Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Autor: Erwan Bergot
Editorial: Editorial Malabar, S. L.
Traducción: Miquel Salarich
Edición: Febrero de 2007
Ha
fallecido recientemente una de las figuras claves y protagonistas,
desde un punto de vista militar, del pasado siglo XX: el general
Giap.
Es por ello buen momento para degustar un icono de la guerra en Viet-Nam como es la batalla de Dièn Bièn Phu, batalla que marcó el canto del cisne de Francia en Indochina y abrió las puertas a la intervención estadounidense.
Es por ello buen momento para degustar un icono de la guerra en Viet-Nam como es la batalla de Dièn Bièn Phu, batalla que marcó el canto del cisne de Francia en Indochina y abrió las puertas a la intervención estadounidense.
Planteada
como una posición avanzada para operaciones ofensivas, pensaba el
Estado Mayor francés que las colinas que rodeaban la posición y la
pista de aterrizaje serían suficiente defensa ante un enemigo
carente de aviones y de artillería. Pero Giap sorprendería con su
determinación de llevar artillería a las colinas y aprendería que
en batallas abiertas la superioridad de fuego y medios del enemigo no
inclinaba la balanza a su favor y comenzó a fraguar lo que sería
una guerra de desgaste a partir de entonces contra el invasor
contando con asesoramiento y material soviético y chino...
Erwan
Bergot, antiguo oficial del ejército regular, participó en la
batalla de Dièn Bièn Phu al frente de la Compañía de Morteros
Pesados del 1º BEP.
Hecho
prisionero, relató su experiencia y la de sus camaradas en los
campos del Viètminh en el libro Convoy
42. Es también autor de
una gran saga sobre Indochina: Sud
Lointain. Fallecido en 1993, el Ejército francés lo honró poniendo su nombre al Premio Literario que entrega anualmente.
De
modo que encendamos un cigarrillo con nuestro kameraden de trinchera
y preparémonos como buenos paracaidistas y veteranos de cien
batallas a soportar otra noche de asedio mientras la radio escupe
como van cayendo posiciones...
1953...
“En
mayo de 1953, la Guerra de Indochina estaba en su octavo año.
Comparada con sus inicios, la `rebelión´ Viètminh había cambiado
su rostro. Con la excepción de las zonas bajo su control,
prácticamente había abandonado la subversión, especialmente en el
sur, para evolucionar hacia un ejército `clásico´, equipado de
forma moderna por la URSS y la China popular, y organizado en
batallones, regimientos y divisiones regulares, y con una artillería
y una logística convencionales. Su estrategia también se había
orientado hacia una ofensiva general, el último estadio de toda
guerra revolucionaria...
...Para
hacer frente a estas amenazas, el mando francés no tenía apenas
elección:
prepararse a sufrir, algo que reprocharon al general Salan, o intentar tomar la iniciativa para desviar a Giap de sus proyectos obligándolo a aceptar el combate en un terreno no elegido por él y en el que sería posible dominarlo. Esa fue la elección de Navarre...
prepararse a sufrir, algo que reprocharon al general Salan, o intentar tomar la iniciativa para desviar a Giap de sus proyectos obligándolo a aceptar el combate en un terreno no elegido por él y en el que sería posible dominarlo. Esa fue la elección de Navarre...
...En
efecto, obligado a disponer de una logística importante, Giap
también vio limitadas sus opciones. La estación de las lluvias -de
mayo a agosto- le impedía arriesgar sus camiones en las rutas de
montaña y, a pesar de sus ingenieros, no pudo hacer nada ante la
geografía; el terreno era el amo y señor.”
Navidad
en Dièn Bièn Phu...
“Sentado
sobre el tejado del blocao del comandante Pégot, Gaucher, con un
vaso en la mano, escucha las canciones que se elevan en la noche. Los
legionarios se han conmovido al ver que su coronel les ha visitado en
esta noche tan sagrada. Es una de las fiestas más tradicionales de
la Legión, tan importante como la de Camerone, pero que para ellos
tiene un sentido más profundo. Más allá del simple aspecto
religioso, la Navidad es un puente tendido al pasado. Se permite un
poco de nostalgia y si los hombres se emborrachan es casi con
recogimiento.
Gaucher
echa un vistazo hacia el lado. Ve el perfil de Pégot, delgado, tenso
y con un intenso brillo en su mirada.Gaucher tiene debilidad por el comandante del 3º Batallón. No es el único. Quizás sea porque, como él, todo el mundo en el batallón sabe que el comandante ha venido aquí para hacerse matar. Anteriormente comandante adjunto en el Puesto de Mando de la semibrigada en Hoc Mon, superando en mucho el periodo habitual de servicio en Indochina, tuvo la idea de pedir a su mujer que viniese para acompañarlo en la parte final de la campaña. En los primeros días de 1953 ella embarcó en Marsella.
