Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Autor:
Steven Lee Myers
Editorial:
Ediciones Península
Traducción:
Nadia C. Volonté
Edición:
Octubre de 2018
La propuesta de hoy es una biografía de uno de los
grandes protagonistas de estas primeras décadas del siglo XXI,
Vladímir Putin. Miembro del KGB cuando se derrumbó el sistema
soviético, supo reciclarse trabajando para un político de San
Petersburgo, escalando puestos de responsabilidad y rodeándose de
colegas de los tiempos del KGB. Destacando por su eficiencia, llega a
la corte de Boris Yeltsin que valora sus virtudes primero, las admira
después por su lealtad y finalmente le cede los trastos del poder.
La biografía se centra en su carrera política, no es una biografía
de tropecientas mil páginas con el periplo vital personal detallado
desde que era bebé de cuna, es una biografía que muestra los hechos
apoyados en testimonios de testigos que no juzga ni trata de hacerlo
influyendo al lector y que leída hoy en día resulta inquietante,
también para tratar de comprender el proceso de un dirigente que ha
terminado confundiendo su persona con la misma Rusia...
Steven
Lee Myers es periodista y trabaja para The
New York Times desde
1989. En la actualidad ocupa la corresponsalía de Pekín. Ha sido
corresponsal en Moscú durante siete años, en Bagdad otros dos y
también ha cubierto la información sobre la Casa Blanca, el
Pentágono y la Secretaría de Estado en Washington. `El
nuevo zar´ es su primer
libro.
Datos sacados de la contraportada y actualizados al año
de edición, en Internet se puede encontrar más información sobre
el autor. Os dejo unas breves reseñas que os animen a leer su
apasionante lectura:
Oficial del KGB...
"Cegado
por la propaganda oficial o por la indiferencia, Vladímir
racionalizó e idealizó el trabajo del KGB. Creía que el oficial de
inteligencia era el defensor de la ley y el orden. En el verano de
1976, salió de la academia del KGB como teniente primero. No regresó
al departamento de personal, sino al de contrainteligencia, el
Segundo Directorio Principal del KGB. Participó en operaciones que no
combatían al enemigo exterior, sino al enemigo interno. Devino en un
burócrata comunista que buscaba, sobre todas las cosas, mantener el
orden social y el control político, aunque muy poco se sabía de sus
actividades en ese entonces. Ni sus amigos ni tan siquiera sus
colegas sabían qué era lo que hacía exactamente Vladímir, que
durante muchos años hizo un gran esfuerzo por mantener en secreto
los detalles de su trabajo. Un oficial que trabajó con él más
adelante declaró, como si se tratara de un hecho que Vladímir
trabajaba para el Quinto Directorio Principal, pero nadie lo sabía
con certeza. Aunque él lo negaría, su colega creía que estaba
íntimamente familiarizado con las tácticas del KGB empleaba contra
los críticos del poder soviético, incluidos Solyenitsin y, después,
Sájarov. Ciertamente, uno de sus amigos más cercanos de Leningrado,
Víktor Cherkésov, se hizo tristemente conocido por su trabajo en
el Quinto Directorio Principal combatiendo disidentes y hasta
creyentes religiosos. Tampoco tenía remordimientos o reservas acerca
de que el KGB utilizara comúnmente informantes o colaboradores.
Aunque eso sembró desconfianza en toda la sociedad soviética, creía
que la colusión con un temido Estado policial no sólo no estaba
mal, sino que era esencial para mantener el orden. Según aseguró
una vez, el 90 por ciento de la inteligencia del KGB se obtenía de
ciudadanos soviéticos de a pie que informaban voluntariamente o de
otro modo respecto de otros -sus compañeros de trabajo, sus amigos,
sus familiares-. `No se puede hacer nada sin agentes secretos´,
dijo."
En el entorno de Boris Yeltsin...
