The Adversiter Chronicle

martes, 29 de octubre de 2024

"Memorias de La Transición", por Antón Rendueles

Unas memorias de Antón Rendueles en exclusiva para The Adversiter Chronicle

El barrio

Aunque no salía mucho a jugar a la calle, sólo tengo el recuerdo de cuando estaba en obras con las aceras levantadas y lo que me parecían enormes fosas con grandes secciones de tubería donde jugaba con otros niños, tenía comprensión de `mi barrio´. En mi universo infantil el barrio era la calle del portal que bajaba de una avenida a otra, de un solo sentido de circulación, y la calle transversal que llevaba a otro punto que ya quedaba fuera de mi alcance. Era una calle con mucha vida, había de todo en ese pequeño barrio en el que me movía. Estaba el kiosco de Pepito donde adquiría chuches que llaman ahora y unos sobres con soldaditos de plástico, también de armar vehículos, eran sobres poco más grandes que una carta y abultados por el contenido. Antes del kiosco estaba la panadería donde con el pan adquiría, siempre que podía, unos deliciosos triángulos de bizcocho remojado cubierto de chocolate, un remojo que hoy estaría prohibido porque era licor de veras, también las `Magdalenas Ortiz´, deliciosas que nunca volví a encontrar cuando dejaron de producirlas, las bolsas de leche de plástico con extraño tacto y por supuesto el pan que al llegar a casa siempre la faltaba un cuerno porque no podía resistir la tentación de darle un ñasco. En la calle del portal había una cafetería donde hacían unos inolvidables sándwiches de jamón york y queso que se fundía y más abajo una bulliciosa sidrería. Pasada ésta abrieron otro kiosco con estantes y mobiliario nuevo donde solía parar aunque poco. Recuerdo que había una fábrica de algo y al mediodía la calle se poblaba de mujeres en bata azul de faena que cogían el pan para el bocadillo. Al lado del portal recuerdo la imprenta, además el sobrino de los dueños iba conmigo al colegio, un chaval grande que cojeaba de un pie y que era huérfano. Nunca me atreví a trabar confianza, supongo que su orfandad despertaba en mí temor a la vez que me hizo sentir muy afortunado del entorno que tenía, sencillamente no podía imaginar que me quedara huérfano. En la acera de enfrente estaba la carnicería, recuerdo los filetes de ternera y lo alto que me parecía el mostrador y ese olor de carne fresca sin que faltaran morcillas y chorizos colgando de un gancho. Era mi calle y mi universo de exploración, ahora presenta un aspecto decadente con las huellas de la crisis y sus locales cerrados, otros que eran una cosa ahora son de otra y las dimensiones han encogido, aunque puedo ver como una transparencia como era entonces, superpuesto al ahora, caras nuevas y desconocidas o el portal ahora con ascensor y reformado sin las carboneras que se inundaban todos los años y video portero en lugar de timbre. La fábrica de algo ya no está y en su lugar hay un moderno edificio que no desentona mucho, aunque un poco sí, con el resto de edificios más veteranos que lo rodean. Eran mis calles, supongo.
Antón Rendueles

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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