Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Autor: Francis Wheen
Editorial: Editorial Debate S. A.
Traducción: Rafael Fontes
Edición: Primera edición, septiembre 2000
El
panorama político europeo está convulsionado por la aparición de
nuevas formaciones como PODEMOS en España y Syriza en Grecia. La
juventud y el espíritu de la misma en sus dirigentes, un mensaje que
habla de generalidades pero evita los detalles, una nueva forma de
manejar las redes sociales y su fenómeno para crear un espacio de
debate y participación de militantes y seguidores así como una
abierta empatía cuando no admiración a regímenes más o menos
socialistas como Cuba y Venezuela, hacían necesario acercarse a la
figura cuyas teorías sobre el sistema capitalista de producción y
sus consecuencias sobre la masa obrera han guiado las revoluciones de
izquierda desde mediados del siglo XIX.
Pero
no nos apetecía sumergirnos en su obra, sino en el hombre, en el ser
humano que vivió una época donde el recuerdo de la Revolución
Francesa, el legado napoleónico y las inquietudes sociales de
filósofos y humanistas que veían como la religión seguía
omnipresente a la hora de legislar y gobernar, el surgimiento de una
nueva clase social consecuencia de la revolución industrial y unos
gobiernos donde bajo la apariencia de ciertas libertades y la
realidad de la policía secreta y la censura, la antigua clase
aristocrática del Antiguo Régimen es sustituida y entremezclada con
la nueva burguesía donde el clasismo por la sangre es sustituido por
el clasismo de la riqueza mientras el militarismo prusiano, el
convulso republicanismo francés y el industrioso imperio victoriano
británico ven en las teorías de Karl Marx y sus seguidores entre la
clase obrera un serio enemigo a
considerar por cuanto las teorías socialistas socavarían no sólo la sociedad sino todo el sistema de control y dominio de la burguesía industrial sobre el resto de la ciudadanía del mundo industrializado.
considerar por cuanto las teorías socialistas socavarían no sólo la sociedad sino todo el sistema de control y dominio de la burguesía industrial sobre el resto de la ciudadanía del mundo industrializado.
El
autor logra a lo largo de las páginas mostrarnos el retrato vital de
un hombre cuyos pensamientos han influido desde entonces en la vida
de millones de personas siendo venerado por unos como un mesías y
por los otros como la auténtica encarnación del mismísimo
Satanás...
Pero
tras la vida del pensador, el padre, el amigo y el abnegado luchador
por los derechos sociales de la masa obrera, destaca de fondo la
protectora, abnegada y sacrificada figura tras todo gran hombre:
Jenny Marx, que sacrificó sin llegar a renegar un futuro como dama
de la alta sociedad prusiana, que amén de la esclavitud del hogar y
criar sus retoños se convierte en secretaria...
Aunque
la contraportada es de las más parcas a la hora de dar datos del
autor que nos hemos encontrado hasta ahora, comentaros que
Francis Wheen es escritor y periodista de prensa, radio y televisión. Fue propuesto para el Premio Whitbread por una biografía de Tom Driberg, datos del año de la edición (2000) y es de suponer que en Internet encontréis más datos sobre él.
Francis Wheen es escritor y periodista de prensa, radio y televisión. Fue propuesto para el Premio Whitbread por una biografía de Tom Driberg, datos del año de la edición (2000) y es de suponer que en Internet encontréis más datos sobre él.
Y
sin más unos breves pasajes que os inciten a su lectura:
Orígenes...
“Hirschel,
padre de Karl, era propietario de varios viñedos en la región del
Mosela, y miembro moderadamente próspero de la educada clase media.
Pero, además, era judío. Aunque nunca se llegaron a emancipar por
completo bajo el dominio francés, los judíos renanos habían
saboreado lo suficiente libertad como para anhelarla en mayor medida.
Cuando Prusia arrancó a Renania de las manos de Napoleón, Hirschel
hizo una petición al nuevo Gobierno para que pusiera fin a la
discriminación legal contra él y sus `compañeros en la fe´. Todo
fue en vano: en 1812 se publicó un edicto prusiano contra los
judíos, en el que se les excluía de los cargos públicos y de la
práctica de las profesiones liberales. Como no quería aceptar las
penalidades sociales y económicas que suponía ser un ciudadano de
segunda clase, Hirschel nació de nuevo con el nombre de Heinrich
Marx, alemán patriótico y cristiano luterano. Su judaísmo hacía
mucho que era tan solo un accidente heredado, más que una fe
profunda y sincera. (`No recibí nada de mi familia- dijo- excepto,
debo confesar, el amor de mi madre.´) Desconocemos
la fecha de su bautismo, pero con seguridad ya se había convertido
al nacer Karl: los registros oficiales nos muestran que Hirschel
empezó a trabajar como abogado en 1815, y en 1819 quiso celebrar la
nueva respetabilidad alcanzada por la familia trasladándose de su
piso alquilado de cinco habitaciones a una casa de diez, con jardín,
cerca de la antigua puerta romana de la ciudad, la Porta Nigra.”
Un
impetuoso joven...