"La
reestructuración en el Gobierno de Yeltsin creó una nueva vacante
para Putin. En mayo de 1998, aceptó su tercer nuevo empleo en el
Kremlin en menos de dos años. Nunca estuvo cerca de Yeltsin y no
tenía suficiente poder en ese momento para figurar en sus intrigas.
Y, sin embargo, su competencia y lealtad le habían permitido
ascender en la burocracia, con frecuencia para sorpresa de personas
como Chubáis. Esta vez, Yeltsin lo nombró principal vicedirector de
la administración presidencial y lo puso, así, a cargo de las
relaciones con las ochenta y nueve regiones del país. El empleo era
una extensión natural de su trabajo en el Directorio Principal de
Control, donde había acumulado expedientes de corrupción y
actividad ilícita por parte de funcionarios regionales. Rusia es
nominalmente una federación de sus regiones y, aunque la
Constitución de 1993 le dio al presidente autoridad amplia y
centralizada, muchas de ellas operaban como feudos independientes. En
virtud de sus elecciones locales, los líderes regionales también
tenían autoridad política independiente y, por lo tanto, eran
potenciales amenazas para la preeminencia de Yeltsin. La desconfianza
de Yeltsin sólo se intensificó cuando Aleksandr Lébed, su rival
vuelto alñiado vuelto enemigo, ganó las elecciones como gobernador
de la región de Krasnoyarsk, en Siberia, en mayo, y dejó claro que
sus ambiciones presidenciales no habían disminuido en lo más
mínimo. Putin veía el fracturado sistema político como un síntoma
de la disolución continua del país. La lucha de Chechenia por la
independencia era sólo el ejemplo más extremo de que Rusia se
pudría por dentro. La `vertikal´, la cadena de mando del Gobierno,
había sido destruida, recordaba, y `debía ser restaurada´. Les
dijo a los periodistas que su principal labor ahora era asegurar que
los decretos de Yeltsin fueran promulgados en el ámbito regional,
pero enfatizó que su intención no era `ajustar las tuercas´. Nunca
tuvo tiempo de hacerlo. Permanecería en ese empleo durante sólo
sesenta y un días, lo suficiente para instalar a un colega del KGB
de San Petersburgo, el teniente general Nikolái Pátrushev, en su
antiguo trabajo en el Directorio Principal de Control, pero no para
conseguir mucho más."
La esposa del presidente Putin...
"Rusia,
al igual que Unión Soviética, tenía poca experiencia con eso de
que la esposa de un líder asumiera un rol público como primera
dama. La distinguida esposa de Gorbachov, Raisa, lo había acompañado
con frecuencia en sus viajes y había abrazado causas públicas, pero
esto resultaba todavía una novedad que no era bienvenida
universalmente. La esposa de Yeltsin despreciaba la publicidad y
mayormente la evitaba, y los mismo hacía Liudmila. En 1998 y 1999
había trabajado brevemente como representante en Moscú de una
compañía de comunicaciones, Telekominvest, que tenía raíces en
San Petersburgo y vínculos con un amigo de la familia, Leonid
Reiman, que prestaría servicios como ministro de Telecomunicaciones
de Putin. Ella ganaba el equivalente a 1.500 dólares al mes, pero
dejó el empleo cuando su marido se convirtió en primer ministro,
aunque algunos dijeron que ella continuó involucrada en acuerdos de
negocios. Como primera dama ahora, acompañaba a su marido en actos
oficiales, especialmente con dignatarios visitantes, como Tony Blair,
el primer líder occidental que se reunió con Putin tras su
inesperado ascenso. Los Putin llevaron a los Blair al teatro
Mariinski en Petersburgo para ver una función de la ópera de
Serguéi Prokófiev `Guerra y paz´. Pareció al principio que ella
iba a ejercer un rol más público. Tras la ceremonia de investidura,
abrazó el problema de la alfabetización: promovió la lectura y los
