The Adversiter Chronicle

jueves, 5 de junio de 2025

"Lomo con tapas", suplemento literato cutre

Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle

Libro:
El nuevo zar -Ascenso y reinado de Vladímir Putin-
Autor: Steven Lee Myers
Editorial: Ediciones Península
Traducción: Nadia C. Volonté
Edición: Octubre de 2018

La propuesta de hoy es una biografía de uno de los grandes protagonistas de estas primeras décadas del siglo XXI, Vladímir Putin. Miembro del KGB cuando se derrumbó el sistema soviético, supo reciclarse trabajando para un político de San Petersburgo, escalando puestos de responsabilidad y rodeándose de colegas de los tiempos del KGB. Destacando por su eficiencia, llega a la corte de Boris Yeltsin que valora sus virtudes primero, las admira después por su lealtad y finalmente le cede los trastos del poder. La biografía se centra en su carrera política, no es una biografía de tropecientas mil páginas con el periplo vital personal detallado desde que era bebé de cuna, es una biografía que muestra los hechos apoyados en testimonios de testigos que no juzga ni trata de hacerlo influyendo al lector y que leída hoy en día resulta inquietante, también para tratar de comprender el proceso de un dirigente que ha terminado confundiendo su persona con la misma Rusia...

Steven Lee Myers es periodista y trabaja para The New York Times desde 1989. En la actualidad ocupa la corresponsalía de Pekín. Ha sido corresponsal en Moscú durante siete años, en Bagdad otros dos y también ha cubierto la información sobre la Casa Blanca, el Pentágono y la Secretaría de Estado en Washington. `El nuevo zar´ es su primer libro.
Datos sacados de la contraportada y actualizados al año de edición, en Internet se puede encontrar más información sobre el autor. Os dejo unas breves reseñas que os animen a leer su apasionante lectura:

Oficial del KGB...
"Cegado por la propaganda oficial o por la indiferencia, Vladímir racionalizó e idealizó el trabajo del KGB. Creía que el oficial de inteligencia era el defensor de la ley y el orden. En el verano de 1976, salió de la academia del KGB como teniente primero. No regresó al departamento de personal, sino al de contrainteligencia, el Segundo Directorio Principal del KGB. Participó en operaciones que no combatían al enemigo exterior, sino al enemigo interno. Devino en un burócrata comunista que buscaba, sobre todas las cosas, mantener el orden social y el control político, aunque muy poco se sabía de sus actividades en ese entonces. Ni sus amigos ni tan siquiera sus colegas sabían qué era lo que hacía exactamente Vladímir, que durante muchos años hizo un gran esfuerzo por mantener en secreto los detalles de su trabajo. Un oficial que trabajó con él más adelante declaró, como si se tratara de un hecho que Vladímir trabajaba para el Quinto Directorio Principal, pero nadie lo sabía con certeza. Aunque él lo negaría, su colega creía que estaba íntimamente familiarizado con las tácticas del KGB empleaba contra los críticos del poder soviético, incluidos Solyenitsin y, después, Sájarov. Ciertamente, uno de sus amigos más cercanos de Leningrado, Víktor Cherkésov, se hizo tristemente conocido por su trabajo en el Quinto Directorio Principal combatiendo disidentes y hasta creyentes religiosos. Tampoco tenía remordimientos o reservas acerca de que el KGB utilizara comúnmente informantes o colaboradores. Aunque eso sembró desconfianza en toda la sociedad soviética, creía que la colusión con un temido Estado policial no sólo no estaba mal, sino que era esencial para mantener el orden. Según aseguró una vez, el 90 por ciento de la inteligencia del KGB se obtenía de ciudadanos soviéticos de a pie que informaban voluntariamente o de otro modo respecto de otros -sus compañeros de trabajo, sus amigos, sus familiares-. `No se puede hacer nada sin agentes secretos´, dijo."

En el entorno de Boris Yeltsin...
"La reestructuración en el Gobierno de Yeltsin creó una nueva vacante para Putin. En mayo de 1998, aceptó su tercer nuevo empleo en el Kremlin en menos de dos años. Nunca estuvo cerca de Yeltsin y no tenía suficiente poder en ese momento para figurar en sus intrigas. Y, sin embargo, su competencia y lealtad le habían permitido ascender en la burocracia, con frecuencia para sorpresa de personas como Chubáis. Esta vez, Yeltsin lo nombró principal vicedirector de la administración presidencial y lo puso, así, a cargo de las relaciones con las ochenta y nueve regiones del país. El empleo era una extensión natural de su trabajo en el Directorio Principal de Control, donde había acumulado expedientes de corrupción y actividad ilícita por parte de funcionarios regionales. Rusia es nominalmente una federación de sus regiones y, aunque la Constitución de 1993 le dio al presidente autoridad amplia y centralizada, muchas de ellas operaban como feudos independientes. En virtud de sus elecciones locales, los líderes regionales también tenían autoridad política independiente y, por lo tanto, eran potenciales amenazas para la preeminencia de Yeltsin. La desconfianza de Yeltsin sólo se intensificó cuando Aleksandr Lébed, su rival vuelto alñiado vuelto enemigo, ganó las elecciones como gobernador de la región de Krasnoyarsk, en Siberia, en mayo, y dejó claro que sus ambiciones presidenciales no habían disminuido en lo más mínimo. Putin veía el fracturado sistema político como un síntoma de la disolución continua del país. La lucha de Chechenia por la independencia era sólo el ejemplo más extremo de que Rusia se pudría por dentro. La `vertikal´, la cadena de mando del Gobierno, había sido destruida, recordaba, y `debía ser restaurada´. Les dijo a los periodistas que su principal labor ahora era asegurar que los decretos de Yeltsin fueran promulgados en el ámbito regional, pero enfatizó que su intención no era `ajustar las tuercas´. Nunca tuvo tiempo de hacerlo. Permanecería en ese empleo durante sólo sesenta y un días, lo suficiente para instalar a un colega del KGB de San Petersburgo, el teniente general Nikolái Pátrushev, en su antiguo trabajo en el Directorio Principal de Control, pero no para conseguir mucho más."

