse del yugo colonialista y el
sionismo reclamaba el derecho a existir de Israel mientras algunos
veían en el islam y el judaísmo una hermandad utópica...
Tom
Reis nació en Nueva York en 1964, es periodista y escribe
regularmente para el New
York Times, el Wall
Street Journal y el New
Yorker, entre otros. Fue
en 1998, durante un viaje que hizo a Azerbaiyán, cuando descubrió a
Kurban Said y su obra maestra, Alí
y Nino. Así empezaron
más de cinco años de investigación, durante los que viajó por una
decena de países para averiguar el misterio que envuelve, desde
1942, a este autor de múltiples identidades...
Datos,
como siempre, sacados de la contraportada y actualizados al año de
edición, pero sin más verborrea unas breves pinceladas que os
inciten a su lectura:
Bakú,
1905...
“Lev
Nussimbaum nació en octubre de 1905, momento en que la tolerante
cultura haute capitaliste de Bakú empezaba a desmoronarse. El 17 de
octubre el zar Nicolás II prometió una constitución a su pueblo,
promesa falsa cuyo propósito era interferir un creciente llamamiento
a la revolución, mientras la rebelión, el pillaje y el asesinato
estaban a la orden del día en todo el país. En Bakú, los cosacos
cabalgaban por las calles y atacaban a los ciudadanos, aparentemente
para restaurar el orden, mientras los azerbaiyanos y los armenios
convertían su ciudad cosmopolita en una zona de guerra medieval. Se
sitiaban villas elegantes si sus ocupantes pertenecían a un grupo
étnico o religioso que incitaba a una turbamulta específica.”
Pasión
oriental desde jovencito...
“Cuando
Lev tuvo permiso para salir, `sus paseos favoritos lo llevaban al
barrio asiático
de la ciudad´, recordaba Frau Schulte, `con sus
mezquitas, sus minaretes, sus calles angostas y sus casas bajas´. Se
pasaba horas caminando por la vieja ciudad musulmana amurallada,
donde las callejuelas se retorcían rodeando patios con aljibes
antiguos y gigantescas puertas con inscripciones árabes medievales.
Todas estas calles lo conducían a la laberíntica plaza de los
kanes, medio en ruinas, que se convertían en un oasis de paz en una
ciudad cada vez más amenazadora. `Mi amor al palacio antiguo y
ruinoso fue creciendo y transformándose poco a poco en amor a la
gente que había nacido en el palacio´, escribió Lev.”
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
Descubriendo
Persia huyendo de la revolución rusa...
“Con
la caravana, Lev había aprendido acerca de la vida religiosa de
Persia. Ahora en la corte del Jafar Kan, aprendería acerca de su
vida política. Desde las diez de la mañana, Lev asistía todos los
días a los encuentros gubernamentales del kan, que prácticamente no
consistían más que en aceptar sobornos procedentes de sus numerosos
súbditos. Los sobornos recorrían un amplio espectro: desde monedas
de oro y plata hasta gallinas vivas y sacos de harina. Se aceptaba
todo y cualquier cosa. A veces la seriedad de los asuntos de gobierno
fue interrumpida por cierta ligereza: en una ocasión se soltó una
bandada de palomas en el patio y Lev vio cómo el kan las mataba una
a una de un tiro. Pero incluso en eso había una finalidad seria de
recaudación de impuestos; cada vez que el gordo potentado mataba un
ave, un cortesano se acercaba a felicitarlo con un puñado de monedas
para el fondo real”
Exiliados
apátridas en Turquía...
“Ahora
que los exiliados lo habían perdido todo y habían abandonado la
lucha contra los rojos, todo se reducía a una larga fiesta para
sobrevivir. Tal vez las duquesas eran las que planteaban el problema
más inmediato a las autoridades. Una importante asociación de
esposas y viudas turcas no tardó en presentar una demanda al
gobernador de Constantinopla en la que decía que los hombres de la
ciudad estaban `agotados a fuerza de consumir venenos letales como la
morfina, la cocaína, el éter y el alcohol, lo cual se debe
exclusivamente a la funesta influencia de esas mujeres rusas´. Según
esta solicitud, los restaurantes, bares y cafés chantants rusos eran
lugares donde `todas las noches centenares de jóvenes turcos pierden
salud, riqueza y honor en esa calamitosa vorágine´. No menos
escandalosos eran los clubs de jazz, uno de ellos administrado por un
empresario norteamericano negro que, a su manera, era también una
suerte de ruso blanco exiliado. Se decía que había abierto su
primer club de jazz en San Petersburgo, y cuando estalló la
revolución siguió a su clientela de zaristas aficionados al jazz en
su nuevo territorio en el Bósforo. Pronto consiguió que
Constantinopla bailara el charlestón y el foxtrot.”