Y luego, una mañana, Pégot, como oficial de guardia, recibió un telegrama
`confidencial-personal con destino a un oficial´.
`Vaya, pensó, tendré que anunciar alguna mala noticia a un camarada´.
Abrió el sobre y su rostro adquirió la palidez de un cirio:
`Se ruega que advierta al comandante Pégot que su esposa ha desaparecido en el mar...´.
Durante
varios días, el comandante no comentó a nadie lo sucedido. El día
que estaba previsto que el barco llegase a puerto, se dirigió a
Saigón. Solicitó subir a bordo para visitar el camarote que había
ocupado su esposa. Nada recordaba su paso por allí. Todo era
anónimo. Con las maletas hechas, no quedaba nada de ella.”
Tregua...
“El
padre Trinquand, capellán de la semibrigada, ya ha llegado siguiendo
los pasos del médico. Él, que ha sido testigo de las últimas
palabras del coronel Gaucher, cree que es su deber reconfortar a sus
`legionarios´. Hombre de Dios, es una persona dirigida por el amor
al prójimo y la piedad. Y los legionarios, incluso los más duros
veteranos que no creen en nada -tampoco en el diablo, este diablo que
les ha dejado caer en las ruinas de Berlín o en cualquier otro
lugar-, tienen un infinito respeto por su `padre´...
...El
decorado está extrañamente vacío y silencioso. Ni amigos, ni
enemigos. Se diría que se trata de alguna ruina antigua en la que no
hay restos de vida desde hace mucho tiempo. El viet se aleja con
pasos cortos y rápidos por la pista que sube hacia el norte, hacia
la maleza en la que se encuentran sin duda las tropas que han
participado en el ataque nocturno.
En
silencio, impresionados, los franceses se dispersan por la posición
en busca de heridos y muertos. En vano. Todo ha sido limpiado, pasado
por el tamiz. Como testimonios de la batalla tan sólo quedan los
blocaos destruidos, las trincheras arrasadas, las alambradas
cortadas, los impactos de los proyectiles de artillería, los embudos
causados por las granadas de mortero y, aquí y allá, las manchas de
sangre invadidas por las moscas. Pero de los combatientes, ni
rastro.”
Sangre
fría...
“Dubois
golpea con el borde de su casco el tacón de una bota de
paracaidista. Se aparta y recorre la hilera de soldados incrustados
en el barro, como si de cangrejos inmóviles se tratara. Cuando llega
a la altura de los sargentos se detiene y acerca su rostro.
-¿Preparado?
-le dice Bauchet al oído-. Vamos allá.Los `bawouanes´ se quedarán a la defensiva, nosotros vamos a buscar un emplazamiento -posa su mano sobre el brazo de su camarada-. Escucha...
Dubois escucha y su corazón le da un salto en el pecho. De pronto, experimenta una curiosa sensación mezcla de excitación y miedo. De golpe se da cuenta que ha dejado de pertenecer a un continente que se llama Dièn Bièn Phu para navegar, como en una balsa, en medio de un mar enemigo. A menos de cincuenta metros, oye perfectamente el sonido de las palas escarbando en la tierra.
Bauchet se echa sobre la espalda y empieza a preparar su material. A pesar de la noche, Dubois adivina que actúa con sangre fría, ,maestría y precisión. Ajusta el visor sobre el cañón, verifica la mira y desenrolla los cables de alimentación que pasa a Dubois.
-No te puedes equivocar con el enchufe -murmura-, los `jacks´son de diferente medida.
Dubois enchufa los cables. Y, bruscamente, se siente tan vulnerable como si estuviese desnudo. Está en medio del territorio enemigo, al alcance de las granadas de cualquier nervioso o perspicaz `bo-doï´, y nunca se hubiera imaginado con un arma en la mano. Ciertamente, en su blocao de transmisiones un arma en la mano. Ciertamente, en su blocao de transmisiones un arma no le sería de ninguna utilidad...”
Homenaje
a los soldados de ambos bandos la lectura de este apasionante libro,
unos por la independencia y otros metidos en un asedio mortal en cuya
victoria no creían los mismos polñiticos que les forzaron a
defender la posición.
Legionarios
y paracaidistas franceses de todas las nacionalidades y veteranos de
otras guerras que fueron sacrificados en aras de un imposible y que
en los documentales sobre la guerra ocupa los primeros minutos y que
ha pasado a la memoria colectiva como ejemplo de defensa de una
posición indefendible donde resulta a ojos profanos porque aquellos
desgraciados en lugar de rendirse defendieron el honor francés con
su sangre, como ocurre en todas las guerras...
Libro
para amantes de la historia militar, guardias al sereno en garita
cutre, vigilias en sala de urgencias y para la suegra diciéndole que
es una novela histórica con lo cual igual logremos ponerla histérica
cuando descubra la verdad.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
theadversiterchronicle@hotmail.es
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