Una sección de
Palomino Gargajo Bilioso en exclusiva para The
Adversiter Chronicle
Algo huele a fascismo
en Barcelona
La
grandeza de la democracia reside tanto en la libertad de manifestar
la opinión, que siempre irrita a quien la escucha y a quien la dice
cuando tiene que escuchar. Puede ser irritante y hasta ofensivo pero
en temas de opiniones, ideas e ideologías todo es bastante
subjetivo.
En el
caso candente de la moda del independentismo catalán, apoyado en que
las generaciones educadas en el odio y la rabia ya son votantes,
nadie está contento: los independentistas porque España les oprime,
los españoles porque el independentismo empieza a ser opresivo y la
mayoría silenciosa desconcertada ante los tonos de alarma de los
mass media y sus comunicadores y contertulios...
Siempre
he dicho que esto quedará en una algarada plebiscitaria-festiva
coordinada con los escoceses, Cataluña forma parte de España y una
cosa es discutir la convivencia dentro del Estado, cosa en la que
España lleva retraso respecto al resto de la UE y por ello seguimos
tirándonos los trastos por cuestiones ya superadas en otros estados
pero sin embargo como nación somos un marco etnográfico que dura
siglos más allá de movimientos de liberación y partidos
nacionalistas surgidos a la ola del romanticismo, pero por alguna
razón nos gusta tirarnos trastos cotidianamente y cuando surge lo
extraordinario siempre nos unimos para que dejen que sigamos dándonos
zurriagazos.
El
caso es que en Cataluña no quieren toros. Los representantes de la
ciudadanía elegidos democraticamente han logrado que la fiesta de la
tauromaquia sea prohibida. Nada que objetar por cuanto la sociedad
cambia y lo que hoy es ilegal mañana puede ser legal, forma parte
del juego. Si los taurinos catalanes no se movilizan democráticamente
y permiten que sea ilegal torear en Cataluña poco podemos hacer el
resto...
Y
como el ejemplo de los toros, tantos otros.
Pero
al hilo de las cornamentas ha sucedido algo que sí debe encender las
alertas del sistema democrático, algo que es censura pura y dura,
pero no exactamente por lo que los vocingleros de turno y misal
braman con rabia...
Un
ente privado organiza una exposición de fotos premiadas y eligen
para promocionarlo una foto premiada de un popular torero no tanto
por su toreo como por las cornadas que recibe y el ojo tuerto que le
ha quedado.
La
foto reúne cualidades más allá de ser o no aficionado por cuanto
se premió lo que dice sin hablar la imagen. Este ente privado elige
Barcelona para la exposición y el ayuntamiento de la ciudad veta la
foto, no por anti estética o que dañe la sensibilidad ante un
tuerto, sino porque el protagonista de la foto es torero...
Muy
mal el ayuntamiento pero peor el ente privado que traga la censura y
cambia la foto. Malo que una vez más de uno y otro bando nos
quedemos con la argumentación de la falacia y demás mierdas que se
usan argumentalmente.
Es
censura pura y dura, una pieza más del juego en que los
independentistas quieren hacer caer al resto de España buscando que
los españoles impongan su ley en el imaginario mundo y la imaginaria
Cataluña que pregonan y quieren votar.
Hay
fascismo de izquierdas y de derechas, pero el ayuntamiento de
Barcelona ha logrado que exista fascismo catalanista. Si tanto
aborrecen de la foto debieran invitar a salir de la ciudad la
exposición pero el independentismo, tal vez se creen alumnos
avanzados del independentismo vasco, juega a dos barajas siempre:
cuando le interesa son catalanes y cuando les interesa son catalanes
oprimidos por el resto de españoles.
Por
fortuna abundan más en España los demócratas, aunque no lo
sepamos. El independentismo catalán busca ser agredido, desde quemar
longanizas de fuet hasta tirar cócteles molotov a los jugadores del
Barça, por poner dos ejemplos.
Si
España fuera tan intransigente, su ciudadanía, como venden los
independentistas, sencillamente no permitiríamos que un catalán
ejerciese de tal de la misma forma que en los barrios, distritos,
tabernas, lugares de ocio y demás independentistas vetan,
discriminan y presionan a quien manifiesta que es español...
Es un
ejemplo práctico de censura, de ver fantasmas y tonadilleras junto
con pasodobles en una imagen, una foto, donde no gusta lo que
muestra, en este caso un torero porque hiere la sensiblidad.
Es un
ejemplo claro de paranoia que se da en todo movimiento nacionalista y
la muestra de que algo huele a podrido en Barcelona y por extensión
en Cataluña, huele a fascismo, a censura pura y dura con el peor
complemento que puede existir en estos casos: que el ente censurado
no sólo protesta y defiende la pulcritud de la foto y que nada tiene
que ver con las movidas que se taren los políticos mientras la
ciudadanía asiste al espectáculo que ya sobrepasa los límites
democráticos de nuestro marco constitucional porque los argumentos
dados sólo son una patética excusa para disimular la censura.
El
peligro no es un referéndum, el problema no es que la sociedad
quiera manifestarse por mucho que irrite a una y otra parte...
El
problema y el peligro para la democracias surge cuando se tira de la
censura para contentar a unos pocos. Es el ayuntamiento quien ha
abierto la caja de Pandora del fascismo en una ciudad que presume de
cosmopolita, cultural y de acogida a las vanguardias...
Muy
mal señores y señoras del ayuntamiento de Barcelona y muy mal a la
organización de la exposición...
Fascismo
puro y duro aunque nadie lo huela, pero es un olor a fascismo y la
mierda cuando no se limpia y se recoja sigue oliendo con más
intensidad a mierda cada día que pasa en que pasamos al lado de la
mierda, apartamos la nariz y no denunciamos que alguien ha dejado
mierda tirada.
Porque lo más cojonudo es que la exposición nada, absolutamente nada tiene que ver con los jodidos toros...
Se ha
traspasado una línea, así de simple y así de complicado.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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theadversiterchronicle@hotmail.es
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