Pasar
hambre en el exilio en la Alemania de la Constitución de Weimar...
“Pero
Lev era joven, y tenía los problemas de un joven. La dificultad que
más se destaca en sus memorias era la relativa a lo que él llama
`hambre de cine´. En parte se trataba de una cuestión de orgullo:
si los otros estudiantes rusos iban al cine, Lev se sentía
avergonzado de no ir. La peor situación era la que se producía
cuando quedaba con amigos para ir al cine, pero en el último momento
tenía que poner excusas porque de golpe el precio de la entrada
había aumentado demasiado. O bien había quedado para ir porque no
podía evitarlo, pero con la conciencia de que nunca lograría echar
mano de los escasos recursos de su padre. Sin embargo, los otros
estudiantes del bachillerato iban mucho al cine. En Berlín todo el
mundo iba mucho al cine. Lo mismo que la pasión por los cabarets y
los salones de baile, en el Berlín de los años veinte el `hambre de
cine´era más intensa que la de una simple moda pasajera; era un
verdadero anhelo espiritual.”
Fin
de año en 1932...
“ `El
frío mortal tiene a la ciudad en completo silencio, semejante al
silencio del intenso calor del mediodía estival´, escribió
Isherwood. `Fuera, en la noche, allende los bloques de pisos de
hormigón recién construidos, donde las calles terminan en huertas
congeladas, se extiende la llanura prusiana. Se la puede sentir por
doquier, esta noche, avanzando sigilosamente sobre la ciudad, como un
inmenso desierto de inhóspito océano´. Los capitanes de este
océano susurran al oído de Hindenburg que el general Von Schleicher
es un bolchevique, un degenerado, un agente de Moscú. Se estaba
dando un golpe desde dentro de Alemania y había que llegar a un
acuerdo con Hitler antes de que los rusos echaran abajo la Puerta de
Brandenburgo.”
Escapando
en la Italia de Mussolini...
“Pero
a Lev le iba bien esconderse a plena luz. Lo esencial de su secreto
residía en el hecho de que no era verdaderamente un secreto. Era un
rumor, parte de sus señas de identidad clandestinas y sus amigos y
sus colegas lo apoyaban en la farsa. Se trataba de aguantar el tipo,
de sonreír enigmáticamente ante los insultos. Era una suerte de
desafío en el que se ocultaba algo enfermizo, aunque era
precisamente la exposición al peligro lo que permitía a Lev seguir
adelante. En este sentido, Wegner tenía razón -Lev trataba de
convertir la `triste realidad´ en un cuento de hadas- y tal vez la
identidad musulmana no era otra cosa que una forma de asimilación. O
quizá fuera algo más profundo: la manera en que Lev decía al mundo
-y se decía a sí mismo- que no podía ponerlo en la jaula de la más
reciente barbarie moderna. No podía en la medida en que él se
imaginaba que no podía.”
Recomendable
libro para todo tipo de lectores en general con un estilo ágil y
certero donde el autor nos permite compartir su búsqueda tras la
identidad de Kurban Said, pero mostrándonos un mundo ya desaparecido
y bastante desconocido: el fin de la I Guerra Mundial, la caída del
Imperio Otomano, la diáspora de los rusos blancos, la época del
nacimiento del nazismo y en suma la peregrinación vital de un autor
que se escribió su propia identidad mientras terminaba sus días en
el corazón del fascismo tratando de esquivar las leyes raciales y
fiel al personaje de sí mismo envuelto en un halo de misterio y
leyenda que perdura décadas después de su muerte.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
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