The Adversiter Chronicle

martes, 8 de octubre de 2013

"Lomo con tapas", suplemento literato cutre


Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle

Libro: La batalla de Dièn Bièn Phu
Autor: Erwan Bergot
Editorial: Editorial Malabar, S. L.
Traducción: Miquel Salarich
Edición: Febrero de 2007

Ha fallecido recientemente una de las figuras claves y protagonistas, desde un punto de vista militar, del pasado siglo XX: el general Giap.
Es por ello buen momento para degustar un icono de la guerra en Viet-Nam como es la batalla de Dièn Bièn Phu, batalla que marcó el canto del cisne de Francia en Indochina y abrió las puertas a la intervención estadounidense.

Planteada como una posición avanzada para operaciones ofensivas, pensaba el Estado Mayor francés que las colinas que rodeaban la posición y la pista de aterrizaje serían suficiente defensa ante un enemigo carente de aviones y de artillería. Pero Giap sorprendería con su determinación de llevar artillería a las colinas y aprendería que en batallas abiertas la superioridad de fuego y medios del enemigo no inclinaba la balanza a su favor y comenzó a fraguar lo que sería una guerra de desgaste a partir de entonces contra el invasor contando con asesoramiento y material soviético y chino...

Erwan Bergot, antiguo oficial del ejército regular, participó en la batalla de Dièn Bièn Phu al frente de la Compañía de Morteros Pesados del 1º BEP.
Hecho prisionero, relató su experiencia y la de sus camaradas en los campos del Viètminh en el libro Convoy 42. Es también autor de una gran saga sobre Indochina: Sud Lointain.
Fallecido en 1993, el Ejército francés lo honró poniendo su nombre al Premio Literario que entrega anualmente.



De modo que encendamos un cigarrillo con nuestro kameraden de trinchera y preparémonos como buenos paracaidistas y veteranos de cien batallas a soportar otra noche de asedio mientras la radio escupe como van cayendo posiciones...



1953...

En mayo de 1953, la Guerra de Indochina estaba en su octavo año. Comparada con sus inicios, la `rebelión´ Viètminh había cambiado su rostro. Con la excepción de las zonas bajo su control, prácticamente había abandonado la subversión, especialmente en el sur, para evolucionar hacia un ejército `clásico´, equipado de forma moderna por la URSS y la China popular, y organizado en batallones, regimientos y divisiones regulares, y con una artillería y una logística convencionales. Su estrategia también se había orientado hacia una ofensiva general, el último estadio de toda guerra revolucionaria...

...Para hacer frente a estas amenazas, el mando francés no tenía apenas elección:
prepararse a sufrir, algo que reprocharon al general Salan, o intentar tomar la iniciativa para desviar a Giap de sus proyectos obligándolo a aceptar el combate en un terreno no elegido por él y en el que sería posible dominarlo. Esa fue la elección de Navarre...

...En efecto, obligado a disponer de una logística importante, Giap también vio limitadas sus opciones. La estación de las lluvias -de mayo a agosto- le impedía arriesgar sus camiones en las rutas de montaña y, a pesar de sus ingenieros, no pudo hacer nada ante la geografía; el terreno era el amo y señor.”



Navidad en Dièn Bièn Phu...

Sentado sobre el tejado del blocao del comandante Pégot, Gaucher, con un vaso en la mano, escucha las canciones que se elevan en la noche. Los legionarios se han conmovido al ver que su coronel les ha visitado en esta noche tan sagrada. Es una de las fiestas más tradicionales de la Legión, tan importante como la de Camerone, pero que para ellos tiene un sentido más profundo. Más allá del simple aspecto religioso, la Navidad es un puente tendido al pasado. Se permite un poco de nostalgia y si los hombres se emborrachan es casi con recogimiento.
Gaucher echa un vistazo hacia el lado. Ve el perfil de Pégot, delgado, tenso y con un intenso brillo en su mirada.
Gaucher tiene debilidad por el comandante del 3º Batallón. No es el único. Quizás sea porque, como él, todo el mundo en el batallón sabe que el comandante ha venido aquí para hacerse matar. Anteriormente comandante adjunto en el Puesto de Mando de la semibrigada en Hoc Mon, superando en mucho el periodo habitual de servicio en Indochina, tuvo la idea de pedir a su mujer que viniese para acompañarlo en la parte final de la campaña. En los primeros días de 1953 ella embarcó en Marsella.
Y luego, una mañana, Pégot, como oficial de guardia, recibió un telegrama
`confidencial-personal con destino a un oficial´.
`Vaya, pensó, tendré que anunciar alguna mala noticia a un camarada´.
Abrió el sobre y su rostro adquirió la palidez de un cirio:
`Se ruega que advierta al comandante Pégot que su esposa ha desaparecido en el mar...´.