“Muchas
veces Marx fue acusado de ser un bravucón intelectual, especialmente
por parte de aquellos que caían bajo la fuerza de sus invectivas.
(Una de sus diatribas contra
Heinzen, publicada en 1847 alcanza casi las treinta páginas.) Sin duda le encantaba su talento para la violencia verbal. Su pluma, como señaló con admiración un amigo, era lo que el 'stylus' era originariamente en manos de los romanos: un instrumento afilado de acero, para escribir y para apuñalar. `la pluma es la daga que ha de llegar certera al corazón´. Heinzen, más que una daga, pensaba en una batería de artillería -lógica, dialéctica, conocimientos- utilizada para aniquilar a cualquiera que no estuviera totalmente de acuerdo con él. Marx, decía, quería `matar mosquitos a cañonazos´. Sin embargo no se puede admitir la acusación de bravucón. Marx no era cobarde, y no se dedicaba a atormentar a aquellos que no podían contraatacar: su elección de las víctimas revela una valiente temeridad, que explica por qué pasó la mayor parte de su vida adulta en el exilio y en aislamiento político.”
entonces vivía en Estados Unidos, nos habla de un `barniz laca recientemente inventado´ del que le había hablado su nuevo amigo, el coronel Bangya, un misterioso exiliado húngaro que luego resultó ser agente encubierto de la mitad de los monarcas de Europa. Weydemeyer debería reservar un puesto en la Exposición Industrial Internacional de Nueva York, donde los clientes se quedarían tan deslumbrados por el invento que `le puede hacer ganar mucho dinero con rapidez´ y, por supuesto, enviar unos buenos beneficios para sus socios de Londres. `Escríbame enseguida, diciéndome todos los detalles de los gastos que tenga´, le aconsejaba Marx. Nunca volveremos a oír de este barniz mágico, que parece haber seguido el mismo destino que el ingenioso artilugio de Weitling para fabricar sombreros de paja para señoras. Diez años después, cuando sus deudas eran más espantosas que nunca, Marx pidió desesperadamente un empleo de administrativo en los ferrocarriles, pero fue rechazado por su ilegible caligrafía.”
Heinzen, publicada en 1847 alcanza casi las treinta páginas.) Sin duda le encantaba su talento para la violencia verbal. Su pluma, como señaló con admiración un amigo, era lo que el 'stylus' era originariamente en manos de los romanos: un instrumento afilado de acero, para escribir y para apuñalar. `la pluma es la daga que ha de llegar certera al corazón´. Heinzen, más que una daga, pensaba en una batería de artillería -lógica, dialéctica, conocimientos- utilizada para aniquilar a cualquiera que no estuviera totalmente de acuerdo con él. Marx, decía, quería `matar mosquitos a cañonazos´. Sin embargo no se puede admitir la acusación de bravucón. Marx no era cobarde, y no se dedicaba a atormentar a aquellos que no podían contraatacar: su elección de las víctimas revela una valiente temeridad, que explica por qué pasó la mayor parte de su vida adulta en el exilio y en aislamiento político.”
Engels
bajo sospecha de las autoridades francesas...
“Estos
ruidosos debates atrajeron pronto la atención de Gabriel Delessert,
director de la policía en Francia. Cuando a Engels le llegaron
noticias de que se podría dictar orden de expulsión contra él y
Ewerbeck, decidió mantenerse alejado de la Liga hasta que el revuelo
remitiese. `Estoy en deuda con Monsieur Delessert por algunos
deliciosos encuentros con las ' grisettes' (mujeres trabajadoras
francesas, sobre todo modistillas) y por momentos de placer
-confesaba pícaramente- , ya que quería aprovechar al máximo los
días y noches que bien podían ser los últimos en París´. Tras
satisfacer sus apetitos carnales pasó una semana en Sarcelles en
casa de Karl Ludwig Bernays, antiguo director de Marx en ' Vorwäts!',
pero halló el ambiente intolerablemente fétido: `El hedor es como
el de cinco mil camas de plumas, multiplicado por la emisión de
innumerables pedos, consecuencia de la cocina austriaca a base de
verduras´. También escribió un panfleto satírico `plagado de
chistes obscenos´ sobre Lola Montes, la bailarina española cuya
influencia sobre el rey Luís de Baviera era causa de divertido
escándalo para Marx y para Engels. Ningún editor lo aceptó, y el
manuscrito desapareció hace mucho tiempo.”
Exilio
en Londres...
“Durante
sus treinta y cuatro años en Londres sólo hubo dos ocasiones en que
Marx buscó empleo remunerado. En una carta de 1852 a Joseph
Weydemeyer, que por entonces vivía en Estados Unidos, nos habla de un `barniz laca recientemente inventado´ del que le había hablado su nuevo amigo, el coronel Bangya, un misterioso exiliado húngaro que luego resultó ser agente encubierto de la mitad de los monarcas de Europa. Weydemeyer debería reservar un puesto en la Exposición Industrial Internacional de Nueva York, donde los clientes se quedarían tan deslumbrados por el invento que `le puede hacer ganar mucho dinero con rapidez´ y, por supuesto, enviar unos buenos beneficios para sus socios de Londres. `Escríbame enseguida, diciéndome todos los detalles de los gastos que tenga´, le aconsejaba Marx. Nunca volveremos a oír de este barniz mágico, que parece haber seguido el mismo destino que el ingenioso artilugio de Weitling para fabricar sombreros de paja para señoras. Diez años después, cuando sus deudas eran más espantosas que nunca, Marx pidió desesperadamente un empleo de administrativo en los ferrocarriles, pero fue rechazado por su ilegible caligrafía.”
