Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Autor: Tomás Salvador Espeso
Editorial: Ediciones G. P.
Edición: 1975
Una vez más traemos al recuerdo y al reconocimiento a
los soldados españoles de ambos bandos de la Guerra Civil cuya
memoria como contingentes militares en la guerra mundial subsiguiente
han sido relegados al olvido por una Europa destrozada por los
fascismos, una URSS paranoico-stalinista y una dictadura en la que
Franco no quería reavivar un falangismo que ya no era rentable y
convenía que no venerasen de forma nacional socialista a sus caídos.
En
la División Azul combatieron rojos
y nacionales, unos para
purgar, otros disimular y sobre todo tratar de redimir los pecados
de militancia de sus padres, los menos, convencidos de la utopía
que vieron la oportunidad de cuando llegara el momento pasar a las
filas soviéticas y seguir combatiendo el fascismo; en los segundos
una primera hornada de falangistas veteranos de guerra que sentían
la motivación para ir a combatir continuando la cruzada, aventureros
ya traumatizados para siempre y que encontraban la paz en la guerra,
muchos de voluntariedad obligatoria. Muchos de ambos lados jamás
regresaron y sus cuerpos yacen sin lápida a lo largo del escenario
del frente de Leningrado, otros regresaron a una España que trataba
de ganarse la estima y los dineros de los aliados victoriosos que
vieron preferible una dictadura nacional católica que una
impredecible instauración de la democracia que diera otro satélite
al bloque soviético. Olvidados los combatientes de ambos lados y
hermanados al final de la guerra hasta el fin de sus días en el
gulag...
Por otra parte la División Azul desempeño tareas que
en los informes militares muchas vecen ni aparecen citadas o
mencionadas en breves párrafos aunque muchos divsionarios fueron
condecorados ya que en más de una ocasión su ayuda libró de la
muerte a unidades alemanas atrapadas.
Es
cierto que uno se acerca con cautela a títulos que tratan el tema de
los españoles combatientes, de ambos bandos, en la II Guerra
Mundial. Se ha hecho conocimiento popular las hazañas del espía
catalán en Inglaterra de doble espía, del PNV y su comisionado en
la República Dominicana a sueldo de la CIA cuando ésta aún
alentaba como carta en la manga una hipotética intervención en la
Península Ibérica, pero casi nada de los nacionales
en la Wehrmacht y los rojos
en el Ejército Rojo.
Por otra parte tanto la izquierda como la derecha política española
pecan de extremismo a la hora de estudiar la historia de estos
compatriotas cayendo en el subjetivismo que mezcla añoranza de
parafernalia con ardor guerrero en los neofranquistas y los
neorepublicanos de los extremos de la diestra y la siniestra clase
política española. Es España en ese sentido ingrata con sus hijos
e hijas donde se pasa de la glorificación a la denigración de las
memorias de siglos de trifulcas entre hermanos.
El mundo que conocieron y por el que luchaban estos
olvidados soldados ya no existe, ni siquiera se siguen ya sus
convicciones y es el momento por tanto de libres de pecado y de
reproches sin respuestas acercarse a sus sepulturas anónimas y
conocer qué hicieron, cómo lucharon, como vivieron y murieron
aunque regresaran...
Es hora ya de conocer su historia que es la nuestra, de
unos y de otros...
De todos ellos y de todos nosotros que disfrutamos una
sociedad por la que lucharon todos y entre ellos.
Libro
editado en 1954 a los diez años del regreso del último contingente
divisionario cuando ya se veía que la derrota de Alemania iba a ser
total y que la apuesta franquista del Eje tocaba a su fin y había
que hacer gestos hacia los aliados para que la no
beligerancia del régimen
pasara a ser neutralidad efectiva como atenuante a la hora de la paz
y establecer un nuevo equilibrio político en Europa, la Europa del
día después de la victoria de la democracia sobre el fascismo de
derechas, el fascismo de izquierdas aún perduraría hasta 1989...
Tomás
Salvador Espeso (1921-1984) fue divisionario entre 1941 y 1943,
escritor y periodista posteriormente sería Premio Nacional de
Literatura en 1954 con Cuerda
de Presos y Premio
Planeta de Novela en 1960 con El
atentado y autor de unos
cuarenta libros más.
Es
un libro de memorias de
soldado que tanto se da
en la literatura anglosajona pero no es un libro dogmático como
podría sospecharse por el autor y la época de su publicación. El
autor nos da pinceladas de escenas cotidianas, cotidianidad del
soldado en el frente, en primera línea o en efímeras retaguardias.
España no es un recuerdo de desfiles y gloriosa victoria, es
añoranza de la tierra, del sol, de las mujeres, de la familia... La
Falange sólo es un título que llevaron cantando y se ahogó en
sangre de camaradas yacientes congelados y semi sepultados en la
nieve... La religión sólo sirve de excusa ceremonial y alivio
moribundo de rezos ya en agonía mortal... Los rojos
comunistas ya no son ateos sino soldados combativos profesionales y
mejor equipados que defienden una tierra donde los españoles
comprendieron que eran invasores y culpables como sus kameraden
alemanes que cometían tropelías inhumanas...
No hay en el libro glorificación del franquismo, el
falangismo y demás mierdas, hay dicha de disfrutar de un descanso,
de nervios y fatiga, de luchas a muerte donde los instintos asesinos
afloran y luego llega el cansancio psíquico, de pensamientos a las
puertas de la muerte y de la certeza tras ser superviviente de que no
merece la pena la guerra porque el idealismo siempre es el primero en
caer y sólo son carne de cañón de las maniobras políticas.