Durante varios días, el comandante no comentó a nadie lo sucedido. El día que estaba previsto que el barco llegase a puerto, se dirigió a Saigón. Solicitó subir a bordo para visitar el camarote que había ocupado su esposa. Nada recordaba su paso por allí. Todo era anónimo. Con las maletas hechas, no quedaba nada de ella.”



Tregua...

El padre Trinquand, capellán de la semibrigada, ya ha llegado siguiendo los pasos del médico. Él, que ha sido testigo de las últimas palabras del coronel Gaucher, cree que es su deber reconfortar a sus `legionarios´. Hombre de Dios, es una persona dirigida por el amor al prójimo y la piedad. Y los legionarios, incluso los más duros veteranos que no creen en nada -tampoco en el diablo, este diablo que les ha dejado caer en las ruinas de Berlín o en cualquier otro lugar-, tienen un infinito respeto por su `padre´...

...El decorado está extrañamente vacío y silencioso. Ni amigos, ni enemigos. Se diría que se trata de alguna ruina antigua en la que no hay restos de vida desde hace mucho tiempo. El viet se aleja con pasos cortos y rápidos por la pista que sube hacia el norte, hacia la maleza en la que se encuentran sin duda las tropas que han participado en el ataque nocturno.

En silencio, impresionados, los franceses se dispersan por la posición en busca de heridos y muertos. En vano. Todo ha sido limpiado, pasado por el tamiz. Como testimonios de la batalla tan sólo quedan los blocaos destruidos, las trincheras arrasadas, las alambradas cortadas, los impactos de los proyectiles de artillería, los embudos causados por las granadas de mortero y, aquí y allá, las manchas de sangre invadidas por las moscas. Pero de los combatientes, ni rastro.”



Sangre fría...

Dubois golpea con el borde de su casco el tacón de una bota de paracaidista. Se aparta y recorre la hilera de soldados incrustados en el barro, como si de cangrejos inmóviles se tratara. Cuando llega a la altura de los sargentos se detiene y acerca su rostro.
-¿Preparado? -le dice Bauchet al oído-. Vamos allá.
Los `bawouanes´ se quedarán a la defensiva, nosotros vamos a buscar un emplazamiento -posa su mano sobre el brazo de su camarada-. Escucha...
Dubois escucha y su corazón le da un salto en el pecho. De pronto, experimenta una curiosa sensación mezcla de excitación y miedo. De golpe se da cuenta que ha dejado de pertenecer a un continente que se llama Dièn Bièn Phu para navegar, como en una balsa, en medio de un mar enemigo. A menos de cincuenta metros, oye perfectamente el sonido de las palas escarbando en la tierra.
Bauchet se echa sobre la espalda y empieza a preparar su material. A pesar de la noche, Dubois adivina que actúa con sangre fría, ,maestría y precisión. Ajusta el visor sobre el cañón, verifica la mira y desenrolla los cables de alimentación que pasa a Dubois.
-No te puedes equivocar con el enchufe -murmura-, los `jacks´son de diferente medida.
Dubois enchufa los cables. Y, bruscamente, se siente tan vulnerable como si estuviese desnudo. Está en medio del territorio enemigo, al alcance de las granadas de cualquier nervioso o perspicaz `bo-doï´, y nunca se hubiera imaginado con un arma en la mano. Ciertamente, en su blocao de transmisiones un arma en la mano. Ciertamente, en su blocao de transmisiones un arma no le sería de ninguna utilidad...”



Homenaje a los soldados de ambos bandos la lectura de este apasionante libro, unos por la independencia y otros metidos en un asedio mortal en cuya victoria no creían los mismos polñiticos que les forzaron a defender la posición.

Legionarios y paracaidistas franceses de todas las nacionalidades y veteranos de otras guerras que fueron sacrificados en aras de un imposible y que en los documentales sobre la guerra ocupa los primeros minutos y que ha pasado a la memoria colectiva como ejemplo de defensa de una posición indefendible donde resulta a ojos profanos porque aquellos desgraciados en lugar de rendirse defendieron el honor francés con su sangre, como ocurre en todas las guerras...
Libro para amantes de la historia militar, guardias al sereno en garita cutre, vigilias en sala de urgencias y para la suegra diciéndole que es una novela histórica con lo cual igual logremos ponerla histérica cuando descubra la verdad.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV

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