La esposa del presidente Putin...
"Rusia, al igual que Unión Soviética, tenía poca experiencia con eso de que la esposa de un líder asumiera un rol público como primera dama. La distinguida esposa de Gorbachov, Raisa, lo había acompañado con frecuencia en sus viajes y había abrazado causas públicas, pero esto resultaba todavía una novedad que no era bienvenida universalmente. La esposa de Yeltsin despreciaba la publicidad y mayormente la evitaba, y los mismo hacía Liudmila. En 1998 y 1999 había trabajado brevemente como representante en Moscú de una compañía de comunicaciones, Telekominvest, que tenía raíces en San Petersburgo y vínculos con un amigo de la familia, Leonid Reiman, que prestaría servicios como ministro de Telecomunicaciones de Putin. Ella ganaba el equivalente a 1.500 dólares al mes, pero dejó el empleo cuando su marido se convirtió en primer ministro, aunque algunos dijeron que ella continuó involucrada en acuerdos de negocios. Como primera dama ahora, acompañaba a su marido en actos oficiales, especialmente con dignatarios visitantes, como Tony Blair, el primer líder occidental que se reunió con Putin tras su inesperado ascenso. Los Putin llevaron a los Blair al teatro Mariinski en Petersburgo para ver una función de la ópera de Serguéi Prokófiev `Guerra y paz´. Pareció al principio que ella iba a ejercer un rol más público. Tras la ceremonia de investidura, abrazó el problema de la alfabetización: promovió la lectura y los idiomas, y fundó el centro para el Desarrollo de la Lengua Rusa, que organizaba proyectos con el objeto de `mejorar el prestigio´ de la cultura rusa en todo el mundo. Sin embargo, excepto por su participación en las entrevistas para humanizar la figura de Putin, Liudmila no tuvo ningún rol en la campaña de su marido y ninguno en su Gobierno. Putin mismo se enfurecía incluso ante las preguntas más benignas acerca de su vida juntos. Cuando Mijaíl Leóntiev le preguntó con suavidad si tenía tiempo para ver a su familia, Putin replicó secamente `Los veo´ y la declaración fue seguida de un corte notorio en la entrevista. En aquel tiempo, Leóntiev quedó impresionado por el estado de la casa de Putin, que había sido utilizada por primeros ministros durante la década anterior. Tras seis meses en funciones, había cajas sin desembalar, y notó que tenía el aire de una residencia temporal. `Hemos estado viviendo en residencias temporales desde 1985 -replicó Putin-. Y al movernos constantemente de un lugar a otro, vemos a nuestras viviendas como cuarteles, muy bonitos cuarteles, lo admitimos. Uno puede vivir muy cómodo aquí, pero es temporal. Una morada temporal. Vivimos como si estuviéramos sentados sobre maletas ya hechas´."

Victoria de Rusia Unida...
"Si bien todas las elecciones anteriores en la Rusia de Putin habían registrado abusos y manipulación, el fraude que se desarrolló el 4 de diciembre de 2012 fue mucho más generalizado y cínico. A pesar de los esfuerzos de las autoridades, Internet ahora permitía que las pruebas de las irregularidades se difundieran en la conciencia pública. Los observadores electorales oficiales no podían estar en todas partes, pero por Internet se propagaron vídeos `amateurs´ filmados con teléfonos móviles que mostraban a burócratas rellenando urnas de forma flagrante, transportando votantes en autobús de colegio electoral en colegio electoral, incluso utilizando tinta invisible en las papeletas. En un vídeo grabado por un activista voluntario y subido enseguida a You Tube, el anciano director del centro de votación nº 2.501 de Moscú aparecía sentado diligentemente a su escritorio marcando una pila de papeletas. Los observadores internacionales de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa llegaron a la conclusión de que uno de cada tres colegios electorales experimentó alguna especie de actividad sospechosa; pero sólo tomaba en cuenta el pequeño porcentaje de casos en que hubo observadores presentes. El flagrante desinterés por la honradez electoral provocó un escándalo cuando los resultados no oficiales mostraron que Rusia Unida había ganado casi el 50% d elos votos: suficiente, dados los partidos que no llegaron ni al umbral de obtención de escaños, para permitirle retener una mayoría en la nueva Duma. Era evidente que incluso ese resultado menor era un fraude, un fraude que requería de la complicidad de miles y miles de personas para ejecutarse: desde funcionarios electorales como Vladímir Churov, un colega de Putin del KGB de san Petersburgo, pasando por trabajadores estatales, obligados por el miedo o la conveniencia de estar en los centros de votación, hasta los periodistas de los medios estatales que hacían esfuerzos por informas sobre todo con expresión impasible. Incluso Putin, que apareció junto a Medvédev para declarar la victoria en la sede central de campaña de Rusia Unida, pareció todo menos exultante. Finalmente la escala del fraude fue suficiente para arrancar a miles de la apatía política que había acompañado el ascenso del putinismo y del atrofiante estancamiento burocrático que había generado."