Pero mejor dejo unos breves apuntes de un libro que
reitero es de memorias de un soldado y quien busque parafernalia y
demás ultra derechista se sentirá decepcionado porque es el
universo que vemos en otras obras referentes a la II Guerra Mundial
con la diferencia de que escuchamos historias que nos atañen porque
son nuestras...
Transportados a la guerra...
“Estaba
sudando. Era un sudor el suyo parecido al de las calderas. El calor
iba por dentro y en las manos le vibraba la tiritera del
desconcierto. Se terciaba gritar, y gritaba, que reír, y reía... El
cantar no se tenía en cuenta. Llevaban el día entero cantando y la
única manera de desatenderse de la canción era gritar. Y vuelta a
empezar. Delirio, calor, contagio del camarada vecino y un discreto
retirarse a un rincón para dominar en lo posible el temblor de la
piel. Costaba Dios y ayuda asomarse a la puerta del vagón. Aferradas
a cada palmo de aristas había dos o tres manos. Manos que se
agarraban ansiosa, desesperadamente. Recordaban, seguramente, como en
el instante de la partida el ansia de asomarse todos a la vez estuvo
a punto de provocar una caída colectiva.El convoy avanzaba fatigosamente. Llevaba lo menos treinta unidades con ochocientos tíos en sus vagones, sin contar el coche de segunda, allá en la cabecera, donde iban los oficiales. Eran vagones de ganado.”
Campamento...
“Como
no llevaban fusiles, el desfile tenía muy poco aire. El sargento
Muñoz estaba un mucho avergonzado. Menos mal que el desfile se
transformó en marcha de maniobras, sin interrupción, y el bracear
deslucido se tornó en frotar de manos ante la inminente llegada.El batallón marchaba por un camino bien cuidado entre el bosque, marcando el paso y cantando lo que buenamente se podía. Pronto, el apeadero se perdió en la distancia y los miembros ateridos entraron en calor. Debía de haber llovido la noche anterior pues los árboles rezumaban agua y la atmósfera aparecía transparente a punto de empalago.”
En la posición...
“Siempre
ocurre igual. En los parapetos, manejando el chopo y tirando bombas
de mano, el soldado no tiene tiempo para pensar en el miedo. Los
escalones inmediatos lo sufren por él. Escuchar el silbido de las
balas, el susurro de los morterazos y el eco de las propias
detonaciones sin una intervención directa, supone siempre una visión
pesimista del jaleo...
… Las
dos primeras horas fueron bastante tranquilas. El cruce del río se
hizo sin novedad porque una revuelta en la corriente protegía el
avance. Primero pasaron los hombres y luego los de Asalto se
encargaron de volver con municiones. Y la sección del teniente
Escobedo había partido hacia un punto que desde donde se encontraba
Elaspe no se divisaba. Recordaba a los soldados cargados como
acémilas con las máquinas y las cajas de munición, persignándose
antes de empezar el avance. Media hora después habían empezado los
tiros. Emoción. Tensa espera. Y el parte:`Posición ocupada´. Y un
aviso para los que fueran llegando: `Zona minada en los barrancos´.
En el asunto de las minas, según decían, los rusos tenían mucha
práctica.”
Lago Ilmen...
Un día cualquiera en el frente durante el verano de
1943...
“El
frente había entrado en una tranquilidad relativa, si se podía
llamar relativa a una tranquilidad que producía de 300 a 400 bajas
al mes, entre muertos, heridos y enfermos. De todas formas, el calor,
verano, había traído un asentamiento de las posiciones. Se sufrían
los acostumbrados golpes de mano, especialmente por el sector de `El
Dedo´ y `El Alcázar, posiciones del regimiento dos-seis-dos, que
parecían sufrir o gozar de la debilidad rusa, algunas veces
pretendiendo abrazar a lo oso, como ocurriera el día 17 de junio, en
que atacaron las dos posiciones con efectivos de batallón, previo un
golpe de mano, dejándose la mitad de los hombres en las alambradas.
Todo iba quedando atrás. En agosto las trincheras se calcinaban bajo
el sol. Los días eran más cortos, iniciando el retroceso a las
eternas noches, aunque todavía habría dos o tres meses de buen
tiempo. Parecía extraño que no se aprovechase el buen tiempo para
acciones ofensivas; pero los alemanes debían haber renunciado por
completo a sus planes ofensivos, y los rusos..., los rusos se
limitaban a esperar.”
Retirada general...
“Ya
estaban en los P. C., cargando los trineos: parte del armamento,
munición, menaje,
suministros y chismes de cocina. El ambiente era
deprimente. Nada importa retirarse o marchar de día; lo que apuraba
era abandonarlo todo en plena noche, cuando nada se tenía previsto,
cuando se esperaba que la vida, la cochina vida, la rutinaria y
maldecida vida siguiera su curso. Aunque fuera para mejorar
impresiona abandonar lo conocido. Lanzarse a lo desconocido era peor
cantar.
Los
de antitanques se negaban a volar las piezas y estaban trabajando
como negros para sacarlas del emplazamiento. Lo mismo sucedía con la
artillería. Las semanas que llevaban sin moverse habían acumulado
nieve, hielo y telarañas encima de las ruedas; las piezas parecían
clavadas en el suelo. Los antitanquistas maldecían por lo bajo y por
lo alto. Alguno estaba tratando de conseguir un coche.”
Libro para amantes del género bélico realista donde
los únicos héroes son lo que quedaron allí enterrados y las
grandes hazañas se resumen a sobrevivir un día más, una noche
más...
Ideal para servicios nocturnos, espera hospitalaria y a
la suegra no, que se sentirá motivada a tratarnos como si fuera una
tropa de asalto teutona contra el demonio rojo...
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
No hay comentarios:
Publicar un comentario