CUANDO NOS PIDEN AVALAR
UN PRÉSTAMO
Hoy
abordaré una compostura del postureo clásica junto a la compostura
del postureo cuando nos piden dinero. Al igual que ocurría en la
compostura del postureo de la última crónica, la crisis de 2008 ha
hecho aumentar hasta el día de hoy las peticiones de que avalemos al
prójimo. Primero hay que catalogar a los pedigüeños de que seamos
su avalista, está el familiar y está la amistad. En el caso de la
familia, salvo cuadros de tirrias ancestrales o vendettas de cenas
navideñas pendientes y crónicas, la compostura del postureo es
variable y cada caso es un mundo. Yo quiero centrarme en esa amistad
entrañable, generalmente forjada a fuego en un determinado espacio
temporal con vivencias, anécdotas, francachelas y cenas pero que las
vicisitudes de la vida han hecho que, persistiendo la amistad, los
contactos sean telefónicos o espaciados encuentros en persona y
perdido el trato personal diario. Suelen ser peticiones cuando menos
te lo esperas, precedidas de los típicos saludos de cortesía que ya
hacen intuir algo raro, cierto olor a chamusquina que
instintivamente nos pone en guardia. Hay que aprovechar el instinto
y elegir una compostura del postureo prudente, sabiendo de antemano
que nada de comprometerse a la primera. El siguiente paso es pasar
al asunto por la parte interlocutora, casi sin darle importancia y
como que no es la cosa de que necesita esto u lo otro. Antes va
precedido de la terrorífica pregunta sin interrogación de que tiene
que pedirnos un favor, lo cual ya nos pone totalmente en guardia.
Puede ser que la parte interlocutora tenga una falsa imagen de
nuestro potencial económico, aclarando que se da en las clases
populares con más asiduidad este aprieto aunque la compostura del
postureo es la misma ya se sea de clase popular o clase impopular por
estar podrida de dinero. En la compostura del postureo que nos ocupa,
partimos de la base de que ambas partes son de la misma clase
socio-económica. Evidentemente no son tiempos de avalar a nadie casi
bajo ninguna circunstancia y ya sabemos desde el segundo uno que la
respuesta por nuestra parte será negativa. La compostura del
postureo más habitual es escabullirse con que se tiene pufos en el
banco, que si estamos pagando ya un préstamo, que ya avalamos a
Fulanito y dejó de pagar y nos han embargado. Combinado con una
compostura del postureo teatral, de actor u actriz de método donde
todo el ser forma parte de la interpretación. Por regla general, la
amistad se impone a la ofuscación y posible decepción de la parte
interlocutora sin menoscabo de cierta insistencia adornada de
lamentos de los pocos ingresos, los muchos gastos, las condiciones
leoninas de la entidad bancaria y un sin fin de argumentos al cual
más peregrino porque sufrimos los mismos males y lamentos respecto a
la economía. En definitiva, no perder los nervios y adoptar la
compostura del postureo de negativa argumentada y pose teatral,
actoral sería más apropiado, y recordar esa regla no escrita de que
quien avala a una amistad, pierde el dinero y la amistad.
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