idiomas, y fundó el centro para el Desarrollo de la Lengua Rusa, que
organizaba proyectos con el objeto de `mejorar el prestigio´ de la
cultura rusa en todo el mundo. Sin embargo, excepto por su
participación en las entrevistas para humanizar la figura de Putin,
Liudmila no tuvo ningún rol en la campaña de su marido y ninguno en
su Gobierno. Putin mismo se enfurecía incluso ante las preguntas más
benignas acerca de su vida juntos. Cuando Mijaíl Leóntiev le
preguntó con suavidad si tenía tiempo para ver a su familia, Putin
replicó secamente `Los veo´ y la declaración fue seguida de un
corte notorio en la entrevista. En aquel tiempo, Leóntiev quedó
impresionado por el estado de la casa de Putin, que había sido
utilizada por primeros ministros durante la década anterior. Tras
seis meses en funciones, había cajas sin desembalar, y notó que
tenía el aire de una residencia temporal. `Hemos estado viviendo en
residencias temporales desde 1985 -replicó Putin-. Y al movernos
constantemente de un lugar a otro, vemos a nuestras viviendas como
cuarteles, muy bonitos cuarteles, lo admitimos. Uno puede vivir muy
cómodo aquí, pero es temporal. Una morada temporal. Vivimos como si
estuviéramos sentados sobre maletas ya hechas´."
Victoria de Rusia Unida...
"Si
bien todas las elecciones anteriores en la Rusia de Putin habían
registrado abusos y manipulación, el fraude que se desarrolló el 4
de diciembre de 2012 fue mucho más generalizado y cínico. A pesar
de los esfuerzos de las autoridades, Internet ahora permitía que
las pruebas de las irregularidades se difundieran en la conciencia
pública. Los observadores electorales oficiales no podían estar en
todas partes, pero por Internet se propagaron vídeos `amateurs´
filmados con teléfonos móviles que mostraban a burócratas
rellenando urnas de forma flagrante, transportando votantes en
autobús de colegio electoral en colegio electoral, incluso
utilizando tinta invisible en las papeletas. En un vídeo grabado
por un activista voluntario y subido enseguida a You Tube, el anciano
director del centro de votación nº 2.501 de Moscú aparecía
sentado diligentemente a su escritorio marcando una pila de
papeletas. Los observadores internacionales de la Organización para
la Seguridad y la Cooperación en Europa llegaron a la conclusión de
que uno de cada tres colegios electorales experimentó alguna especie
de actividad sospechosa; pero sólo tomaba en cuenta el pequeño
porcentaje de casos en que hubo observadores presentes. El flagrante
desinterés por la honradez electoral provocó un escándalo cuando
los resultados no oficiales mostraron que Rusia Unida había ganado
casi el 50% d elos votos: suficiente, dados los partidos que no
llegaron ni al umbral de obtención de escaños, para permitirle
retener una mayoría en la nueva Duma. Era evidente que incluso ese
resultado menor era un fraude, un fraude que requería de la
complicidad de miles y miles de personas para ejecutarse: desde
funcionarios electorales como Vladímir Churov, un colega de Putin
del KGB de san Petersburgo, pasando por trabajadores estatales,
obligados por el miedo o la conveniencia de estar en los centros de
votación, hasta los periodistas de los medios estatales que hacían
esfuerzos por informas sobre todo con expresión impasible. Incluso
Putin, que apareció junto a Medvédev para declarar la victoria en
la sede central de campaña de Rusia Unida, pareció todo menos
exultante. Finalmente la escala del fraude fue suficiente para
arrancar a miles de la apatía política que había acompañado el
ascenso del putinismo y del atrofiante estancamiento burocrático que
había generado."
Expansionismo territorial de Putin en Ucrania...
