Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle
Libro: Papá espía
Autor: Jimmy Burns MarañónEditorial: Randon House Mondadori, S. A.
Traducción: Ana Momplet Chico
Edición: Febrero de 2010
Porque en sus páginas encontramos el carácter de franco en aquellos años de guerra mundial por testigos presenciales y se ofrece un fresco a los lectores de aquel Madrid y aquella España sumida en la destrucción de la Guerra Civil.
A
todos los actores europeos le interesaba una España neutral y tras la guerra es
difícil que se hable de su papel en la misma. España era donde se libraba la
batalla de los servicios de espionaje cuyos asuntos quedaron enterrados en los
archivos y desconocidos para el gran público. Si queréis conocer la realidad de
aquellos años más allá de la nostalgia del neo franquismo, encontrareis su lectura
interesante y nada farragosa.
Y si
os gusta el tema, es el testimonio real de cosas que son esbozadas en películas
y novelas resultando más divertidas y simples en la realidad, pero reales. Se
echa en falta profundizar en los estragos del espía Philby aunque su sombra se
proyecta a lo largo de las intrigas y putadas al protagonista por parte de sus
superiores y compañeros.
Ver
al embajador Hoare a través de la mirada de Tom Burns es viajar al imperio
inglés y sus racistas élites hacia todo aquello que no fuera británico en sus
estertores históricos en una guerra que ganó a cambio de perder su imperio.Y por una vez no vamos a poneros varios extractos y me permitiréis que os ponga uno que resume la calidad del libro como observatorio de la España de post guerra y su importancia durante la II Guerra Mundial.
Martín Artajo era un abogado con intereses en el negocio
editorial católico al que Burns conocía desde antes de la guerra y con quien
mantenía una relación cordial. En cuanto ocupó su nuevo cargo, el ministro
accedió a reunirse en secreto con él en repetidas ocasiones al margen del
protocolo diplomático oficial, consciente de que Burns le escucharía
atentamente y que su postura sería comunicada a Londres. A partir de lo
discutido en estas reuniones, Mallet informó al Foreing Office del rumbo
político del régimen e intento influir sobre su postura para disgusto de
algunos, como el embajador soviético en Londres, Feodor Gousev, que, como
Stalin, quería que los aliados rompiesen relaciones con Franco y ofreciesen su
apoyo a las <<fuerzas democráticas>>. Gousev estaba convencido de
que Franco estaba intentando consolidar su posición y <<arrojando polvo
en los ojos de los aliados>> al renunciar que pretendía convocar
elecciones en un futuro.
No cabe duda de que Franco utilizó la relación entre Burns
y Artajo para ganar tiempo y contrarrestar las presiones internacionales a fin
de que se produjese un cambio democrático inmediato tras el derrumbe de las
potencias del Eje. Sin embargo, parece que Gran Bretaña también decidió
mantener su política de no intervención basándose en una lectura muy acertada
de la situación política interna de España al término de la guerra.
Aunque los informes oficiales de Franco hablaban de una
posible amenaza de la izquierda alentada por la derrota del Eje, y a pesar de
que los sentimientos anti falangistas agitaban los círculos católicos y
militares y de que algunos
antiguos defensores del régimen, como el duque de
Alba, soñaban con una inminente restauración de la monarquía, la realidad
demostró que la oposición a Franco dentro de España y entre los exiliados
carecía de una organización poderosa y unificada, por no hablar de una ideología
común, pues en ella había desde anarquistas hasta aristócratas radicalmente
anticomunistas.
A principios de agosto de 1945, Mallet escribió al Foreing
Office desde su residencia de verano San Sebastián describiendo el
<<miedo a la guerra>> que según él atenazaba a gran parte de los
españoles y tratando de disuadir a los aliados de que apoyaran o provocaran un
levantamiento militar, teniendo en cuenta sobre todo que la mayor parte del
ejército seguía apoyando a Franco. En las últimas fases de la guerra, cuando
las tropas aliadas liberaron el sur de Francia, el ejército estadounidense ya
se había negado a ceder ante la creciente presión por parte de la opinión
pública norteamericana y de soldados de la resistencia antifranquista en la
frontera franco española para que siguiera avanzando hacia España.
Mallet tomó en consideración un memorando de ocho páginas
que había recibido de
Burns poco después de ocupar su nuevo puesto en Madrid,
basado en conversaciones secretas entre el agregado de prensa y Martín Artajo,
ministro apodado <<el elefante devoto>> por su catolicismo y su
porte. Burns había compartido con Artajo su sorpresa al encontrar un
sentimiento tan unánime y profundamente antifranquista entre los nuevos
parlamentarios británicos.
Sin embargo, el nuevo ministro no tardó en convencer a
Burns de su franqueza al decirle que la opinión pública británica estaba muy
mal informada sobre la política española. Lejos de ser un tirano impopular,
Franco contaba con el apoyo de la <<gran mayoría del pueblo español>>,
que había sufrido a los <<rojos>> durante la Guerra Civil y estaba
enormemente agradecido al caudillo por haber salvado al país de la anarquía y
de verse involucrado en la Segunda Guerra Mundial.
Pero Martín Artajo era un abogado demasiado astuto como para
pensar que un experto observador de la política española como Burns pasaría por
alto fácilmente las aspiraciones de muchos españoles a una apertura democrática
que liberara a España del aislamiento internacional. Por ello, le hizo entender
que, con el tiempo, Franco estaría dispuesto a preparar el terreno para una
transferencia pacífica del poder a los elementos políticos <<más
responsables>> de España,
elementos que, en opinión de ambos, no estaban en la izquierda sino en el
centro político, entre ellos varios democratacristianos como don Juan de
Borbón, aún en el exilio. En resumen, el futuro de España no pasaba por una
revolución, sino por la paciencia. Burns no tuvo ningún reparo en transmitir
este mensaje del ministro al nuevo embajador británico.
El 6 de agosto de 1945 escribió: <<Ahora mismo
cualquier medida o gesto violento o de provocación del exterior […] podría
hundir nuevamente a los españoles en uno de esos estados metafísicos e
irreflexivos en los que tienden a caer, y que les hacen desechar todo sentido
de la mesura y les llevan a autodestruirse y acabar con toda razón […] Es
imposible que se produzca un cambio rápido o radical del régimen actual hacia
uno más representativo sin derramamiento de sangre o violencia a gran escala.”
Y es
que de aquellos barros, vienen estos lodos…
The Adversiter Chronicle, diario
dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
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