Una sección de Palomino Gargajo Bilioso en exclusiva para
The
Adversiter Chronicle
El
mayor error de la administración de Zapatero fue no tener la consciencia a la
luz de los indicadores económicos de prever lo que se ha convertido ya en un
acto de terrorismo por parte de la banca y el capital que la sustenta.
Posiblemente
el presidente fuera mal asesorado, aunque los parámetros desde 2006 indicaban
ya datos que analizados convenientemente podrían haber variado la política
española y la gestión de recursos que sin evitar estas zozobras en el mar de la
crisis económica si hubieran permitido evitar que la banca cometa asesinatos
como está haciendo en algún punto de España en estos momentos…
España es un país que por alguna extraña razón necesita su sacrificio de sangre en el altar de la ciudadanía cada cierto tiempo.
La
democracia nos permite apreciar los matices del conjunto etnográfico, vaivenes
de la historia que visten ropajes distintos en cada era. Al final del régimen franquista
la democracia sufrió hasta ayer, pero latente hasta mañana, el envite asesino
del terrorismo de ETA, un terrorismo camuflado de inquietud ciudadana que no
dudaba en matar a la propia ciudadanía.
La
banca, el gran capital, es tan terrorista en estos momentos de 2013 como ETA.
No
se trata de un discurso revolucionario tal afirmación. En estos momentos, un
compatriota está leyendo una orden de desahucio. Hay varias alternativas en ese
momento y una única solución viable. La banca es terrorista y asesina de la
ciudadanía porque la solución es negada y las alternativas son pocas debido a
esta crisis que ya afecta a las clases previas a la clase alta media.
Se
ha llegado al punto de que ser pensionista ha colocado a los mismos en el motor
de sustento de sus allegados en edad laboral. Así, el desahucio se convierte en
un factor de estrés, un cúmulo de pensamientos que hace de nuestro compatriota
un pelele inducido, un macabro perro de Pavlov que debe seguir bregando día a
día con la mierda diaria y una espada de Damocles sobre su cuello.
Ese
compatriota ya es candidato a morir, a quitarse su vida dejando atrás a sus
seres amados, a su mundo mientras se ve desamparado por el sistema, abandonado
por sus representantes políticos y la vergüenza y sensación de derrota a toque
de degüello por haber dejado de ser rentable al capital.
A
los bancos.
La
revolución, como hecho aunque no tanto como de concepto, nace de la ira de la
indignación. El culto al consumo avalado por la banca y sus créditos al mismo a
rédito ha terminado con nuestra dignidad al igual que el agua de fuego arrebató el alma de los nativos norte americanos.
Aquí no se buscaba una hegemonía de una cultura sobre otra, se buscó y encontró
la manera el capital de convertirnos en deudores. Nos echan la culpa con
argumentos tipo fuimos manirrotos, fuimos egoístas ciegos de afán de gastar lo
que no teníamos, fuimos culpables de
querer consumir ahora pagando pasado mañana…
La
solución es sencilla: renegociar la deuda.
Al
compatriota de la carta de desahucio ni siquiera le reciben una vez iniciado el
trámite. Le hablan voces desconocidas en tono pseudo masoquista apremiándole a
pagar y reprochando su falta de seriedad…
No
pedían biografía para dar crédito al consumo ni la piden para inducirte al
terror. Da igual que el compatriota tenga una vida laboral larga para su edad,
que esté educando a sus hijos o que su mujer esté enferma. Sólo es un frio
número en un expediente y una anotación en un extracto de la cuenta en el
banco.
La
banca no se mancha los dedos de sangre, la ampara la ley, el estado de derecho
y las fuerzas del estado encargadas de hacer cumplir la ley. Es una máquina de
exterminio perfecta, un procesamiento del número de expediente sin verdugos
porque logran que el compatriota sea su propio verdugo.
En
muchos casos, el compatriota es una persona de pocos recursos intelectuales que
lucha por mejorar su estatus y dar a su familia lo que no tuvo. No todos los
compatriotas tienen estudios universitarios, son personas ya en la cuarentena,
trabajadores y personas honradas que se tragaron la propaganda consumista y su
odalisca en promesa de estabilidad laboral y de dinero para el consumo, de
invertir en tu propia empresa que era un naipe en un castillo de papel cuando
en el horizonte una extraña nube se acercaba tapando el sol de la prosperidad,
la nube del incendio de la mayor estafa por miembros del capital al corazón
mismo del capitalismo: robarse a sí mismo.
Cortinas
de humo en forma de escándalos, crisis políticas indirectas por chorizos de
influencia directa y tensiones territoriales, nos hacen olvidar mirar los
hechos y señalar a los culpables. Europa y Occidente aún no tienen recambio en
el capital mundial. Aunque ya son realidad grupos mundiales de consumo en zonas
geopolíticas, no disponen de la riqueza que Europa y Occidente llevan
acumulando siglos basada en la superioridad militar, enarbolar la bandera de la
democracia y la unificación a nivel cultural general.
Pero
la ciudadanía europea no puede permitir que tras la Guerra Fría todo haya sido
un espejismo porque era real. Fueron años de vacas gordas donde nunca señalamos
con la contundencia necesaria los defectos del sistema.
Era
previsible y evidente en la letra pequeña de los contratos de productos
bancarios a nivel de ciudadano normal que la banca además de explotadora era
usurera.
¿Hay
mayor acto de sadismo que endeudarte en base a tu sueldo en contrato temporal o
a fin de producción y cuando no hay trabajo exigirte no sólo tu casa sino que
sigas pagando una vez desahuciado?
¿No
es tal sutileza que hace parecer al nazismo un aprendiz?
Es
hora de que el Gobierno pare estos crímenes, pare estas injusticias bajo firma
en contrato y que la ley sea reformada.
Está
muy bien jugar con reglas, pero esto es ser violado, trabajar de puta, vivir
como esclavo y además pagar a tu torturador.
Está
muriendo gente, personas, porque la banca se niega a renegociar y exige seguir pagando lo ya arrebatado.
Si
esto sigue así, llegará un momento en que o la ciudadanía hace insumisión o la
banca sencillamente seguirá matando.
El
periodo de crisis no ha pasado, los instrumentos de navegación indican que
vamos en rumbo pero desconocemos la latitud y no se atisba sol despejado en el
horizonte aunque sabemos que está allí. Esa fuerza humana que es colectiva, de
agarrarnos a la esperanza y saber que hay algo, que hay un fin a esta etapa de
crisis…
Pero
no podemos permitir por más tiempo el terrorismo bancario.
The Adversiter Chronicle, diario
dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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