Expansionismo territorial de Putin en Ucrania...
"Otros se quedaron, luchando una batalla cada vez más solitaria contra Putin y las fuerzas del nacionalismo que él había desatado. Alekséi Navalni, tras ser arrestado mientras se manifestaba contra los veredictos por los casos Bolotnaia al cierre de los Juegos Olímpicos de Sochi, pasó la mayor parte de 2014 bajo arresto domiciliario, confinado en su pequeño apartamento de un edificio de la era soviética en el sur de Moscú. El único líder de la oposición que había emergido de las bases de la sociedad -un líder que no estaba comprometido con el Kremlin y era lo bastante carismático como para ganar seguidores independientes de su influencia- no tuvo permiso durante meses para reunirse con nadie excepto sus parientes ni para usar Internet, el medio que había utilizado tan eficazmente para volverse una amenaza para el sistema de Putin. Con la descarada instalación de equipo de vigilancia en todo su apartamento, pasaba sus días jugando a Grand Theft Auto, lo que únicamente interrumpía para asistir a las audiencias del juzgado, acompañado por una escolta policial. Como los fiscales abrían nuevas causas -incluida una que tenía que ver con un póster callejero `robado´ como obsequio y otra que enviaría a su hermano Oleg a prisión-, sus apariciones en los tribunales se volvieron cada vez más reguylares. La sombra del Kremlin se erguía sobre él como sobre los disidentes en el pasado. `¿Qué hemos ganado? -dijo dentro de su piso a finales de 2014, cuando las condiciones de su arresto se suavizaron un poco, cavilando sobre la anexión de Crimea por Putin y la demonización internacional que siguió a este hecho-. Ahora, literalmente, no le gustamos a nadie´, dijo. Incluso Ucrania, un aliado natural, ahora odiaba a Rusia y acaso también a los rusos. La guerra eclipsó el trabajo de campaña anticorrupción de Navalni, que continuó exponiendo los vínculos neofeudales entre el poder y el dinero. Se convirtió en una guerra contra todo lo occidental, incluidos aquellos que abogaban por una mayor apertura política y transparencia. Atravesaba la sociedad, incluso los informativos del tiempo nocturno que Navalni veía en la televisión, que comenzaron a advertir que la situación en Ucrania oriental se estaba `caldeando´. Putin había sumergido al paíos en `una guerra perpetua´ y, por lo tanto, `una movilización perpetua´, dijo Navalnio. Putin reunía al país detrás de un destino manifiesto que antes había perdido, sin cuidado por los costes en la posición internacional. Y, sin embargo, cuanto más desastrosas eran las decisiones de Putin, más poderoso se volvía. Con el país en guerra, su postura pareció incluso más irrefutable. Era una contradicción que Navalni, como otros en el país y en el exterior, se esforzaba por entender. `En términos de fortalecimiento de su régimen, Putin ha ganado -dijo con un aire de resignación-. En términos de los intereses estratégicos de Rusia, hemos perdido´."

Biografía que es también una crónica de la Rusia surgida tras el fin de la Unión Soviética que sirve para comprender, tratar al menos, el cómo alguien como Putin ha logrado llegar a ser otro tirano de Rusia, también la ceguera de Occidente a la transición de una dictadura comunista e imperialista para pasar a ser una dictadura presidencialista con el nacionalismo y la religión como apoyos. Vemos el ascenso al poder y escorarse al régimen actual agresivo territorialmente con sus vecinos de fronteras utilizando herramientas y medios que ya son habituales en las democracias por quienes tratan de acabar con las mismas. El autor no juzga y sí expone de tal forma que el lector saque sus propias conclusiones. Lo triste es que desde 2018 el régimen de Putin se ha enrocado más en sí mismo y la agresión a Ucrania en su territorio oriental acabó en una invasión y una guerra en toda regla amenazando al resto de Europa tras comprobar la tibieza populista del presidente Trump. Ideal para lectura de verano, turnos nocturnos sin jefatura y para regalar a la suegra por ver su cara de circunstancias cuando esperaba un móvil por su cumpleaños...

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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