Interpretaciones
de “El capital”...
“Esto
parece una invitación para juzgar su obra maestra según normas
científicas. Pero, atención: está hablando de `apariencia
engañosa´, un tema que no está limitado a una materia existente
como la economía política, la ciencia antropológica o la historia.
Como Marx señala:`A primera vista, una mercancía parece ser una
cosa trivial, de comprensión inmediata. Su análisis demuestra que
es un objeto endemoniado, rico en sutilezas metafísicas y
reticencias teológicas´. Él admiraba la metodología objetiva,
exenta se sentimentalismo, de Ricardo y de Adam Smith: en realidad,
los aspectos de ' El capital' que a menudo más se suelen ridiculizar
en la actualidad -como la teoría del valor-trabajo- se basaban en
aquellos economistas clásicos y eran la ortodoxia imperante en la
época. Con todo, creía que, a pesar de todos sus logros, `la
ciencia burguesa de la economía había alcanzado el límite más
allá del cual no podía pasar´. Las mediciones empíricas nunca
podrían cuantificar el coste humano de la explotación y de la
alienación.”
Bakunin
y su amigo...
“Por
supuesto, aún seguía la amenaza de Mijail Bakunin, que observaba a
la Internacional, herida y renqueante, como una hiena hambrienta
contempla su comida. Estaba intrigando con más determinación que
nunca junto a su nuevo secuaz, Serguéi Necháyev, un loco
anarcoterrorista ruso llegado de Suiza en 1869. Bakunin, que no se
quedaba atrás en sus fantasías, se horrorizó al jactarse Necháyev
de haber organizado una red de células revolucionarias en toda
Rusia, así como ante el espectacular relato de una huida de la
fortaleza de Pedro y Pablo en san Petersburgo. Aunque la mayoría de
estas historias eran pura ficción, el ansia de violencia de Necháyev
sí era auténtica: antes de huir de Rusia había asesinado a un
compañero estudiante en San Petersburgo, aparentemente sin más
razón que como demostración de lo que era capaz de hacer. Después
de unirse a Bakunin, publicó una serie de incendiarios artículos y
proclamas, aparentemente de `la Internacional´, advirtiendo acerca
de la cólera que habría de desatarse.”
Marx
y Darwin...
“En
realidad, el único contacto del que se tiene noticia entre estos dos
sabios victorianos fue la indudablemente auténtica carta de
reconocimiento de 1873, que Marx enseñó orgulloso a sus amigos y a
su familia como prueba de que Darwin consideraba ' El capital' una
`gran obra´. Pero el libro en cuestión, que aún está en un
estante de Downe House, en Kent, nos dice algo tristemente diferente.
No contiene ninguna de las notas a lápiz con las que Darwin
habitualmente adornaba todo lo que leía, y sólo las primeras 105
páginas del volumen de 822 han sido cortadas para abrirlas. Hay que
concluir que no hizo más que echar un vistazo a los dos primeros
capítulos antes de enviar su nota de agradecimiento, no volviendo a
mirar el no deseado regalo (enviado por Marx) nunca más.”
Biografía honesta que huye del adoctrinamiento más o
menos camuflado para ver un hombre de su tiempo: bohemio aburguesado
orgulloso de emparentar con la aristocracia prusiana, pensador
sensible a los cambios de la sociedad de un mundo industrializado,
analista de un sistema basado en el trabajo asalariado y la
producción de bienes de consumo, cachondo mental mal interpretado
que era rusófobo, consideraba al proletariado inglés aspirantes a
ser burgueses, odiaba el carácter francés de los obreros franceses
y bohemio furunculoso donde a través de su biografía se nos muestra
a la vez como no podía ser de otra forma aquel mundo que le tocó
vivir...
Lectura recomendada a inquietos de justicia social,
jóvenes estudiantes de economía, amantes de las biografías y para
turnos de noche, veladas en la sala de espera de urgencias o
simplemente tratar de comprender cómo después de la URSS y el PCCh
aún hay jóvenes que tratan de ser los nuevos intérpretes del
legado intelectual de un tipo que vio el peligro del comunismo, de la
producción para el consumismo pero no previó los totalitarismos que
tanto odiaba por intérpretes de su obra pero sí que intuía que el
obrero aspirará a ser burgués...
Podéis regalarlo a la suegra o mejor que os vea con él
bajo el brazo, que momentos de risas y cuchufletas con la vieja
pensando que nos hemos vuelto marxistas e igual socializamos sus
ingresos de la pensión en la república de su casa, lo cual es una
idea digna de ser soviética.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
No hay comentarios:
Publicar un comentario