"Otros
se quedaron, luchando una batalla cada vez más solitaria contra
Putin y las fuerzas del nacionalismo que él había desatado. Alekséi
Navalni, tras ser arrestado mientras se manifestaba contra los
veredictos por los casos Bolotnaia al cierre de los Juegos Olímpicos
de Sochi, pasó la mayor parte de 2014 bajo arresto domiciliario,
confinado en su pequeño apartamento de un edificio de la era
soviética en el sur de Moscú. El único líder de la oposición que
había emergido de las bases de la sociedad -un líder que no estaba
comprometido con el Kremlin y era lo bastante carismático como para
ganar seguidores independientes de su influencia- no tuvo permiso
durante meses para reunirse con nadie excepto sus parientes ni para
usar Internet, el medio que había utilizado tan eficazmente para
volverse una amenaza para el sistema de Putin. Con la descarada
instalación de equipo de vigilancia en todo su apartamento, pasaba
sus días jugando a Grand Theft Auto, lo que únicamente interrumpía
para asistir a las audiencias del juzgado, acompañado por una
escolta policial. Como los fiscales abrían nuevas causas -incluida
una que tenía que ver con un póster callejero `robado´ como
obsequio y otra que enviaría a su hermano Oleg a prisión-, sus
apariciones en los tribunales se volvieron cada vez más reguylares.
La sombra del Kremlin se erguía sobre él como sobre los disidentes
en el pasado. `¿Qué hemos ganado? -dijo dentro de su piso a finales
de 2014, cuando las condiciones de su arresto se suavizaron un poco,
cavilando sobre la anexión de Crimea por Putin y la demonización
internacional que siguió a este hecho-. Ahora, literalmente, no le
gustamos a nadie´, dijo. Incluso Ucrania, un aliado natural, ahora
odiaba a Rusia y acaso también a los rusos. La guerra eclipsó el
trabajo de campaña anticorrupción de Navalni, que continuó
exponiendo los vínculos neofeudales entre el poder y el dinero. Se
convirtió en una guerra contra todo lo occidental, incluidos
aquellos que abogaban por una mayor apertura política y
transparencia. Atravesaba la sociedad, incluso los informativos del
tiempo nocturno que Navalni veía en la televisión, que comenzaron a
advertir que la situación en Ucrania oriental se estaba `caldeando´.
Putin había sumergido al paíos en `una guerra perpetua´ y, por lo
tanto, `una movilización perpetua´, dijo Navalnio. Putin reunía al
país detrás de un destino manifiesto que antes había perdido, sin
cuidado por los costes en la posición internacional. Y, sin embargo,
cuanto más desastrosas eran las decisiones de Putin, más poderoso
se volvía. Con el país en guerra, su postura pareció incluso más
irrefutable. Era una contradicción que Navalni, como otros en el
país y en el exterior, se esforzaba por entender. `En términos de
fortalecimiento de su régimen, Putin ha ganado -dijo con un aire de
resignación-. En términos de los intereses estratégicos de Rusia,
hemos perdido´."
Biografía que es también una crónica de la Rusia
surgida tras el fin de la Unión Soviética que sirve para
comprender, tratar al menos, el cómo alguien como Putin ha logrado
llegar a ser otro tirano de Rusia, también la ceguera de Occidente a
la transición de una dictadura comunista e imperialista para pasar a
ser una dictadura presidencialista con el nacionalismo y la religión
como apoyos. Vemos el ascenso al poder y escorarse al régimen actual
agresivo territorialmente con sus vecinos de fronteras utilizando
herramientas y medios que ya son habituales en las democracias por
quienes tratan de acabar con las mismas. El autor no juzga y sí
expone de tal forma que el lector saque sus propias conclusiones. Lo
triste es que desde 2018 el régimen de Putin se ha enrocado más en
sí mismo y la agresión a Ucrania en su territorio oriental acabó
en una invasión y una guerra en toda regla amenazando al resto de
Europa tras comprobar la tibieza populista del presidente Trump.
Ideal para lectura de verano, turnos nocturnos sin jefatura y para
regalar a la suegra por ver su cara de circunstancias cuando esperaba
un móvil por su cumpleaños...
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
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